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Enero 13 de 2010

Bogotá es una ciudad con más de siete millones de habitantes desde hace más de una década y cuenta con el servicio de transporte masivo Transmilenio para evitar congestiones vehiculares en las vías de la capital. Pero, a pesar de ser ejemplo en infraestructura para las administraciones de otras ciudades del país y de Suramérica, las críticas al sistema no son pocas y van desde el monopolio del transporte y los altos costos para los pasajeros hasta la mala cobertura por falta de rutas y el mal servicio. Estas razones han impulsado a la ciudadanía a convocar una jornada para no usar el sistema Transmilenio el próximo viernes 15 de enero.

Si bien Transmilenio descongestionó y organizó el transporte público de algunas troncales de la ciudad, es el servicio de transporte masivo más caro: su costo excede en $300 los costos por pasaje frente al servicio colectivo, además, obliga a los usuarios vecinos del sistema a usar casi de manera exclusiva el sistema, ya que desaparecieron otras rutas en beneficio del Transmilenio, como las
que circulaban por la Avenida Caracas, la Calle 80, la Norte Quito Sur y otras importantes vías de la capital. El sistema Transmilenio, aunque conecta la ciudad, no ofrece alternativas a los habitantes excluidos del sistema, por lo que tienen que realizar largas caminatas para conseguir transporte, por vivir en sectores que, debido al monopolio, no cuentan con rutas de buses.

La escasez de rutas, los costos y el hacinamiento muestran la falta de planificación respecto a las necesidades reales de los ciudadanos bogotanos y la gran astucia para acaparar el negocio de los grandes transportadores, en detrimento de este sector y de la movilidad de la ciudadanía. Por estas razones, se vienen presentando a diario protestas de los usuarios, de forma individual. Sin embargo, un antecedente de voces colectivas protestando por las deficiencias estructurales del sistema Transmilenio fue la protesta del 17 de abril de 2008, cuando miles de usuarios dejaron de utilizar el sistema para rechazar los altos costos y el monopolio de Transmilenio sobre algunas vías de la capital. Según fuentes consultadas por este medio, la empresa privada dejó de percibir por lo menos $70 millones durante esa jornada.

Para el inicio de este año, a través de redes sociales de Internet como Facebook, se podrían sumar por lo menos 22.000 miembros en grupos y eventos dedicados a sentar su voz de protesta contra Transmilenio. También existen otros grupos que exigen bajar el precio del servicio, ya que sus costos, en relación con la calidad del servicio y sus efectos en la movilidad, no satisfacen a los ciudadanos. Entre estos grupos encontramos a unas 116.000 personas.

La jornada del próximo viernes 15 de enero, convocada bajo la consigna “Pagar 1.600 pesos por viajar en Transmilenio es un abuso”, cuenta con unos 51.000 miembros, mientras el grupo “¡El viernes 15 de enero no usaré Transmilenio! ¡No a la tarifa de 1.600 pesos!” cuenta con unos 48.000 miembros.

Efectivamente, el descontento sigue creciendo, pero no sólo en las redes sociales: miles de personas que utilizan este sistema seguramente no cuentan con acceso a este tipo de redes y, seguramente, se encuentran en la misma o mayor situación de inconformidad frente al sistema, dado que hacen parte del millón cien mil bogotanos que sobreviven sólo con un salario mínimo y recibieron menos de $20.000 de aumento mensual para este año, un 3.64%, en una ciudad donde, según el gobierno, se presentaron niveles de inflación casi nulos, pero donde sube el transporte un 6,7%.

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