"Privatización=neocolonización" - Foto: Sara Wiederkehr
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Por: Sara Wiederkehr·González – octubre 20 de 2011

El pasado miércoles 12 de octubre, el monumento a Colón que se erige orgulloso en la plaza del Portal de la Pau, frente al puerto de Barcelona, sirvió como soporte para la bandera wiphala, insignia de los pueblos indígenas de América. Cerca de quinientas personas acudieron ese mismo día a la Plaça Universitat en Barcelona para manifestar su rechazo a la celebración del Día de la Hispanidad, conocido en América Latina como Día de la Raza, y para denunciar los procesos de despojo de tierras y de explotación de recursos naturales y humanos que actualmente realizan distintas empresas de capitales europeos en territorio latinoamericano.

El recorrido, que finalizó con la lectura de un manifiesto unitario en la Plaça St. Jaume, frente al edificio de la Generalitat –sede del gobierno autónomo catalán–, estuvo marcado por diversidad de banderas, cánticos y denuncias sobre las violaciones a los derechos fundamentales y ancestrales de los pueblos por parte de varias empresas multinacionales, algunas con sede en España.

El Día de la Hispanidad es celebrado con pomposidad en Madrid, recordando el 12 de octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón y sus hombres desembarcaron por vez primera en el Nuevo Continente. Tras el Descubrimiento, se iniciaría la Conquista y su etapa posterior, la Colonia, duraría hasta principios del siglo XIX, cuando los descendientes de los conquistadores iniciaron las distintas luchas por la Independencia en el continente, logrando de este modo que el poder de la monarquía española abandonara las tierras americanas.

Sin embargo, quinientos diecinueve años después del primer desembarco español, diferentes empresas trasnacionales, muchas de ellas de capital español, siguen explotando recursos naturales, extrayendo riquezas y causando enormes daños ambientales en América Latina, al tiempo que someten a la población a sus dictámenes. Por ejemplo, los manifestantes de Barcelona denunciaron el proyecto Hidroaysén, que se planea desarrollar en Chile con el beneplácito del presidente y empresario Sebastián Piñera y busca inundar 5.910 hectáreas de terreno, destruyendo un ecosistema único en el planeta para construir cinco represas en la Patagonia. La empresa española Endesa es la principal propietaria del emprendimiento, con el 51% de las acciones, y se cuestiona la manera en la que ésta ha ocupado territorio indígena mapuche, donde la resistencia pacífica de la comunidad ha sido castigada con el encarcelamiento de varios de sus miembros.

A pesar de la importancia de las denuncias sobre la situación en las antiguas y golpeadas colonias españolas, el manifiesto leído por los participantes no se quedó allí sino que se ocupó de rechazar la actual situación de España, donde las cosas no pintan mejor para los inmigrantes, ni para los habitantes de las llamadas comunidades autónomas, como Cataluña. El gobierno español ha establecido, en la Ley de Extranjería modificada en 2009, mecanismos de control de migraciones que rayan en los límites de la xenofobia y el fascismo. Igualmente, se señaló que en los Centros de Internamiento para Extranjeros son recluidas las personas extranjeras indocumentadas, detenidas en redadas aleatorias, mientras son expulsadas a su países de origen –en caso de que se pueda establecer su nacionalidad– y que las condiciones de reclusión representan una serie de violaciones de los derechos humanos.

Al final de la tarde y luego del cierre de la jornada de protesta, grupos de extrema derecha realizaron, en el barrio de Poble Nou, un concierto de rock para celebrar el imperialismo español,  que terminó siendo custodiado por miembros de la policía autonómica catalana (Mossos d’Esquadra), luego de un intento de sabotaje por parte de colectivos antifascistas.

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