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Por: Amy Goodman* – diciembre 30 de 2009

Se está desatando una batalla acerca del futuro de los libros en la era digital y la función que cumplirán las bibliotecas. Un caso que se encuentra en este momento ante un tribunal federal de Estados Unidos, según se ha indicado, podría otorgar prácticamente el monopolio del conocimiento humano registrado al gigante de los buscadores de Internet Google. El complejo caso concitó la oposición de cientos de personas y grupos de todo el planeta.

Google anunció, en 2004, su plan de digitalizar millones de libros y ponerlos disponibles en Internet. Los libros que son de dominio público estarían disponibles en forma gratuita, los libros más nuevos, publicados desde 1923 hasta la fecha y que aún tienen derecho de autor, también estarían en Internet, pero solamente estarían disponibles en lo que Google denominó “fragmentos”.

El Gremio de Escritores y la Asociación de Editores Estadounidenses presentaron una demanda, argumentando violaciones a los derechos de autor. En octubre de 2008, ambas organizaciones y Google anunciaron un acuerdo denominado “Acuerdo sobre Libros de Google” (GBS, por sus siglas en inglés). En virtud del acuerdo, Google pagaría 125 millones de dólares y crearía el Registro de Derechos de Libros, una nueva organización que le daría fondos provenientes del acuerdo y de las ganancias de ventas futuras de los libros a quienes poseen los derechos de autor. Google estaría facultado no sólo a exhibir obras sino también a convertirse en una enorme librería on-line de venta de libros electrónicos.

El acuerdo GBS le da a Google, de forma automática, el permiso de escanear, exhibir y vender libros que aún tienen derecho de autor pero que se consideran ‘agotados’ y para los que el titular de los derechos de autor no puede ser hallado fácilmente. Estos libros son denominados “libros huérfanos”. La condición de ‘obras huérfanas’ ha sido objeto de mucho debate e, incluso, se propuso establecer una legislación para ponerlas a disponibilidad del público. El acuerdo GBS le da a Google, y solamente a Google, el derecho legal de digitalizar y vender estos libros.

La profesora Pamela Samuelson, de la facultad de Derecho de la Universidad UC Berkeley, escribió recientemente: “de ser aprobado, el acuerdo ‘Google Búsqueda de Libros’ será el emprendimiento más importante de la industria del libro de la era moderna…[y] transformará el futuro de la industria del libro y del acceso público al patrimonio cultural de la humanidad, encarnado en los libros”.

Brewster Kahle es cofundador del Archivo de Internet, una biblioteca digital que aspira a brindar “acceso universal al conocimiento humano”. La biblioteca contiene 150.000 millones de páginas web, 200.000 películas, 400.000 grabaciones de audio y más de 1,6 millones de textos. Kahle se opone al acuerdo GBS, pues Google escanea grandes cantidades de libros que son propiedad de las bibliotecas y le devuelve a cada biblioteca versiones digitales de sus libros, solamente disponibles en un número limitado de terminales de computadoras, que proporciona el propio Google.

Le pregunté a Khale cómo ve el futuro de las bibliotecas y respondió: “las bibliotecas, como un lugar físico al cual acudir, creo que continuarán existiendo; pero si continúa esta tendencia, si permitimos que Google tenga un monopolio, entonces las bibliotecas como depósitos de libros, lugares que compran libros, que son dueños de libros, guardianes de los libros, dejarán de existir. Mirando hacia adelante, las bibliotecas quizá terminen siendo simplemente suscriptoras de las bases de datos de unas pocas empresas que tienen el monopolio de los libros”. La versión de biblioteca digital que Kahle está construyendo, de manera colaborativa junto con otras personas, es abierta y compartible, y no tiene ningún tipo de restricciones, a diferencia de lo que sucede con el acuerdo de Google. Kahle es cofundador de Open Book Alliance, la coalición que presentó una demanda contra el Acuerdo sobre Libros de Google, comparando a este acuerdo con los esquemas de fijación de precios del petróleo, establecidos por los magnates de la industria del ferrocarril y la Standard Oil de John Rockefeller, en la década de 1870.

Luego de que el juez Denny Chin, quien preside el caso, lanzó la convocatoria para la presentación de comentarios públicos, comenzaron a llegar manifestaciones de oposición desde todas partes del mundo, de fuentes que van desde los gobiernos de Francia y Alemania hasta un sinnúmero de editores, autores y artistas, como el cantante folk Arlo Guthrie y la autora Julia Wright, hija de Richard Wright, quienescribió los clásicos “Chico Negro” e “Hijo Nativo”. Marybeth Peters, directora de la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos, denominó al Acuerdo propuesto por Google como “una forma de evadir el proceso legislativo y las prerrogativas”.

El 18 de septiembre, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó un escrito de oposición. Dice, en una parte: “la amplitud del Acuerdo Propuesto –especialmente los futuros arreglos comerciales que pretende crear– plantea preocupaciones jurídicas considerables… La posibilidad de disponer, a nivel mundial, de los derechos de millones de libros con derecho de autor es un tipo de cambio de política que debería implementarse mediante legislación, no mediante un acuerdo judicial privado”. El juez Chin anunció un aplazamiento de la audiencia. Open Book Alliance, junto con otros grupos, aplaudió el aplazamiento y está solicitando un proceso abierto y transparente para lidiar con el futuro de la digitalización de los libros y el problema de los ‘libros huérfanos’, de forma tal de que se beneficie al interés público.

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* Presentadora del noticiero de radio “Democracy Now!”. Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna y el texto fue traducido al español por Mercedes Camps.

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