8M:2025, en Pasto - Foto: Andrés Gómez

Por: Andrea Umaña

Bajo un cielo nublado en la mayor parte del país, el pasado 8 de marzo miles de mujeres se reunieron para conmemorar una vez más las luchas por sus derechos y exigir justicia ante los casos persistentes de violencia de género contra las mujeres.

Pancartas, carteles y arengas de diversos grupos de mujeres y activistas dieron vida a una conmemoración que, hoy más que nunca, mantiene su vigencia. Entre las principales demandas que las mujeres y niñas marchantes hicieron, por las calles de Bogotá y Pasto, se encontraban: el reconocimiento de las labores de cuidado como un trabajo que debe ser remunerado, el seguimiento a las denuncias de acoso y violencia sexual en instituciones educativas, la garantía de derechos laborales para mujeres de sectores marginados, y la necesidad de un cambio definitivo en la justicia para que los casos de feminicidios sean investigados y castigados con celeridad, entre otras demandas.

Estas peticiones, expresadas por niñas, mujeres jóvenes y adultas, subrayaron la tendencia que continua en las instituciones de ignorar las necesidades particulares de las mujeres en donde prevalece el silencio ante ellas.

El Turbión estuvo en dos marchas, una en Pasto en donde se registro, a través de la fotografía, cómo cientos de mujeres y niñas marcharon desde la Glorieta Madrigal, cerca al Terminal de la ciudad, hasta el emblemático espacio del estallido social: el parque de Rumipamba. En Bogotá, El Turbión acompaño la marcha de las mujeres , quienes se encontraron en la intersección de la calle 45 con carrera 7, frente a un mural que se ha convertido en un símbolo para diversos sectores sociales y que proclama una afirmación cargada de significado: «Las cuchas tienen razón».

Una lucha intergeneracional

En Pasto participaron mil mujeres en las calles el 8M: 2025 – Foto: Andrés Gómez

En el caso de Bogotá, destacaron mujeres que han dedicado décadas de su vida a la lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres. Una de ellas, Norma Enríquez, quien ingresó al movimiento feminista en 1979, ha persistido incansablemente en el largo camino hacia la representación y dignificación de las mujeres.

En diálogo con El Turbión, Norma expresó su satisfacción al ver un movimiento renovado, abierto a nuevas discusiones y con una firme intención de mantener vivas las luchas y resistencias que siempre la han guiado:

Me llena de alegría ver cómo el feminismo ha crecido y se ha fortalecido con las nuevas generaciones. Lo que en su momento temimos que se desvaneciera ha florecido, gracias a mujeres jóvenes que continúan abriendo caminos con entusiasmo, crítica y diálogo. Incluso ahora, mi nieta marcha conmigo, lo cual es una prueba del impacto y la continuidad de nuestros esfuerzos.

Para el caso de Pasto, madres jóvenes con sus hijas pequeñas marcharon gritando arengas y llevando pancartas en donde se reclamaba más atención a la educación sexual y reproductiva en las aulas y porque se elimine la violencia con las niñas en las escuelas y colegios, las participantes alzaban su voz con arengas como: “ni una menos en el aula escolar”, mientras que otras reclamaban la justicia en los casos de feminicidios como un asunto de todos y todas, y gritaban:

señor y señora no sea indiferente, aquí matan mujeres en la cara de la gente.

Claudia Natali Leyton Colimba, presunta víctima de feminicidio el 7 de mayo de 2023 en Pasto – Foto: Andrés Gómez

El presente y el futuro de las mujeres en la sociedad

Surgen reflexiones sobre los logros del movimiento en defensa de los derechos de las mujeres a nivel nacional y latinoamericano, así como preocupaciones ante los retos que representan los gobiernos de derecha, que han emergido paulatinamente en diversas regiones del mundo. Además, de la indiferencia que algunos gobernantes, incluso de izquierda , han tenido frente a los casos de violencia y acoso contra mujeres por parte de algunos de sus funcionarios.

Magnolia Agudelo, integrante de la Asociación Nacional de Mujeres Colombianas (ASONAM) y de Mujeres por la Paz, en Bogotá, reafirma su convicción sobre el rol de la mujer en la construcción de paz. Según ella:

Solo puede haber una transformación social si las mujeres desempeñamos un papel activo.

Batucada Empoderada, Pasto – Foto: Andrés Gómez

Durante más de un siglo, los movimientos de mujeres han abierto camino, portando las banderas de derechos fundamentales como la propiedad, el trabajo y el acceso a la educación superior. Todo ello ha confluido en lo que Magnolia denomina un momento histórico, marcado por el Acuerdo Final de Paz de 2016:

Aunque siempre hemos luchado contra la guerra y por la paz, fue la primera vez que nos plantamos a decir que las mujeres no queremos ser pactadas, sino pactantes. Gracias a ello, se constituyó una instancia nacional de mujeres y se logró que el acuerdo incluyera un enfoque de género. Además, contamos con un componente internacional que da seguimiento a la implementación de este enfoque en el proceso de paz.

La pregunta sobre el futuro es más compleja. Ante el avance de la derecha a nivel mundial, surgen políticas promovidas por figuras como Milei, considerado por muchos como un representante de los intereses de la burguesía global. Estas políticas han desmantelado progresivamente logros históricos del movimiento de mujeres en Argentina. Para Magnolia, esta situación debe ser una alerta para el movimiento de mujeres en Colombia y en el mundo:

Si cedemos terreno, la derecha lo ocupará rápidamente. Por ello, esta marcha es crucial, no solo para visibilizar las conquistas alcanzadas, sino también para reafirmar nuestra determinación de defenderlas.

Mientras en Pasto, el futuro y el presente de las mujeres en la sociedad también enfrenta diversos retos. Durante la marcha, varias mujeres y hombres sin identificar, instalaron pancartas en el edificio de la Gobernación de Nariño y en otras sedes publicas de la entidad, en donde reclamaban por mayor celeridad en las investigaciones contra funcionarios de esa institución acusados de violencia, acoso y maltrato contra las mujeres, y le exigían al Gobernador no encubrir a los supuestos abusadores.

Las mujeres y la paz

Deisy Aparicio, integrante de la Plataforma de Mujeres por la Paz y vinculada al Ministerio de Trabajo, ofrece una perspectiva que permite comprender los logros y las luchas actuales de las mujeres, tanto desde los movimientos sociales como desde las instituciones. Para ella, es esencial destacar el papel de las mujeres en la construcción de paz:

(…) la primera conferencia mundial que da vida a este 8 de marzo se instaura en el marco también de la consigna contra la guerra y como la afectación de los conflictos bélicos, pues […] instaura unas violencias contra las mujeres y nos ubica dentro de un escenario de profunda desigualdad, de pobreza, de exclusión, etcétera, etcétera.

En Colombia, las mujeres han desempeñado un papel crucial para la construcción de la paz. Han liderado luchas obreras por la paz y por evitar que sus hijos e hijas sean enviados a la guerra, como lo demuestra el movimiento por la objeción de conciencia.

Deisy subraya la importancia de los avances alcanzados con el Acuerdo Final de Paz, que incluyó un enfoque de género con 58 indicadores en el Plan Marco de Implementación y más de 100 medidas específicas. Sin embargo, enfatiza que aún es necesario implementar procesos que concreten plenamente estos acuerdos establecidos:

(…) muchas de estas medidas aún no se han implementado debido a la falta de voluntad del gobierno anterior y las dificultades para adaptarlas a criterios que aceleren, por ejemplo, el acceso de las mujeres a la tierra o garanticen su participación política. A pesar de los obstáculos, se han alcanzado logros significativos, como las listas cremalleras, que promueven la paridad, el posicionamiento de más mujeres en la política y el reconocimiento de que esta lucha no es solo de unas cuantas mujeres, sino de toda la sociedad.

Sororidad ante la violencia

8M en Pasto – Foto: Andrés Gómez

En Bogotá, la marcha concluyó en la Plazoleta del Concejo , donde representantes de diversas organizaciones de mujeres compartieron sus intervenciones. El recorrido estuvo marcado por un ambiente de escucha, seguridad, rabia digna y contenida, y mucha sororidad, pero a pesar de la cantidad de mujeres marchantes y la relevancia de sus arengas y pancartas, quienes luchan por los derechos de las mujeres continúan siendo agredidas, vulneradas y silenciadas.

El domingo 9 de marzo, medios de comunicación del oligopolio invisibilizaron en sus coberturas las demandas y luchas expresadas durante la marcha, y en cambio, centraron su atención en las pintas realizadas en algunos “monumentos”, argumentando la necesidad de preservar la ciudad y deslegitimando tanto la protesta como las exigencias que esta buscaba visibilizar.

En Pasto, la marcha terminó con un encuentro cultural en el Rumipamba, en donde todas las personas disfrutaron de los ensambles de las dos Batucadas de mujeres que acompañaron toda la manifestación, sin embargo la lluvia y la indiferencia de las y los transeúntes enfrío la conmemoración pero no la apagó, ya que en esta ciudad el 8M continuará su programación.

En las dos ciudades, la noche del 8M fue fría y algo sombría, pero el calor del abrazo colectivo que impregnó ambas marcha persiste en el aire y ánima a continuar la lucha. Una a una, quienes salieron a alzar su voz regresaron a casa sanas y salvas, con la satisfacción de haber unido sus pasos y sus voces en defensa de sus derechos.

8M en Pasto – Foto: Andrés Gómez

El eco de las consignas y el compromiso de las y los asistentes dejaron una huella imborrable en las calles y en los corazones, recordándonos que la lucha debe seguir y que cada acción suma en el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria. A pesar del cansancio la esperanza y la fuerza renovada se convirtieron en el mayor legado de esta jornada, un testimonio vivo de que juntas las mujeres son imparables.

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