11 de marzo de 2010
Durante la tarde del 8 de marzo de 2006 se conmemoraba en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, el Día Internacional de la Mujer. Ese mismo día, un número importante de estudiantes salieron a manifestarse en contra de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Entre los participantes en la jornada de protesta se encontraba Óscar Leonardo Salas, estudiante de Lingüística de la Universidad Distrital, quien encontraría la muerte ese día a manos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía. Hoy, tras cuatro años de su muerte, los asesinos no sólo andan en las calles sin cumplir ninguna condena sino que continúan violando el derecho a la protesta y a la vida.
¿Quién mató a Óscar Leonardo Salas?
El 9 de marzo de 2006, el Periódico El Turbión fue el único medio de comunicación que sostuvo que Óscar Salas había sido asesinado por el Esmad y que su muerte había sido ocasionada por el impacto de un objeto disparado por los uniformados a su cabeza, a muy corta distancia.
En declaraciones entregadas a este medio durante una de las jornadas de protesta posteriores al crimen, uno de los participantes manifestó que “los causantes de esta muerte son los señores del Esmad y nos preocupa que esta situación es cada vez más frecuente, cuando este cuerpo reprime las manifestaciones de los estudiantes de las universidades públicas”.
Tiros recalzados’ para herir y asesinar manifestantes
Se conoce popularmente como ‘tiros recalzados’ a una serie de armas de fabricación artesanal que el Esmad prepara para todas sus
operaciones. Consisten en vainillas de gases lacrimógenos disparados que se rellenan con material de metralla, como frijoles, bolas de cristal, fragmentos de metal, tachuelas y otros, que son apisonados sobre pólvora negra y sellados con cartón para luego ser disparados en contra de los manifestantes que toman parte en marchas, pedreas, bloqueos, tomas u otros actos de protesta.
Después de la muerte de Óscar Salas, las denuncias por el uso de estas armas no convencionales se multiplicaron, especialmente durante la Minga de 2008, cuando las autoridades indígenas denunciaron que el uso indiscriminado de estos elementos estaba generando heridas de consideración entre los comuneros que llegaban, incluso, a la pérdida de ojos o de manos.
Precisamente, un ex agente del Esmad que participó en el operativo en la Universidad Nacional del 8 de marzo de 2006 decidió contar la verdad a la Procuraduría y a Noticias UNO, el noticiero de TV dirigido por Daniel Coronell, señalando que el mayor Rafael Méndez les ordenó usar “todos los juguetes” en el operativo, refiriéndose a las municiones “recalzadas”. En su descripción sobre la fabricación de estos artefactos se deja ver con detalle el accionar del Esmad en el desarrollo de las protestas, dejando claro ante la opinión pública que el cuerpo que se atribuye el lema “Mantener el orden es nuestro deber” no se conforma con emplear distintas variedades gases lacrimógenos –algunas de ellas prohibidas por tratados internacionales–, granadas aturdidoras, petardos e incluso armas de fuego, como pistolas y fusiles, sino que además recicla su propio material, convirtiéndolo en munición hechiza que puede resultar mortal para quien resulte impactado por sus metrallas.
Una de estas ‘recalzadas’ fue la que ocasionó la muerte de Óscar Leonardo Salas, más específicamente una bola de cristal con las que los ‘tiros recalzados’ son rellenados. Óscar Leonardo soportó durante una corta agonía todo el daño que le causó ese elemento extraño que ingresó por uno de sus ojos para incrustarse en su cerebro y murió el 10 de marzo de 2006, en la Clínica Fundadores, a
causa de un paro cardio respiratorio con muerte cerebral previa.
Modelo a seguir
La implementación del Esmad se hace en el año 1999 a través de la Directiva Transitoria 0205 del 24 de febrero de 1999, en donde la Dirección General de la Policía Nacional ordena la organización y estructuración del este cuerpo de operaciones especiales, dentro de los convenios de modernización de la institución suscritos en la primera parte del Plan Colombia, vinculando a nueve oficiales, ocho suboficiales y 200 Patrulleros a esta unidad y teniendo como sede la ciudad de Bogotá.
A pesar del gran número de eventos registrados como abuso de la fuerza y de asesinatos, como los de Nicolás Neira, Johnny Silva, Belisario Camayo Guetoto y Óscar Leonardo Salas, este cuerpo de policía no se debilita sino que, por el contrario, se expande e incluso recibe una mayor asignación presupuestal para su funcionamiento. Hoy el ESMAD hace presencia en ocho regiones, que incluyen las ciudades de Medellín, Pereira, Pasto, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena, Valledupar, Villavicencio, Neiva, Pamplona, Cali y Bogotá, cada una cuenta con al menos un escuadrón de 150 hombres. En total se cuentan trece escuadrones de 150 hombres cada uno, es decir, 1.950 efectivos. Sólo Bogotá, la primera región, cuenta con dos escuadrones de Esmad, es decir con 300 elementos. Este número sólo es comparable a la sumatoria de la Región 8, que comprende la Policía Metropolitana de Cartagena y la de Barranquilla.
Resistencia y denuncia: alternativas frente a la impunidad
Pero también hay otro panorama después de la muerte de estos jóvenes a manos de la Policía y es la respuesta organizativa que estos penosos actos trajeron consigo. Una de las iniciativas más conocidas es la campaña por en contra de la brutalidad policial y por el desmonte del Esmad, que rechaza la impunidad imperante en estos crímenes y ha logrado que se rompan algunos de los mecanismos que garantizan el anonimato de los agentes, como el uso de capuchas, la ausencia de placas de identificación y de numeración de tanquetas, aunque falta un largo trecho por recorrer hasta que este cuerpo represivo deje de existir. Ante un escenario de impunidad y de encubrimiento, sólo la fuerza del rechazo podría convertirse en una verdadera herramienta en contra de estos continuos de abusos, excesos y brutalidad.
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