Por: Sara Wiederkehr González – Noviembre 20 de 2011
Una campaña sin promesas ni grandes palabras, una campaña electoral prudente y una ciudadanía ahogada en deudas e hipotecas, con miedo de futuro y con un presente precario, le dieron el triunfo con mayoría absoluta al Partido Popular (PP) y confirmaron a Mariano Rajoy como sexto presidente del periodo democrático del Reino de España, donde se han celebrado diez elecciones generales desde que, en 1977, se acabara la dictadura con la muerte del general Francisco Franco.
A pesar de la baja participación del electorado, las cifras son contundentes: con un 99.99% de las mesas escrutadas, el PP ganó con 10’827.564 votos y 186 diputados, logrando un 44,62%, frente a 6’971.997 votos y 110 diputados del Partido Obrero Socialista Español (PSOE) –socialdemócrata–, que conforman un 28,73% del total y el peor resultado en la historia de esa colectividad. La abstención logró un importante 28,31%. La tercera fuerza en el Congreso español será Convergència i Uniò (CiU) –partido catalán nacionalista de derecha–, con 16 escaños, y la cuarta Izquierda Unida (IU), que pasó de 2 a con 11 escaños. La fuerza vasca Amaiur entra sorprendentemente en el escenario político español con 7 escaños, lo que haría pensar que en Euskal Herria (País Vasco) se viene un periodo de consolidación de fuerzas progresistas e independentistas legales después del alto al fuego suscrito por ETA.
Así, después de hoy, España se tiñe de azul PP. Esto no significa que España sea del PP. En palabras del analista político Gabirel Ezkurdia, en un artículo publicado en Kaos en la Red: “El PP ha sacado el 44% de los votos y la segunda fuerza ha sido la abstención con casi un 30%. Pero el 56% de los votos se ha fraccionado en múltiples opciones –desde la extrema derecha de UpyD hasta Izquierda Unida, pasando por las opciones que no han obtenido representación–. Es decir, pese a que el PP ha sacado mayoría absoluta y la mayoría de votos, más de la mitad de los ciudadanos y ciudadanas del Estado con derecho a voto que han votado más ese 30% de personas que pese a tener derecho a voto no lo ha hecho supone que, con todos los matices de la fractura y todas las contradicciones, la mayoría del PP no es la mayoría de la sociedad del Estado español”.
El programa de gobierno presentado por el PP, de 212 páginas bien escritas, es de evidente carácter neoliberal y propone privatizar lo que todavía es público, lo que es bastante paradójico en un país que se ha visto sacudido desde el 15 de mayo con oleadas de indignación y manifestaciones diarias o semanales en contra de los recortes presupuestales a la vivienda, la salud y la educación, agitando la bandera en contra de la corrupción política y denunciando la culpa que se llevan las entidades financiera de la crisis. Ante su victoria, Rajoy ha dicho que “nadie debe sentir inquietud alguna” y que “se debe recuperar el orgullo de ser españoles”.
Resulta bastante inquietante que Rajoy no hiciera mención alguna, durante los largos meses de campaña y precampaña, ni durante el único debate público con el candidato socialista Rubalcaba, a su estrategia para disminuir los índices de desempleo y que aún así se llevara esta aplastante victoria, cuando España cuenta actualmente con las peores cifras en esta materia: 25% de la ciudadanía española no tiene trabajo, lo que supone casi 5’000.000 de personas y un 44% del sector juvenil.
La crisis económica aguda que ahoga a España y sume en una vida precaria a sus ciudadanos y ciudadanas pareciera que le haya dado la victoria al PP. Confirma así la tendencia electoral de la Europa de hoy: ante la situación económica y social que golpea brutalmente a las personas –con índices históricos de desempleo, precariedad laboral, cierre de hospitales, encarecimiento de la educación pública–, el electorado prefiere la mano dura de los partidos de derechas con sus proyectos neoliberales en los gobiernos, listos a privatizar los servicios y salvar a la banca del hundimiento. Europa se encuentra hoy, y desde hace pocos años, en crisis económica y con gobiernos de una ultraderecha que ha sabido capitalizar la crisis para sumar apoyo ciudadano, al tiempo que teje alianza con la banca y los mercados.
Aborto, bodas gay, educación, salud, Europa…
Ayer se celebró la última boda entre dos personas del mismo sexo en España. Así se publicaba en los principales medios del país. Aumentaron estos enlaces en el último periodo, mientras las elecciones se acercaban y el vaticinado triunfo del PP amenazaba con prohibir el matrimonio gay. Se entra, sostienen algunas personas en las calles, en un periodo gris oscuro, neofranquista o sencillamente ultraderechista, tanto en lo que tiene que ver con las medidas económicas como también con la legislación sobre las libertades individuales y los derechos sociales. El aborto, legalizado en el estado español en 1985 mediante la Ley Orgánica 9/1985 que fue modificada en 2010, fue tema de discusión durante esta campaña: Rajoy propuso sin prometer, fiel a su estilo, modificar sustancialmente la ley que permite a las mujeres decidir sobre su cuerpo y su vida.
Con el PP en el palacio presidencial de La Moncloa, el proyecto de Educación, no detallado en las 212 páginas del programa electoral, será el defendido a capa y espada, y con policía como escolta, por Esperanza Aguirre –presidenta de la comunidad autonómica de Madrid y del PP allí–. El movimiento estudiantil de la capital española se ha movilizado con especial fuerza durante el último mes, y en Barcelona el pasado 17 de noviembre, contra esta iniciativa privatizadora, neoliberal, con alza de matrículas y enmarcada en el tan discutido Plan Bologna.
La crisis económica que viene arrastrando España desde hace más de diez años y que ha sido el pretexto para los recortes en los presupuestos que conforman los pilares del Estado de Bienestar, que se vendrá abajo con la política del Popular, es solamente uno de los problemas a los que deberá darle la cara Rajoy. La Unión Europea, aquel proyecto conjunto del Viejo Continente que debía fortalecer las economías nacionales y construir la gran economía para hacerle contrapeso al proyecto imperialista norteamericano, se hunde hoy como proyecto conjunto. Grecia, Italia y Portugal se han visto castigados por la dirección que Merckel y Sarkozy le imponen al bloque, y España pide tiempo para respirar e intentar salvarse. Volver a la peseta es el anhelo de muchos que desearon también la muerte de Franco. Esto no parece estar en la agenda del PP, que necesita de las economías fuertes para poder avanzar en su proyecto, así en el camino deje coja y ciega a una España que, después de 34 años, aún no ha podido restablecerse y construirse como Nación, ni ha sabido liderar procesos que en otro momento hubieran podido fortalecer a los países que hoy están pagando caro ser los más débiles de este gran proyecto: los del Mediterráneo.
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No todo es malo, en estas elecciones se ha conseguido que haya la pluralidad política más alta en el Congreso de los últimos veinte años. La gran mayoría de los 4 millones de votos que ha perdido el PSOE han ido a parar a partidos pequeños, y aunque muchos han conseguido resultados históricos, el PP les ha robado muchos escaños por el sistema electoral español, que es desproporcionadamente desproporcional.
os dejo un enlace, y un abrazo desde España, sobre todo para Omar:
http://wagingnonviolence.org/2011/11/spain%E2%80%99s-election-a-bitter-victory-for-the-may-15-movement/