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Uribe - Ilustración: Ariel López

Por: Carlos Jaime Fajardo – agosto 1 de 2011

La flor de loto es blanca y prolifera en los fangos, permaneciendo inmaculada e intocable sobre estos. ¿Será apropiado compararla con la situación del expresidente Uribe, que gobernaba junto a gente corrupta y delincuente sin estar, aparentemente, él mismo contaminado?

La última noticia del mencionado fango se dio cuando dos de sus mas cercanos colaboradores fueron puestos a buen recaudo: uno, su exministro de Agricultura y pupilo político, Andrés Felipe Arias, es acusado por el escándalo de Agro Ingreso Seguro; el otro, Bernardo Moreno, exsecretario de la Casa de Nariño, está acusado por el escándalo de las ‘chuzadas’, donde es el presunto responsable de violar los derechos fundamentales de magistrados, periodistas, defensores de derechos humanos y opositores.

Pero estos no son los únicos exfuncionarios del anterior gobierno que andan emproblemados con la justicia. Entre los que deben responder ante los tribunales, desde finales del periodo Uribe, hay tres exembajadores –Luis Camilo Osorio, en México; Salvador Arana, en Chile; y Juan José Chaux Mosquera, en República Dominicana–, tres exdirectores del DAS –Jorge Noguera, Andrés Peñate y María del Pilar Hurtado– y dos exministros –Sabas Pretelt, del Interior y exembajador de Colombia en Italia; y Diego Palacio Betancourt, de la Protección Social–.

Así mismo, otros altos cargos del anterior gobierno deberán responder por su responsabilidad en ciertos hechos delictivos: Jorge Mario Eastman, viceministro de Defensa; José Obdulio Gaviria, exasesor presidencial; Edmundo del Castillo, secretario jurídico de la Presidencia; César Mauricio Velásquez, jefe de prensa; Mario Aranguren, exdirector de la UIAF; Juan Carlos Vives, exdirector de la Dirección Nacional de Estupefacientes; Mauricio Santoyo Velasco, exjefe de seguridad de la Presidencia; Manuel Cuello Baute, ex superintendente de Notariado y Registro; Mario Montoya, excomandante de las Fuerzas Militares y exembajador de Colombia en República Dominicana, entre muchísimos otros, de los cuales no se salvó ni el vicepresidente Francisco Santos. Esto, sin mencionar a su bancada en el Congreso, cuyos miembros en su gran mayoría han sido investigados o condenados por sus relaciones con grupos delincuenciales que desplazaron y masacraron a innumerables colombianos.

Esta situación no es nueva, desde hace años se había venido denunciando y hoy cobra publicidad por las tensiones entre el santismo y el uribismo por el control político del país y por el reparto del botín económico logrado en los últimos ocho años, lo cual tiende a agudizarse en la campaña electoral.

Por su parte, Uribe afirma que todo fue a sus espaldas. Pulcro, como la flor de loto, intenta distinguirse de sus más cercanos colaboradores, mientras otros afirman que sí sabía lo que sucedía. Con las capturas de los últimos días, se puede inferir con relativa facilidad que al expresidente la justicia le está respirando en la nuca.

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