Abril 1 de 2012

Por dos semanas se reunirán comandantes de brigada estadounidenses que han estado en Irak y Afganistán con pares militares colombianos de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega. El motivo, según el general y Jefe del Ejército de los EEUU, Martin E. Dempsey, es fomentar el liderazgo de los comandantes colombianos y de Estados Unidos por la similitud que tienen los escenarios de guerra en Colombia y en Medio Oriente. El anuncio llama la atención, no por la visita, la “colaboración” no es nueva, sino por los temas que serán la contribución “oficial” de la visita, además de la petición del ministro de defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón, de comprar un avión no tripulado -Drone- a EEUU.

La visita se concertó luego de que Dempsey, secretario de la Junta de Jefes de Estado Mayor desde mayo de 2011, permaneciera por dos días en la recién creada Fuerza de Tarea Conjunta Vulcano, ubicada en el Catatumbo. En las declaraciones del general estadounidense, resalta la intención de impulsar aún más en el ejército colombiano temas como: seguridad de las fronteras, protección de infraestructura, inteligencia, vigilancia y reconocimiento, fusión de inteligencia, puentes aéreos, y vehículos piloteados a distancia. Además, Dempsey afirmó: “Tenemos la estrategia. Tenemos los recursos que necesitamos, con unas pocas excepciones, podemos trabajar juntos para cerrar las brechas”. El objetivo, según declaraciones de EEUU y el gobierno colombiano: reducir la capacidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la guerrilla más vieja del mundo, a la mitad para 2014.

La seguridad de las fronteras es un tema delicado debido a la importancia geopolítica de Colombia, país que tiene más de 15 bases militares en las que hay injerencia de contratistas y militares estadounidenses, y que es punta de lanza en un continente que ha dejado de estar bajo el control de los intereses económicos de EEUU. Por otra parte, la protección de la infraestructura parece acompañar la creación de los llamados batallones energéticos, unidades militares cuyo propósito es el de cuidar la infraestructura de multinacionales, especialmente petroleras, y así asegurar la extracción de los recursos de Colombia contra ataques de la guerrilla, situación que el ejército no ha podido manejar con dichas unidades y que el Estado prioriza ante la creciente “inversión” de la empresa privada en la extracción de minerales y monocultivos,  en la que empresas de EEUU, Canadá, Unión Europea y China han obtenido licitaciones.

Inteligencia, vigilancia y reconocimiento junto con la fusión de inteligencia y aviones piloteados a distancia, son alguno de los “fuertes” de los militares de EEUU.Fortalezas que han dejado miles de civiles muertos por bombardeos en Afganistán, Irak, Yemen y Pakistán. Los estadounidenses han usado el bombardeo en la mayoría de sus intervenciones, esto con consecuencias nefastas para la población civil de Japón, Camboya, Vietnam, y varios países de Medio Oriente y África. En latinomerica tenemos como referente Guatemala, Estado que  bombardeo miles de civiles cuando era el principal laboratorio de guerra de EEUU en latinoamérica. Las toneladas de explosivos contribuyeron al genocidio de dos étnias indígena del país centroamericano.

No es de extrañar entonces que la visita traiga como resultado el aumento de bombardeos indiscriminados; el gobierno colombiano los considera tan efectivos que el ministro de defensa colombiano, informó Depmsey en Washington, le pide a EEUU que considere el vender un Dron al gobierno colombiano. Colombia ha usado últimamente los bombardeos como forma de ataque a las guerrillas antes de desplegar tropas y también como indicador de éxito en la lucha contrainsurgente. Sin embargo, no se habla sobre el desplazamiento y zozobra que traen los bombardeos del ejército en comunidades que viven cerca de los combates, tampoco sobre las aspersiones de glifosato  y bombardeos en regiones con expectativa de inversión multinacional y mucho menos de los bombardeos que se realizan para hostigar comunidades organizadas que exigen autonomía de los actores armados, como son las comunidades de paz, las zonas de reserva campesina y los resguardos indígenas. Tampoco se conoce mucho sobre la cantidad de civiles que son asesinados en operaciones de EEUU y la OTAN en el mundo.

La vista de Dempsey y el anuncio de la visita de comandantes estadounidenses, son una muestra de la intención por parte del Estado colombiano y de EEUU de mantener en Colombia el conflicto armado de forma indefinida, pero en condiciones favorables para los negocios de las élites económicas internacionales y nacionales. Por otra parte, el diálogo, propuesta que manifiestan cientos de organizaciones sociales en el país y el mundo, que es una forma reconocida mundialmente para alcanzar la paz en países en conflicto, sigue siendo inviable para un Estado que ha desarrollado una élite empresarial y política a través de la guerra y el despojo, y que ahora pugna no sólo con la insurgencia y las organizaciones sociales que exigen respeto a sus derechos, sino contra una segunda élite, esta última mafiosa y emergente del narcotráfico y que también tiene ejércitos propios.

El comunicado del Estado de Defensa de EEUU y la posición del Estado colombiano frente a la “colaboración” y “aprendizaje” conjunto, refuerza la idea de acabar un conflicto armado mediante la guerra, y como era de esperarse, no hace alusión sobre los más de 70 grupos paramilitares que hay en el país, tampoco de los crímenes de guerra cometidos por militares colombianos y menos aún de los crímenes de contratistas militares extranjeros en suelo colombiano.

Al parecer, a menos que la sociedad civil presione diálogos en el país, en Colombia habrá conflicto para rato y seguiremos contribuyendo con la economía del conflicto.

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