Por: Stefanía Pinzón – 20 de julio de 2010
Juan Manuel Santos nació el 10 de agosto de 1951 en Bogotá y pertenece a los Santos, un linaje de periodistas que fundó el periódico El Tiempo en 1911. Según él, vivía en una clásica y pequeña casa de tres habitaciones con sus tres hermanos y sus padres en el barrio Los Rosales.
Una anécdota que marcaría la vida de este excelente jugador de canicas fue el cañoncito de su hermano mayor Luis Fernando. Un día llegó el papá de los muchachos y los retó: “a quien construya el cañón más potente le doy $10”. El pequeño Juanma, emocionado, llenó un cañón con mucha pólvora y gasolina y ganó la apuesta a costa de casi provocar un accidente. Sus tendencias bélicas ya se hacían evidentes: usó demasiada pólvora y por poco se quema.
Los años pasaron y a Juanma le gustaba cada vez más estudiar. Sin embargo, un día decidió defender a su patria y se enlistó en la marina, enorgulleciendo a su padre. Ya mayorcito se tuvo que alejar de su mamá, su papá, el abuelo y las tardes de onces domingueras con su abuela, viajando a Estados Unidos para estudiar Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, luego obtuvo el grado de máster en Economía y Desarrollo Económico del London School of Economics y el máster en Administración Pública de la Universidad de Harvard.
También recibió becas de la Fundación Fulbright en el Fletcher School of Law and Diplomacy, de la Universidad Tufts; y de la Fundación Nieman para el Periodismo, en Harvard; y le ha sido otorgado un doctorado honoris causa en Leyes, como sus asesores han consignado en su página de Wikipedia.
Al volver a Colombia se enfermó y fue a hacerse los chequeos médicos correspondientes. Por cosas de la vida, el médico que le hizo los exámenes se equivocó y le diagnosticó cáncer. En ese momento, el pos adolescente recordó las enseñanzas de su abuelo, que le decía: ‘chinito, no se arrepienta de lo que ha hecho sino de lo que no ha hecho’. En ese momento, Juanma, sacó fuerzas para continuar con el legado de su familia y se lanzó a la vida política. Si no hubiese sido por esa pequeñísima equivocación del médico hubiéramos tenido un país menos convulsionado, pero no vamos a especular.
Ingresó a la dinámica política del país con tan sólo 24 añitos y por merito propio, no tuvo nada que ver que él viniera de una de las familias más influyentes del país, como señalan casi todas las fuentes consultadas para escribir esta biografía. Afortunadamente, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, la Organización Internacional del Café en Londres, el Ministerio de Comercio Exterior (1993) y los demás cargos en los que se ha desempeñado contaron con sus labores, pues si no hubiese sido por él Colombia estaría mal, muy mal.
Juanma, curiosamente, fue uno de los que apoyó la zona de despeje y, durante el gobierno de Samper, habló con paramilitares y guerrilla para intentar un proceso de negociación y, de paso, tumbar al mandatario, argumentando que no quería la paz para el país. A propósito, en el mes de abril de este año Noemí Sanín le recordó al país este suceso, pero él respondió: “sólo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”.
Su esposa asegura que es un tipo que la tiene clara, que eso se hace evidente en su mirada, que lo notó en el momento en que lo conoció. Según se sabe, la señora Tutina ha declarado: ‘la verdad, desde que ví a Juanma por primera vez hasta hoy se me ha hecho que su mirada ha cambiado: ahora está con algo más de botox. Además, luego de que le hace oposición a un presidente, Andrés Pastrana, le acepta el Ministerio de Hacienda. Esto puede considerarse como falta de claridad, pero prefiero verlo como versatilidad, una cualidad, aunque eso ya es historia patria’.
Su carrera política comenzó a llegar a la cumbre cuando empezó a andar con Álvaro Uribe Vélez y fundó el Partido de la U. Su Ministerio de Defensa ha sido uno de los más reconocidos en el ámbito internacional: la operación Fénix, por la cual las relaciones con Ecuador se ‘desestabilizaron’; la operación Jaque, que luego se convertiría en libro; los falsos positivos, que según Juanma se definen como una mancha negra para la historia militar de Colombia aunque fueran un problema para él. Igual, los colombianos no tenemos memoria.
Entre los tantos legados que dejó este ministro de Defensa se incluyen las relaciones militares con Estados Unidos en esa dura batalla contra el ‘terrorismo’, razón por la cual dejó practicamente instaladas, antes de irse, las siete bases militares que ocuparán las tropas de la potencia extranjera.
El próximo 7 de agosto comienza una nueva etapa en la vida de Juanma, gracias a su triunfo en unas elecciones que conquistó con el apoyo del gobierno de turno y la sobre protección de su padrino Álvaro, quien ha evitado que se lo lleven para Ecuador, que lo juzguen, que lo miren o que le digan, como si fuese un niño mimado. ¡Y cómo no! Siempre a disposición del presidente de la República, Juanma esperó a que no pasara el referendo reeleccionista para hacer pública su candidatura. ¡A eso se le llama lealtad! Con razón Uribe no sabía dónde ponerlo.
Sumado a esto, la astuta estrategia publicitaria ideada por J.J Rendón, un inocente periodista acusado de hacer propaganda negra y que de vez en cuando le ofreció una que otra idea para hacer picardías, y un encuentro súper casual con el representante del sindicato de la Registraduría un día antes de las elecciones –definitivamente, el mundo es un pañuelo– terminarían afianzando al candidato en la victoria que celebró con un conmovedor discurso de unidad nacional.
Y como dijo nuestro querido Bennedetti: las elecciones no aguantaban para segunda vuelta. Juanma caló en los corazones de los colombianos porque simboliza el continuismo, pero diferente. Justo lo que aparentemente necesita nuestro país. ¡Ah, claro! Olvidaba mencionar que, de todos modos, tendremos Uribe para rato, gracias a la bonita relación –casi paternal– que tienen, pues parece que Álvaro va a contar con el apoyo del gobierno de turno para la Alcaldía de Bogotá.
Sin embargo, dicen los saboteadores y a quienes no les interesa el bienestar del país que a Juanma ya no le interesa parchar con Álvaro. ¡Pero eso no puede ser! ¡Una característica de nuestro nuevo mandatario es la lealtad! ¡Eso, definitivamente, no puede ser!
Juanma ya es prácticamente nuestro presidente y, ojo, aseguró que acabará con la pobreza y personalmente le creo. ¿Acaso no eran pobres los jóvenes de Soacha y, en general, los mal llamados falsos positivos? Ya saben los pobres: a pagar escondederos a peso, si es que logran conseguir un peso.
Seguiremos… ¡Hundidos como debe ser!
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