Por: Equipo de AgendaSur – septiembre 17 de 2007
Han sido más de quince años de estar esperando la anhelada convocatoria pública de radiodifusión sonora comunitaria en Bogotá, que la verdad ahora, según parece, se va a dar en noviembre de este año. Así lo informó el Ministerio de Comunicaciones en su página web, mediante un comunicado de prensa fechado el 24 de julio de 2007. No sabemos qué sorpresas nos puedan esperar.
En los municipios diferentes a las ciudades capitales se estableció una potencia de 250 vatios como tope definido para las emisoras clase ‘D’, que son las comunitarias, lo cual es muy restrictivo en potencia y reduce mucho el alcance y cubrimiento en los municipios por parte de las emisoras, ya que en territorios con topografía montañosa la señal se pierde con facilidad.
Aunque no se ha hecho aún la convocatoria para Bogotá, ya tenemos la primera sorpresa y es que en la actualización del Plan Técnico de Distribución de Frecuencias en AM y FM (Resolución 02010 del 17 de julio de 2007), se establece la frecuencia 88.4 FM para Bogotá y una ‘gran’ potencia de 5 vatios para la radio comunitaria en la capital de la República y el resto de capitales de departamento, potencia que no cubre más de un barrio.
Parece que esto fuera un chiste. En Chile, hace unos años, para obtener una licencia de radiodifusión sonora para una emisora comunitaria con una potencia de 1 vatio, que no cubre más de una cuadra de un barrio, había que hacer un papeleo que podría pesar cerca de 2 kilogramos: los requisitos exigidos hacían poco viable para las organizaciones sociales la anhelada concesión radiofónica.
Sigamos esperando a ver qué otras sorpresas aparecen en este camino. ¿Cuántos kilos de requisitos tocará diligenciar para la concesión de radio comunitaria en Bogotá? ¿Nos tocará apenas una radio con una potencia de 5 vatios para una ciudad de 6 millones de habitantes? Así como lo dijera el columnista de El Tiempo, Cristian Valencia, el 22 de julio en su artículo “Misterio doloroso”: “como ciudadano colombiano, veo atropellados mis derechos fundamentales. Quiero tener la opción legal de escuchar la radio que más me guste. Espero poder oír Suba al Aire sin sentirme un delincuente. Y espero que el misterio, de súbito, se vuelva gozoso”. Esperamos todos los amigos de la radio comunitaria en Bogotá que, en noviembre, podamos vivir y sentir un “misterio gozoso” y no, una vez más, uno doloroso.
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