Juan Manuel Santos en La Habana - Foto: Juvenal Balán, periódico Granma
Palabras de Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, en la firma de acuerdos entre gobierno y FARC sobre justicia en La Habana.
Juan Manuel Santos en La Habana - Foto: Juvenal Balán, periódico Granma
Juan Manuel Santos en La Habana – Foto: Juvenal Balán, periódico Granma.

Septiembre 23 de 2015

Por considerar de gran importancia para el país las palabras de los líderes que intervinieron en La Habana, a raíz del acuerdo sobre justicia entre el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), reproducimos el discurso de Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.

En este mismo salón, el años pasado, los delegados de mi gobierno y de las FARC recibieron a 60 víctimas del conflicto armado y [éstas] expresaron aquí todo su dolor y también sus anhelos de paz.

Hoy he venido a La Habana en primer lugar para anunciarle a mis compatriotas, a los colombianos, al mundo entero, pero en especial a las víctimas que hemos logrado un acuerdo sobre las bases de un sistema de justicia que me permite decir con convicción que vamos a lograr el máximo de justicia posible para las víctimas, la máxima satisfacción posible de sus derechos.

Hemos acordado, como acaban de oír, crear una jurisdicción especial para la paz que nos va a garantizar que los crímenes cometidos con ocasión del conflicto, en especial los más graves y representativos no quedarán en la impunidad. La jurisdicción constará de un tribunal y unas salas de justicia que van a investigar, juzgar e impondrán sanciones por estos delitos.

Éste es un logro mayor. Ya habíamos acordado la creación de la comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición y estamos muy avanzados en los acuerdos en materia de reparación. El tribunal cierra, entonces, un círculo de rendición de cuentas que no es impuesto con posterioridad sino que surge de un acuerdo como, tal vez, no se haya hecho en ninguna negociación de paz. Esto demuestra la madurez que ha alcanzado este proceso.

Desde la orilla de las instituciones quiero reconocer y valorar el paso que hoy han dado las FARC. Somos adversarios, estamos en orillas diferentes, pero hoy avanzamos en una misma dirección, en la dirección más noble que puede tener cualquier sociedad que es la de la paz.

He venido a La Habana también para hablar con Timoléon Jiménez, jefe del Secretariado de las FARC. Tan importante como satisfacer los derechos de las víctimas es asegurar que no hayan nuevas víctimas, que se acabe definitivamente el conflicto armado en Colombia. El jefe del Secretariado de las FARC y yo hemos acordado que a más tardar en seis meses, seis meses, debe concluir esta negociación y firmarse el acuerdo final. No va a ser una tarea fácil porque aún faltan puntos difíciles por acordar, pero ésa es la instrucción que le hemos dado a nuestras delegaciones: que terminen el acuerdo lo más pronto posible.

Un acuerdo que no es cualquier acuerdo: es el fin de una guerra de sesenta años, la más larga de nuestro continente, la única de nuestro continente. Un acuerdo que debe sentar las bases de una paz que realmente sea estable y duradera, que cierre definitivamente los ciclos históricos de violencia y que responda a las expectativas de los colombianos de una paz con justicia. Un acuerdo que todos los colombianos tendrán la oportunidad de refrendar, de decir sí o no, y también acordamos, como se acaba de anunciar, que las FARC comenzarán a dejar las armas a más tardar a los sesenta días después de la firma del acuerdo final.

La condición fundamental de este proceso es que tenemos que romper de una vez por todas y para siempre cualquier vínculo entre política y armas. Por eso, el proceso de dejación de armas debe culminar a la mayor brevedad y a nosotros como gobierno nos corresponde dar todas, todas las garantías de seguridad a las FARC y emplearnos a fondo en la implementación de los acuerdos para poner en marcha las transformaciones que hemos pactado: la reforma rural integral, la nueva apertura democrática, la solución al problema de las drogas ilícitas y, ahora, los acuerdos sobre víctimas.

Esto nos debe llevar a garantizar más participación, más bienestar y más equidad porque de eso se trata este proceso, de poner fin al largo conflicto armado que ha vivido Colombia y de hacer las transformaciones necesarias para que nunca más, nunca más se vuelva a repetir.

Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer, en primer lugar, al presidente Raúl Castro, al gobierno de Cuba, por su magnífica hospitalidad y sobre todo por su compromiso con la paz de Colombia. Agradezco igualmente al gobierno de Noruega que como país garante ha sido espléndido, su apoyo ha sido fundamental. Y agradezco a Venezuela y a Chile que han servido como países acompañantes. También al enviado especial de Estados Unidos, Bernie Aronson, le agradecemos toda su ayuda. Agradezco también al grupo de juristas que ha trabajado arduamente en este acuerdo para la creación de la jurisdicción especial para la paz. Y, finalmente, quiero agradecerle a los miembros de la delegación del gobierno por todo el trabajo que han hecho durante estos últimos tres años: si podemos hoy anunciar que en seis meses concluirá el proceso es por los avances que con tanto sacrificio uds. han logrado.

Y quisiera, para terminar, retomar las palabras y las oraciones del papa Francisco que nos deben inspirar en este camino. Él dijo hace unos pocos días, aquí en La Habana, que hacía votos porque se sostuvieran todos los esfuerzos que se están haciendo en esta bella isla para una definitiva reconciliación, y dijo también: ‘no podemos permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación’.

No vamos a fracasar, ha llegado la hora de la paz.

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