Por: Pierkey Herrera Taboada – marzo 4 de 2016
Para los trabajadores, el salario, el sueldo, la remuneración, nunca alcanza. Lo que ganamos apenas nos permite sobrevivir, mantenernos vivos para poder despertar un nuevo día a seguir entregando nuestro sudor en la fábrica, en la plantación, en la calle o en la oficina. Todo para que otros, una minoría, disfruten la vida a costa de nuestro trabajo.
Por esta razón, la definición de la cifra del salario mínimo es relevante para una gran parte de la población colombiana: seis millones de trabajadores dependen en nuestro país de esa remuneración.
Para el año 2016, el alza del salario mínimo fue decretada por el gobierno, ya que nuevamente la mesa de concertación salarial, integrada por centrales obreras, gobierno y empresarios, no pudo llegar a un acuerdo. Nada raro, teniendo en cuenta las diferencias abismales entre la propuesta del 12% de las centrales obreras y el 6% de los empresarios. Al final, el gobierno definió un alza del 7%, más cercana a la propuesta empresarial que a la de los trabajadores.
Este 7% de aumento no consulta la realidad económica de nuestro país, teniendo en cuenta que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para la población de ingresos bajos cerro el año en 7,26% en promedio nacional, sin tener en cuenta que varias ciudades importantes cerraron con una cifra superior, como Manizales (8,87%), Pasto (8,57%) o Sincelejo (8,41%), para mencionar sólo algunas. Es decir, el alza decretada no alcanza para recuperar la capacidad adquisitiva de los trabajadores, que históricamente viene debilitándose como producto de la intransigencia empresarial y gubernamental.
Para algunos puede ser llorar sobra la leche derramada o algo trasnochado rechazar por estas épocas este pírrico aumento. Creemos que no, que el paro nacional convocado para 2016 por el Comando Nacional Unitario es el escenario donde podemos impulsar y proyectar desde ya esta lucha, no dejarla para diciembre, cuando las reuniones de la mesa de concertación salarial no se acompañan de una amplia movilización de los trabajadores y éstos, a su vez se encuentran en medio de los festejos navideños.
La demanda presentada por la CUT para pedir la garantía constitucional al trabajo digno y solicitar un aumento que consulte el IPC para los colombianos de menores ingresos es una acción que también se debe apoyar, pero no basta: no olvidemos que estamos hablando de un país en el que el 1% de la población disfruta del 22% de la riqueza, uno de los más inequitativos del mundo.
Pensarnos ya un curso de acción
Es necesario participar en el paro nacional, apoyando la exigencia de un aumento del salario mínimo por encima del 7,26% y el alza general de salarios. En perspectiva, debemos construir comités locales por el salario mínimo digno, convocados por centrales, sindicatos, organizaciones y trabajadores, los cuales deben activarse con antelación, por lo menos desde el mes de agosto, coordinados nacionalmente por el Comando Nacional Unitario, que debe mantenerse como espacio permanente de unidad sindical y popular, puesto que aquí no se puede despreciar la unidad con movimientos ciudadanos que, desde otras formas organizativas y con otras reivindicaciones, están pidiendo pista para participar en el paro. Además de esto, se vuelve de primera importancia realizar foros regionales sobre las condiciones laborales del pueblo, que sirvan de insumo para la propuesta presentada por las centrales en la mesa de concertación del salario mínimo, además de llevar a cabo movilizaciones preparatorias en centros de trabajo y ciudades que confluyan en acciones más amplias durante los meses de noviembre y diciembre.
Creo que hoy el camino de los trabajadores debe ser menos coyuntural, dejando de responder a cada escenario de crisis para pasar a planear nuestras tareas, a proponernos objetivos más estratégicos que pongan al empresariado a jugar en nuestra cancha, en medio de la movilización social, escenario que conocemos muy bien.
Si encuentras un error, selecciónalo y presiona Shift + Enter o Haz clic aquí. para informarnos.