Julio 14 de 2008
La visita del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, al continente europeo sirvió una vez más para promover intransigentemente su ley antiterrorista, que ha querido implantar a nivel mundial y que sigue justificando con el apoyo brindado por gobiernos de países europeos, los cuales visitó con el fin de reiterar y consolidar sus alianzas, velar por el fortalecimiento de la política antiterrorista y encontrar nuevos socios internacionales que se unan a la carnicería humana iniciada en Iraq en 2003, cuando tropas estadounidenses e inglesas invadieron esa nación utilizando como excusa acabar con las armas de destrucción masiva que supuestamente ese gobierno poseía, armas que en ningún momento fueron halladas por la ONU, organización encargada de las respectivas inspecciones.
En países como Albania es tal el aprecio por el presidente estadounidense que la población izó banderas de Estados Unidos y limpió las calles, manera de reflejar su interés en la participación e integración de la OTAN y la Unión Europea (UE) en sus aventuras bélicas, sin olvidar el envío de sus tropas a Irak y Afganistán, otra manera de demostrar su apoyo a la llamada ‘guerra contra el terrorismo’.
Así pues, en su itinerario, Bush tuvo encuentros con la reina Isabel II de Inglaterra, con quien tomó té y comió pasteles: todo un relato de reyes para entregar cuentas y planear nuevas invasiones contra cualquier país, sea del Medio Oriente o cualquier parte del mundo, que esté en contra de sus intereses económicos y militares.
Entre los temas que se trataron en toda su gira, presionar a Irán para el desarme nuclear y terminar con su enriquecimiento de uranio fue uno de los más importantes, ya que ese país, según las explicaciones que han dado varios organismos internacionales y medios de comunicación que se suman a la ‘cruzada’ antiterrorista de Bush, es un peligro para la humanidad.
Según los recientes acontecimientos, se llega a creer que la reiterada solicitud del presidente Bush contra Irán fue motivo de las sanciones que la a UE tomó contra el Banco Comercial Melli de Irán, al prohibir su funcionamiento en algunos países europeos, ya que, según ese organismo internacional, éste presta ayuda al programa nuclear de ese país, sin inspeccionar que la economía del pueblo Iraní se pueda venir a pique y poniendo sobre todo que es preciso luchar contra un país que entorpece su poder imperialista.
Reproches y protestas
La visita del presidente Bush en Londres fue mal recibida por cientos de manifestantes, que salieron a protestar gritando fuertes consignas contra éste. La impopularidad de Bush ha crecido a tal punto, por su distinguida carrera armamentista, que manifestantes y medios de comunicación de algunos países europeos y latinoamericanos lo señalan como terrorista, y la represión que se ha creado en cada país que visita es tan fuerte que los operativos de seguridad son extremos, cerrando calles para dar paso a su poder y presencia, lo que en el caso de Londres terminó con arrestos y enfrentamientos con la policía.
En su recorrido por Europa, el presidente estadounidense llegó al Reino Unido para visitar a su homólogo, Gordon Brown, quien ha patrocinado fervorosamente, junto al ex primer ministro de ese país, Tony Blair, la guerra contra Irak y Afganistán, haciendo Brown el anuncio de enviar 230 soldados más a éste último país, con el fin de aportar expertos en entrenamiento militar para el ejército y la policía.
Bush se ha retractado frente a la prensa, los grandes medios de comunicación y en su gira a Europa, por la retórica empleada en su discurso contra el terrorismo, insistiendo en que nunca quiso mostrarse como un mandatario ni hombre de guerra sino de paz. Pero, a la vez, ha agregado que no se arrepiente de haber ido a la guerra “ya que el mundo es más seguro sin Saddam Hussein y sin el terrorismo”. Paradójicamente, su impopularidad entre jóvenes y adultos de Francia e Italia aumentó, ya que las manifestaciones por su llegada se hicieron sentir y a los únicos que no causó desagrado fue a sus íntimos amigos Sarkozy, Berlusconi y hasta al mismo jefe del Vaticano, Benedicto XVI, quienes cada vez defienden y favorecen más sus actos bélicos y su guerra.
Con la excusa de buscar el bienestar común, el gobierno de Bush formalizó una guerra inhumana y mediática, a través de su vanagloriada “ley antiterrorista” que al día de hoy ha pasado por encima de una cultura milenaria y su historia, todo apuntando al enriquecimiento de Estados Unidos y el empobrecimiento de Irak y Afganistán.
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