Por: Salah Hamouri* – 16 de mayo de 2010
Desde las celdas de la prisión se pueden oír voces indignadas que hablan de los derechos humanos y a gobiernos que pretenden defender los derechos humanos y aplicar la justicia. ¿Saben lo que está pasando en las cárceles de la ocupación israelí? ¿Saben que más de 8.000 prisioneros son víctimas de una muerte lenta?
A veces se elevan algunas voces en reuniones y cumbres. Puede ocurrir que alguien hable de presos políticos palestinos, pero se habla de nosotros como terroristas, como números sin cara, cuando, como todos los seres humanos, a veces somos débiles, a veces fuertes, amamos y detestamos, reímos, tenemos incluso nuestros momentos de alegría o lloramos cuando pensamos en nuestras familias.
Para expresar nuestro sufrimiento me haría falta escribir cien libros, pero ni una enciclopedia haría mover sus conciencias, si es que alguna les queda después de su carrera hacia el petrodólar del Tío Sam que ocupa Iraq vestido de demócrata. Uds. apoyan la justicia y los derechos humanos en algunos lugares del mundo, pero aquí están apoyando y legitimando la ocupación, y nosotros pagamos el precio en estas celdas.
¿Se han imaginado alguna vez a una mujer palestina dando a luz mientras está atada de pies y manos? ¿Han visto alguna vez a un niño de doce años esposado en un punto de control durante horas y horas, al sol o bajo la lluvia, por el capricho de un simple soldado? ¿Saben que un gran número de mis camaradas lleva ya más de 20 años detrás de las rejas? Muchos han perdido a sus padres sin poder decirles adiós.
Los gobiernos occidentales deben revisar sus posiciones respecto al Oriente Próximo antes de que sea demasiado tarde. Desde hace un tiempo, las revoluciones de los pueblos árabes están poniendo fin a dictaduras que a menudo servían a intereses mezquinos en vez de defender a sus pueblos. ¡Vivan las revoluciones árabes! ¡Viva el poder de los pueblos! ¡Viva la libertad!
Prisión de Guilboa.
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* Salah Hamouri, de madre francesa y padre palestino, con pasaporte francés, era estudiante de la Universidad de Belén cuando fue detenido abusivamente por la justicia israelí en 2005. Al día de hoy, sigue en prisión y, a pesar de los llamamientos de la familia y de diferentes comités de apoyo que abogan por la causa de este joven, el Estado francés no ha hecho ninguna gestión significativa para liberar a su ciudadano de las mazmorras israelíes.
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