Por: Alberto Mendoza Morales – enero 11 de 2011
Sebastião Salgado, fotógrafo brasileño, se dedicó a tomar y exponer agravios públicos sobre la explotación de oro en Cajamarca y lo cita Cristian Valencia al escribir sobre La Colosa, la mina de oro excavada a cielo abierto en el Tolima y que producirá erosión en la tierra, daño al bosque, agresión al río y contaminación en el ambiente.
La fiebre del oro en California y la quimera del oro de Chaplin, en Alaska, mostraron la tragedia vinculada con la extracción del oro. En Ibagué algunos respiran desazón. ¿Qué pasará en la mina? Pero, algunos de los que antes se oponían hoy guardan silencio, algunos incluso comenzaron a recibir beneficios.
La empresa AngloGold Ashanti ha hecho en Cajamarca un trabajo de convencimiento en la comunidad. Donde haya una charla llega un representante para exponer los beneficios que recibirán los cajamarcunos y los tendrán hoy, sin duda, pero pasados los años tendrán que contarles a sus hijos cosas del pasado: ríos acabados, árboles talados, animales desaparecidos, y sabrán que lo permitieron por la plata.
Una mina de oro deja en la región riqueza en moneda y miseria en el ambiente, igual que en zonas cocaleras. Prepárense, vienen los bárbaros, los vaqueros con sus bang bang, sus malevos, devastación, ríos contaminados con mercurio y cianuro, como en el Chocó, dinero gastado en fondas y cantinas, y la epidemia de prostitutas que brota junto a las minas de oro.
El Estado, con su silencio aprobatorio, ha servido para que nadie se entere o proteste: en La Colosa habrá explotación por encima de todos. Dicen que la inversión inicial será de 120 millones de dólares, que al cabo de 15 años habrán invertido 2.000 millones de dólares y que habrá 1.200 empleos directos y 4.200 indirectos, todo un lujo.
Los ríos, árboles, montañas y animales de monte son de todos, no del gobierno. Al Constituyente Primario lo invitan a votar por cosas políticas mas no por asuntos importantes: recursos naturales, biodiversidad, amenazas territoriales. Lo lamentaremos cuando todo falte. Sabremos que el verdadero patrimonio de un país son sus ríos, sus árboles, sus montañas, su fauna, su flora.
El lema del Escudo Nacional, “Libertad y Orden”, debería modificarse y poner un ave de rapiña, y en sus garras el verdadero lema que nos mueve: “todo por la plata”.
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