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Por: Nicole Pinzón -16 de mayo de 2010

La lucha que deberá enfrentar Grecia contra la crisis económica que la aflige traerá consigo el que una serie de países le tiendan la mano, otros le den la espalda y otros se vean afectados por la caída de su economía.

La etimología de la palabra “crisis”, que durante los últimos meses se ha convertido en protagonista de una tragedia griega contemporánea, proviene del griego krisis, que a su vez se deriva del verbo krinen, y quiere decir separar y decidir. Entre los significados griegos contemporáneos de la palabra crisis, los más destacados son: elección y juicio. Irónicamente, esos han sido precisamente los pasos a seguir por el pueblo y el gobierno de Grecia. Ejemplo de ello son las medidas que tomará el primer ministro, Georgio Papandreu, para disminuir el déficit presupuestal de 12,7% del PIB al 2,8% en
2012.

Juicio

Es compleja la escena económica, política y social que se ha desatado desde 2004, momento en que Costas Caramanlís, primer ministro de Grecia en ese entonces, comienza a dar un mal manejo de las finanzas del país, a través de contrataciones innecesarias, prebendas, despilfarro, clientelismo y corrupción. Un hecho decisivo para el aumento desmesurado de la crisis griega fue que Caramanlís hiciera la vista gorda ante el hecho de que algunas firmas de Wall Street especularan en los mercados y manipularan políticamente a algunos altos cargos del gobierno para mantener, al menos en apariencia, el déficit fiscal por debajo del 3% del PIB, según la Regla de Maastricht, engañando durante años la oficina de Eurostat en Luxemburgo, encargada de recoger las estadísticas de la Unión Europea.

Las soluciones propuestas por el primer ministro griego, que curiosamente buscan captar dinero en una sociedad donde éste es cada vez más escaso, son respaldadas por países como Estados Unidos, mientras que Francia y Alemania dieron inicialmente la espalda a Grecia, interviniendo sólo hasta las últimas semanas con el paquete de ayudas de la Unión Europea para ese país.

Justamente esos dos países, a finales de los noventa y con la creación del euro, impusieron ciertos ‘parámetros de comportamiento’ para mantener la estabilidad de los países que conformaban la Eurozona, pero también fueron los primeros en infringir dichas normas, alegando que ya no serían necesarias tantas sanciones por incumplimiento. Pero hoy, cuando se repite la historia con Grecia, Alemania dice de nuevo que aquellos países afectados por la crisis no deberían tener voto en las decisiones de la Eurozona.

Separación

Para los trabajadores griegos, a quienes les serán arrebatados los pocos beneficios que en algún momento conservaron, el paquete de ayuda de 120.000 millones de euros que las potencias del Viejo Continente definieron busca, más que auxiliar a Grecia en un momento de crisis, evitar la devaluación de la moneda común y los efectos que la caída de su economía cause sobre otros países de la Eurozona, como Italia y Portugal.

Después de analizar la propuesta de crédito realizada por Grecia el pasado 23 de abril, por 40.000 millones de euros, y del segundo pedido de desembolso de 20.000 millones de euros realizado por Papandreu, el Fondo Monetario Internacional (FMI) llevó a cabo, el 12 de mayo, el primer desembolso del paquete de ayuda por 5.500 millones de euros, que fueron recibidos por el Banco Central de Grecia. Dicho paquete tendrá un total de 110.000 millones de euros, de los cuales 30.000 millones corresponden al FMI.

Bajo la presión ese organismo multilateral y de los otros quince países que hacen parte de la Eurozona, Giorgio Papandreu ha tomado una serie de medidas de austeridad frente a la crisis económica que afectan negativa y directamente a la mayoría de ciudadanos griegos. Entre las más cuestionadas se encuentran: la congelación de los contratos de funcionarios públicos; el aumento de los impuestos al alcohol, los combustibles y el tabaco; el aumento del IVA del 21% al 23%; y la reducción de más de 1.500 millones de euros para los gastos del Estado hasta 2013, en áreas como salud, educación e inversiones públicas.

El tema de las pensiones raya en lo absurdo. La reforma laboral propuesta por el gobierno y conciliada con las potencias europeas no sólo propone la ampliación de las causas de despido sino la ampliación de los años de trabajo necesarios para la jubilación, que ahora pasarán de 37 a 40, y de la edad de jubilación, que en las mujeres pasará de los 60 a los 65 años y en los hombres –mucho más arbitrariamente– dependerá de la esperanza de vida de cada persona. Adicionalmente, las jubilaciones anticipadas por las fuertes condiciones de trabajo en oficios de alto riesgo no se llevarán a cabo antes de los 60 años. Todo esto pone muy lejos de las manos de las nuevas generaciones de trabajadores griegos el derecho a pensionarse algún día.

Decisión

Como era de esperarse, los ciudadanos griegos no reconocieron el plan de ajuste aprobado por el parlamento griego, mostrando su rechazo y desacuerdo por medio de una serie de manifestaciones desde el 24 de febrero. Los principales sindicatos han recibido con mucho agrado la acogida de la ciudadanía a las convocatorias contra las medidas de austeridad y a las distintas huelgas que han buscado rechazar estas disposiciones.

Las calles de Atenas son testigo de los fuertes enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas policiales que reprimen las marchas, compuestas por centenares de miles de griegos que exigen una salida digna de la crisis y que no afecte de forma tan abrupta los derechos de quienes cuentan con escasos recursos.

Desafortunadamente, la grave crisis que está enfrentando Grecia ha costado la vida a tres personas: dos hombres y una mujer resultaron muertos tras la caída de una bomba molotov, supuestamente arrojada por los manifestantes, en una oficina del Banco Marfin.

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