Por: Andrés Gómez

El Chocó biogeográfico es una bioregión mega diversa con uno de los niveles más altos de especies únicas y de tránsito en el mundo, y es compartida por Ecuador, Colombia, Costa Rica y Panamá. En Colombia, en las montañas de la costa del pacífico nariñense habita el pueblo indígena Awá, junto con cientos de aves, flora, reptiles, anfibios y mamíferos, han sido víctimas de la violencia desde la colonia pero especialmente por el conflicto armado interno y sus economías de guerra, por lo que la Jurisdicción Especial para la Paz acreditó en 2019 al ‘Katsa su‘ o gran territorio awá, y al pueblo awá como víctimas del conflicto armado colombiano.

Barbacoas es uno de los municipios que hace parte del chocó biogeográfico, está a más de 1.000 kilómetros de Bogotá en el piedemonte del pacífico nariñense, y es uno de los municipios más grandes de Colombia con 5.090 km². Al estar ubicado en una de las zonas más lluviosas del planeta tiene una selva montañosa con una de las mayores biodiversidades y capacidades hídricas del planeta. Sin embargo, sus ríos han sido contaminados por derrames de petróleo, y sus selvas inundadas de coca, envenenadas con glifosato, deforestadas y contaminadas por extraer oro, cobre y plata desde épocas de la colonia, situación que hoy se agrava al sumarse la minería de zinc, platino y molibdeno, además de arcillas, arenas, piedra, gravas y gravillas. Actividades que la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV) encontró: “También se vinculan con la presencia de empresas privadas y de actores armados que aprovechan la desprotección estatal para captar rentas provenientes de esta actividad o adelantar la explotación minera de manera ilegal.”

El control de todas las rentas por parte de actores ilegales llegó a principios de los años 2000, cuando la aspersión de glifosato en Putumayo y Caquetá empujó lo cultivos a Nariño, donde antaño no había coca ni se había vivido el conflicto armado. El pueblo Awá antes había vivido la exclusión del racismo, por lo que algunas personas en asociación con colonos, recurrieron a rentas de economías ilegales como el comercio de animales y pieles consideradas exóticas, la tala de madera fina, la ganadería y la minería del oro, actividades que no solo afectaron bosques y selvas sino su forma de vida.

Las reservas naturales La Nutria y Monte Loro son parte de las respuestas del pueblo Awá frente a las amenazas que atentan contra elKatsa su y que también vulneran su vida e integridad como pueblo, alternativas que usan para sanar el territorio desde su propio conocimiento que es producto de un vínculo con su territorio, y su organización comunitaria que resiste a la discriminación y la violencia.

Empecé con los mayores a caminar en los recorridos en las montañas”

Andrea Bisbicús participa en la reserva Awá de La Nutria desde los 7 años – Foto: Ximena Dorado

Se están reforestando los cuángares (Dialyanthera gracilipes), los guavos (Inga edulis), los taras, los huastas, los pulgandes (Carapa guianensis), que son los nombres comunes como los conocemos acá de nuestros ancestros que nos han dejado pues ese legado […] Esos esos árboles fueron bastante azotados por por la madera … para un sustento porque acá pues somos de las zonas más vulnerables, más más abandonadas por por el estado.

Euler García hace parte de la reserva de Monte Loro, y sus palabras exponen que la vulnerabilidad producto de la exclusión empujó a talar maderas finas al punto que hoy dos especies están situación crítica según Corponariño: el cucharillo (Magnolia narinensis) y el chanul (Humiriastrum procerum), ambos arrasados para hacer vigas y muebles finos.

Con la tala las personas en Barbacoas ganaban algo de dinero y a la par hacían potreros para criar ganado; sin embargo, la ganadería no era rentable es las montañas húmedas y se dieron cuenta que perdían lo más preciado, el agua:

Anteriormente donde estamos era totalmente potrero y con el pasar del tiempo nos decidimos a que vamos a conservar por la cuestión de que estábamos deforestando mucho, estábamos contaminando y además se estaba acabando el agua, los caudales de agua estaban totalmente bajos y se decidió en toda la comunidad: ‘aquí vamos a dejar esta zona en conservación’, y desde hace 25 años que se dejó la actividad de la ganadería y se empezó a conservar.

Las palabras de Miguel García, hermano de Euler, explican el motivo de restaurar las montañas, sin embargo, no es una medida particular sino una respuesta comunitaria, así lo explica su hermano:

Somos nueve socios, los propietarios de esta zona de conservación [113 hectáreas]. Venimos hace 6 años más o menos de lo que empezamos a trabajar a fondo en la conservación y en el trabajo colectivo con las comunidades aquí cercanas.

La urgencia de recuperar el territorio no solo ha sido idea de las personas que dan vida a Monte Loro, la Reserva La Nutria, ubicada en el Resguardo Gran Zábalo, fue también creada como una estrategia de protección del territorio, la biodiversidad y la espiritualidad Awá.

Al igual que Monte Loro, La Nutria combina restauración pasiva, restauración agro ecológica, turismo comunitario, e instalaciones para hacer avistamiento de aves, lo que se han convertido en herramientas para la conservación. Además, La Nutria también funciona como espacio educativo y espiritual, con un ‘centro de pensamiento’ donde los jóvenes y mayores se reúnen para transmitir conocimientos, armonizar y fortalecer la unidad comunitaria.

Andrea Bisbicús es estudiante de segundo semestre de biología de la Universidad de Nariño, tiene 19 años, e inició su proceso en la reserva La Nutria cuando tenía 7 años. Hoy realiza monitoreo de aves y recorridos de observación como parte de las estrategias de conservación y educación ambiental de la reserva, y no duda en reconocer el trabajo de educación intergeneracional:

Andrea Bisbicús estudia aves en la reserva de La Nutria – Foto: Ximena Dorado

Yo empecé con los mayores a caminar en los recorridos en las montañas, […] hablaban sobre la conservación de la biodiversidad, del territorio, del Katsa su [la casa grande] y me llamó la atención, dije: «Yo quiero conservar nuestro territorio, seguir el legado de nuestros mayores.», Y gracias a eso pues estoy aquí en el proceso con la reserva, caminando junto con los mayores.

Al preguntarle sobre el monitoreo de aves que realiza es evidente la importancia del trabajo de ella y del equipo con el que trabaja:

Nosotros acá con el equipo hacemos recorridos para observar de aves y para la identificación de de algunas especies, más que todo las que están en el peligro de extinción, que son la pava (Penelope perspicax) … el ave es de un tamaño grande, es de color negro, tiene una garganta roja y tiene como unas escamas blancas por la parte de la garganta. Y siempre se le encuentra más que todo dentro de la selva, pero por la caza y la tala de árboles se ha ido como extinguiéndose.

El equipo con el que observa aves Andrea Bisbicús, sigue, observa y estudia aves como la pava, y en el proceso documentan la vida de cientos de aves. Según Corponariño, solo en la cuenca del río Mira, podrían encontrarse 741 especies de aves, siendo la familia de los pájaros y las aves cantoras la más numerosa con 427 especies, seguida por la familia de los colibríes y vencejos, con 59 especies, además de la familia de las aves rapaces, carpinteros y tucanes, con 27 especies cada uno.

Este trabajo colectivo en la reserva La Nutria, no solo aporta al conocimiento de la biodiversidad, sino que también fortalece lo que el conflicto armado había fracturado: la unidad del pueblo awá, el fortalecimiento de su conocimiento y el caminar conjunto entre jóvenes y mayores.

Wilmer Pilman coordinador de la reserva La Nutria – Foto: Ximena Dorado

Sobre esto, Wilmer Pilman, joven de 23 años y coordinador de la reserva La Nutria, no duda en afirmar que la reserva fortalece al pueblo Awá, el cual ha sido declarado en riesgo de exterminio físico y cultural:

Más de 15 años en violencia donde tuvimos que ver caer a nuestros líderes y todavía sigue esas problemáticas sociales. Y no solo se afectó a la población … sino también se venía afectando a los derechos ambientales: contaminaciones, deforestación, y toda eso amenaza también al sistema cultural y espiritual, porque que toda esta situación hacía que la mentalidad de los jóvenes cambiara … la reserva ha sido una estrategia para la protección y conservación del territorio y para la pervivencia física y cultural del pueblo Awá.

La chonta al final da frutos”

Mayor Ovidio Pilman fundador de la reserva La Nutria – Foto: Ximena Dorado

La Amazonía no es la única selva tropical húmeda en Colombia, el Chocó Biogeográfico en Colombia abarca desde Antioquia, Chocó, Risaralda, Cauca, Valle del Cauca y Nariño, y sus selvas al igual que las de la Amazonía contribuyen a regular el clima del planeta al producir oxígeno y capturar carbono, además de ser hogar de cientos de especies endémicas desconocidas. El racismo hacia los pueblos indígenas, las mentiras sobre la selva y el conflicto armado han sido factores que han jugado en contra del conocimiento indígena y del conocimiento de las especies que la habitan.

Hoy gracias al intercambio entre líderes y conocedores awá y académicos, el pueblo Awá no solo ha ampliado su conocimiento, sino lo comparte y continúa construyéndolo al evidenciar las consecuencias que para la naturaleza ha tenido el conflicto armado, así lo evidencian las palabras de Ovidio Pilman sobre anfibios y reptiles o herpetos:

También están en vía de extinción herpetos, como la rana kiki, la rana cristal (Cochranella euknemos) … Tenemos registros fotográficos de rana diablito (Oophaga sylvatica), contaminada de crudo.

La suerte de las ranas cristal y diablito es similar a la del sapo arlequín y la salamandra Bolitoglossa walkeri, una especie sin pulmones que respira a través de la piel. Todos son anfibios endémicos de Colombia y enfrentan situaciones críticas. Según Corponariño, solo en la cuenca del río Mira “el 28% de las especies [de anfibios] estuvieron dentro de categorías de amenaza, sugiriendo un mayor número de registros dentro de la categoría Vulnerable (VU), seguida de Casi Amenazado (NT) y En Peligro (EN)”.

El pueblo Awá a través de las reservas no solo sistematizan los daños, también sistematizan reflexiones sobre la adaptabilidad de las especies que han sido afectadas por las economías extractivas que favorecieron la tala indiscriminada, así lo expresa Andrea Bisbicus:

A pesar de la deforestación, ellas [las aves] se adaptan… gracias a la conservación de la reserva han podido recuperarse.

En La Nutria no solo han vuelto los pájaros, en las noches en caminatas nocturnas se puede observar la Rana Cristal, que junto a la rana diablito sufren por el tráfico ilegal, la pérdida de hábitat y la contaminación. Ambas ranas son anfibios delicados frente a la contaminación, y al igual que las aves han encontrado santuario en las reserva La Nutria. Esto mismo pasa en Monte Loro donde la restauración forestal ha invitado a retornar la vida que habita la selva y también ha mejorado la calidad del agua, pero Miguel García afirma que a pesar de los esfuerzos nada vuelve a ser igual:

Aves que se habían de pronto dispersado de aquí a otros territorios, están volviendo, aunque ya no han vuelto todas las aves que conocíamos anteriormente, pero sí han vuelto … los cerdos de monte, algunos cuzumbes (Nasuella olivacea), armadillos (Dasypus novemcinctus), guatines (Dasyprocta punctata), borugas (Cuniculus paca) y eso ha sido pues una gran alegría para nosotros … Últimamente se mira el agua como que está aumentando. Ya a vuelta de nuevo va a volver a su a lo que era anteriormente, pero ciertamente que por la deforestación el agua siempre cambió su curso.

La reserva Monte Loro, al estar más arriba sobre el nivel del mar que La Nutria, sus especies varían, y mientras los hermanos García muestran en los senderos cuentan como han redescubierto los hongos y los insectos a través de expertos y entusiastas que los visitan.

Al recuperar la selva a partir de las reservas han podido recuperar medicina y la comida que se había afectado por voladuras del oleoducto y las fumigaciones de glifosato, así lo expresa Ovidio Pilman:

En cada lugar o cada espacio natural hay esta medicina propia donde con ella nos curamos, nos armonizamos. Y eso es la vida de las comunidades indígenas Awá … En algunos espacios naturales se ha ido deteriorando, pero como actualmente pues no está activada la tubería (Oleoducto Trans Andino), entonces se han venido ya recuperando los ríos, quebradas, digamos que hay medicinas … Asimismo, nuestro alimento propio también hemos recuperado. También a raíz de las fumigaciones eso también nos ha traído contaminación del pan coger, donde hay maíz, yuca, chiro (plátano), caña, y que se ha destruido bastante, pero también digamos hemos ido recuperando.

Otro aspecto que se ha fortalecido a través de las reservas en lengua. Ovidio Pilman enfatiza que para comunicarse con la selva es necesario hablar awapit, idioma en el que han cifrado el conocimiento que han adquirido durante siglos, y que el racismo intentó eliminar al condenar a quiénes lo hablaban a través de humillaciones y castigos. Para él, a través de la lengua hablan con el Katsa su y se consolidan:

Y es así que una comunicación permanente con la naturaleza, con el espíritu de la selva, también nos conectamos a escuchar los cantos de los los pájaros, diferentes cantos que hay en la selva. También puedes escuchar el viento, donde armonizan el aire natural que respira la reserva. La naturaleza respira para el resto del territorio del pueblo Awá, para la sociedad en general … y en este sentido desde las autoridades, líderes, lideresas también son hablantes awapit … se ha venido formando desde la educación para que nuestra lengua permanezca en el tiempo, que no desaparezcan nuestros saberes, nuestros conocimientos.

A través de las reservas, el pueblo awá también ha apostado a fortalecer sus narrativas filosóficas sobre el rol del ser humano en la tierra y para la comunidad, por ello Wilmer Pilman no duda en afirmar que las acciones del resguardo y de las personas que colaboran en el proyecto siguen la enseñanza de la chonta:

Una de las filosofías de agua nos habla mucho de la de la chonta. O sea, usted tiene que tener una raíz bien firme y crecer como la chonta, derecho. Y la chonta siempre tiende a buscar la luz, pero usted también tiene que en la vida ser derecho y siempre buscando ese esa luz: esperanza para las comunidades y siempre dando frutos. La chonta al final da frutos.

Los actores armados han destruido nuestro territorio”

Ilustración: cj_dsgn

A pesar del esfuerzo que hacen las personas que hacen parte de la reservas, el territorio está atravesado por costumbres que no contribuyen a restaurar las montañas, y por ello Euler García cree que es necesario que más gente se involucre a nivel local:

Algunas personas no valoran lo que nosotros estamos conservando, algunas personas piensan que lo que uno está haciendo es un trabajo que no va a haber futuro.” Su hermano Miguel García comparte el análisis pero añade que es necesario más soporte: A veces no hay apoyo para seguir cuidando, y sin apoyo es duro sostener el trabajo.

Muchos de los implementos que usan como binoculares y equipo han sido auto financiados, y aunque el turismo les deja un ingreso es muy poco para poder seguir por lo que es necesario del apoyo de las instituciones y de entusiastas de la naturaleza y la conservación. Sin embargo, las malas prácticas de manejo de la tierra no son la única amenaza al ecosistema del Pacífico nariñense

El conflicto armado y las economías ilegales de coca, oro y petróleo son aún más lesivas. Así lo recuerda Ovidio Pilman:

Los actores armados han destruido nuestro territorio… han traído violencia, conflictos, masacres, desplazamiento, asesinatos […] La contaminación por hidrocarburo ha sido muy grave… muchos ríos quebradas… biodiversidades que se han perdido […] Ha habido bastante deforestación… para sembrar cultivo de coca… eso ha traído mayor afectaciones ambientales.

El Oleoducto Transandino (OTA), que durante años transportó petróleo hacia los buques cisterna del puerto de Tumaco, fue volado en varias ocasiones por las antiguas FARC-EP en acciones contra las petroleras, y perforado cientos de veces por las disidencias para fabricar gasolina artesanal usada en la producción de cocaína. Gracias a las acciones de incidencia del pueblo Awá, hoy el oleoducto no transporta crudo; sin embargo, permanece la amenaza de su reapertura, lo que podría reactivar el ciclo de contaminación y violencia que marcó décadas pasadas. Si el OTA vuelve a operar, el crudo podría nuevamente ser desviado para alimentar los laboratorios de cocaína que surten el mercado global, repitiendo una historia que ya devastó ríos y quebradas.

Donde habían potreros ahora renace la vida de mano del pueblo Awá – Foto: Andrés Gómez

De igual forma, la suspensión de las aspersiones aéreas con glifosato es apenas un alivio transitorio. Uno de los castigos que padecieron las comunidades indígenas marginadas, que recurrieron a la siembra de coca cuando llegó el conflicto hace más de veinte años, fue precisamente la fumigación con este herbicida, un veneno que no acabó con la coca pero sí enfermó la selva. La fumigación, al depender de decisiones de gobierno, puede cambiar con el cambio de administración y traer de nuevo a los aviones con su lluvia de químicos sobre los cultivos, los bosques y las comunidades.

Además está la amenaza global de la crisis climática. Aunque la contribución local al cambio climático global es mínima, las consecuencias no son iguales para todos. Las comunidades de Barbacoas han vivido desbordamientos como los del río Mira en 2009, y en los ríos Patía y Sanquianga, en Olaya Herrera, las mayores preocupaciones se centran hoy en las inundaciones, los vendavales y los deslizamientos.

Caminar juntos

Wilmer Pilman y Ovidio Pilman – Foto: Ximena Dorado

En ambas reservas con orgullo Ovidio Pilman y los hermanos Euler y Miguel García mostraban su conocimiento sobre orquídeas y lepantes, saber que han adquirido por impulsar las reservas, y ese ejemplo ha logrado jalar procesos en las personas jóvenes Awá, así lo cuenta Ovidio Pilman:

Actualmente jóvenes, jovencitas, niños, niñas han venido muy de cerca. O sea, aquí la gobernanza ambiental de la reserva no solamente son adultos, sino los jóvenes que se han empoderado de este proceso de la gobernanza ambiental.

Andrea Bisbicús es una de ellas y reflexiona sobre cómo la reserva le abre campos a la participación de ella como mujer joven:

Para mí ser mujer es muy importante. Y como joven se trabajar acá en la reserva. Ser parte del proceso ha sido muy importante porque siempre ha sido muy marcado pues que los hombres participen en los trabajos, en los talleres, en todo, y las mujeres queden como muy eh excluidas

Las reservas de Monte Loro y La Nutria muestran que el conocimiento ancestral y la organización comunitaria pueden revertir el daño causado por siglos de racismo, extractivismo y décadas de guerra. Donde antes hubo potreros y contaminación, hoy el bosque vuelve a crecer, el agua se aclara y los animales regresan, y es notable que la restauración surge de una convicción profunda: cuidar la selva es también cuidar la vida y la memoria del pueblo Awá.

Sin embargo, las amenazas que representan las economías ilegales, el conflicto armado, el abandono institucional y los efectos del cambio climático continúan presionando un territorio que, a pesar de su riqueza natural, con miles de especies endémicas, sigue siendo uno de los más pobres y olvidados de Colombia.

Frente a ese panorama, las reservas Awá no son solo un refugio ecológico: son un proyecto político ético que sana el territorio desde la raíz, reafirmando que el conocimiento tradicional, la espiritualidad y la ciencia pueden caminar juntos. En palabras de Euler García:

El monte enseña. Cuando uno ve que el árbol vuelve a crecer, aprende que la tierra sana si uno la deja en paz.

* Esta investigación se realizó con el apoyo de Earth Journalism Network, a través del Fondo para el Periodismo de Soluciones en Latinoamérica, una iniciativa de El Colectivo 506. El reportaje se publicó en colaboración entre El Turbión y El Colectivo 506.

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