Abril 22 de 2008
El impresionante triunfo de Fernando Lugo, ex sacerdote católico vinculado a la Alianza Patriótica por el Cambio (APC), en las votaciones presidenciales de Paraguay del domingo 20 de abril de 2008, terminó con 61 años de poder por parte de la Asociación Nacional Republicana – Partido Colorado (ANR-PC), de tendencia conservadora y nacionalista, en los que se incluye la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Esta victoria presidencial abre un nuevo camino para la población paraguaya, que ha vivido marginalizada y sometida por la clase dirigente o por los gobiernos de turno, razón por la cual Lugo tiene una gran tarea que efectuar.
“Un Paraguay para todos” fue la frase citada por Lugo después de su importante victoria, declarada por el Tribunal Superior Electoral con el 40,8% de los votos, frente al 30,8% de la candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar, y frente al 22,0% de los votos obtenidos por el ex general Lino Oviedo, reconocido históricamente en Paraguay por el intento de dos golpes de Estado contra el gobierno paraguayo y por haber sido acusado de dirigir una masacre contra civiles.
La alegría y emoción vividas por los paraguayos fueron inigualables, ya que el Partido Colorado gobernó en Paraguay durante casi toda su historia moderna, por lo que su derrota representa el cambio político más relevante para la nación. Entre 1947 y 1963 la ANR-PC fue el único partido legal y, por tanto, la única organización que podía presentar candidatos en cualquier proceso electoral. Así, ésta es la mayor victoria que ha conseguido el pueblo paraguayo a través de Lugo, quien reivindica el papel social de campesinos e indígenas, y, aunque ha sido catalogado como de izquierda o de centro izquierda, él niega a sus opositores estos encasillamientos ideológicos que, en este momento, no son reflejo del trabajo social que debe recomponer.
Fernando Lugo, quien asumirá la presidencia el próximo 15 de agosto, se retiró de sus servicios clericales en 2006 para derrotar al Partido Colorado, o “ a la rosca mafiosa”, que ha gobernado en Paraguay de manera corrupta y ha sido responsable de la pobreza, desempleo y analfabetismo que dominan hoy a la mayoría de la población paraguaya; gestiones y tareas por las cuales debe trabajar arduamente el nuevo presidente, para revitalizar este gran país que no debe ser “recordado por su corrupción y su pobreza, sino por su honestidad”, según lo señaló Lugo en su primera rueda de prensa, la noche de su éxito.
Muchos de sus copartidarios han expresado que este cambio constituye la ruptura más importante en la larga historia dictatorial de Paraguay, por la llegada al gobierno de la coalición de aproximadamente diez partidos políticos y diversas organizaciones sociales que apoyan a Fernando Lugo y respaldan la nueva etapa histórica que vivirá el pueblo paraguayo, y también gran parte de los pueblos latinoamericanos, durante los próximos años.
“Los pequeños también estamos capacitados para vencer”
En su primera rueda de prensa como presidente electo, Fernando Lugo reafirmó su colaboración para que “el traspaso del poder, conforme a la Constitución, se realice en un marco pacífico de entendimiento” y agregó que por primera vez se producirá” un traspaso de un partido a otro sin derramamiento de sangre, sin golpe de Estado, sin revuelta ni enfrentamiento entre hermanos”. En medio de la euforia, señaló a la multitud como “los culpables de la alegría de la mayoría del pueblo paraguayo hoy” y, efusivamente, señaló que “todos los paraguayos hoy tenemos que felicitarnos: dimos un paso de madurez para la construcción y consolidación de la democracia”, pero también al cambio, ya que éste país necesita una nueva apuesta social, económica y política.
Grandes retos son los que asumirá el nuevo presidente Lugo, ya que atacar la pobreza, la indigencia, la corrupción y dejar de ser el segundo país más pobre de Latinoamérica, conlleva esfuerzos enormes, que deben respaldarse por todos aquellos “pequeños que también están capacitados para vencer” y por países vecinos como Argentina, cuya mandataria saludó y felicitó cálidamente al nuevo presidente Lugo, ratificando que el pueblo latinoamericano está “atravesando un nuevo proceso, no sólo por la reivindicación de los valores democráticos y el pleno respeto de los derechos humanos, sino además por el reconocimiento y la necesidad de trabajar por los derechos sociales de los más postergados”, así como por aquellas naciones que por generaciones han sido injustamente maltratadas y atemorizadas, y que hoy han logrado demostrar, con el ejemplo Paraguayo, que valen todas las apuestas sociales que buscan lo justo, que no dejan aplastar la justicia social.
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