Uribe aprovechó la falta de carácter del rector de la Universidad Nacional para poder reprimir a los estudiantes que protestan por la continua reducción del presupuesto a las universidades públicas y por la inminente quiebra del Sistema de Educación Superior del país. Moisés Wasserman dio pie a que Uribe pudiera desvirtuar las protestas de los estudiantes, haciéndolos parecer delincuentes ante la opinión pública. El modo fue ordenar al Esmad entrar a la UN y acusar, desde los noticieros ,a los estudiantes del supuesto secuestro del rector, aseveración que tiene a varios estudiantes investigados aunque Wasserman Lerner no los haya acusado formalmente. A pesar de que no hay detenidos en este momento, Uribe, con las recompensas que lo caracterizan, promueve la idea de que entre los estudiantes había un complot para secuestrar al rector y los acusa de querer promover el cierre de la Universidad, cuando los estudiantes, con el paro que llevan a cabo, quieren evitar que la falta de fondos y las malas administraciones sean las causantes del cierre y privatización de la universidad.
En las horas de la manana del 16 de octubre, el rector de la UN se encontraba en un foro en el auditorio del edificio de química, mientras que otro foro sesionaba en el principal auditorio de la universidad, el León de Greiff. En el momento en que los estudiantes supieron que Wasserman se encontraba en el campus, un grupo se dirigió al lugar en que se encontraba el rector para invitarlo a presentarse en el León, ya que en este espacio había más gente reunida. Wasserman se rehusó y se dirigió a su camioneta, evadiendo a los estudiantes y su petición. Ante este tipo de respuesta, los estudiantes cerraron el paso del vehículo. Esta situación alteró a algunos estudiantes que, ante la negativa de un dialogo en el León, intimidaron al rector mediante gritos y patadas al auto blindado. Wasserman se refugió en sus decanos y hasta la Defensoría del Pueblo hizo presencia en el lugar, al igual que medios de comunicación que filmaron lo ocurrido, material que muestra que los estudiantes no estaban armados ni organizados para ejecutar un secuestro, como afirma el presidente, sino que evitaban el tránsito del automotor hasta que no se llegara a un acuerdo.
Finalmente, Wasserman accedió a asistir a un foro público el día lunes 19 de octubre y los estudiantes permitieron, entonces, que el carro se movilizara. Sin embargo, tan pronto el vehículo blindado salió de la UN, el Esmad entró disparando gases lacrimógenos y atropellando la integridad de estudiantes, profesores, trabajadores y visitantes. El exceso de fuerza de los uniformados, como es costumbre, resultó en que 22 personas fueran detenidas dentro y fuera de la Universidad, y que decenas más fueran heridas o golpeadas.
El Campus de la Universidad Nacional se ha convertido en un elemento simbólico de la lucha por derechos políticos en Colombia. Durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) y en el periodo del Frente Nacional, fueron constantes las luchas del estudiantado para desmilitarizar los centros de enseñanza y lograr la extraterritorialidad de las universidades públicas.
El Estado siempre ha intentado mantener alguna presencia de la Fuerza Pública en las universidades, ya sea militarizándolas o llenándolas de agentes encubiertos, argumentando la presencia de subversivos al interior de las instituciones de educación superior. Esta modalidad de vigilancia generó violentos enfrentamientos para expulsar a los uniformados del campus en los años 70 y causó centenares de asesinatos, desapariciones y torturas de estudiantes y profesores en la época de la guerra sucia y del ‘Estatuto de Seguridad’ del gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), y muchos otros casos de violaciones a los derechos humanos desde la entrada de los grupos paramilitares a las universidades en los años 90, contando constantemente con la complicidad y colaboración de agentes del DAS y de la inteligencia militar y policial que adelantaban labores de infiltraciòn en estas casas de estudios.
Más de cinco generaciones de estudiantes han resistido la militarización del campus de la Universidad Nacional en Bogotá y exigido el respeto de la extraterritorialidad de la universidad pública como espacio para el debate académico sobre el país y el libre intercambio de ideas sin intervención armada del Estado. Con la orden impartida por el presidente Uribe para el ingreso del Esmad al campus de la UN se repiten cuadros de tan triste recordación como el ingreso a sangre y fuego de Policía y Ejército el 16 de mayo de 1984, cuyo número exacto de víctimas sigue siendo objeto de polémica, o la retención de líderes estudiantiles durante la guerra sucia.
De esta manera se explica por qué Uribe ordenó el ingreso de la Policía a la universidad cuando el rector ya estaba afuera. El Esmad no rescató a nadie, no hubo secuestro y el verdadero origen de toda la controversia se encuentra en la falta de carácter del rector de la UN, que no fue capaz de dirigirse a sus estudiantes y causó, gracias a su ánimo dubitativo, una situación que le dio pie a Uribe para distraer la opinión pública, una vez más, de situaciones adversas: Agro Ingreso Seguro lo tiene en ascuas y en Bogotá, Cali y Cartagena se movilizaron miles de personas durante varios días en protestas contra su gobierno.
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