Por: Carlos Julio Díaz L.* – octubre 12 de 2012
Recientemente Fedesarrollo publicó un estudio en el que concluye que, ante la crisis del sistema de salud, éste requiere ajustes pero no una transformación estructural. Propone, en cambio, el desmonte de los regímenes especiales conquistados por los sindicatos del Magisterio, Ecopetrol y el Banco de la República, entre otros.
Según este estudio, el gasto en salud en Colombia es de $45 billones anuales, un poco más de un millón per cápita. Por ello, no es entendible que los colombianos no estén siendo atendidos oportunamente o que se les niegue el servicio. La tuberculosis, enfermedad que había desaparecido, hoy es un problema nacional ante la ausencia de una política pública preventiva. Y así ocurre con otras enfermedades fácilmente controlables.
Existe un profundo malestar en la población por la mala atención y excesivos trámites para acceder al servicio. Hay grandes presiones desde los usuarios y sectores sociales para que se dé un cambio estructural en el modelo de Seguridad Social en Salud. La causa de esta crisis es la mercantilización de un derecho fundamental.
La esencia del negocio está en recibir cuantiosos recursos y no gastarlos en los pacientes, dejando morir a la población necesitada de la atención, con lo que se acumulan cuantiosas ganancias. Adicional a esto, y para hacer más rentable la actividad, se han menoscabado al extremo las condiciones de trabajo de los médicos, enfermeras y todo el personal de la salud. La plata de la salud la ha substraído el capital financiero, destinando un componente del gasto en lujos y en las odiosas burocracias que administran el sistema.
Otra causa del deterioro del sistema actual de Salud es la alta informalidad y precariedad laboral que tiene al 60% de los trabajadores por fuera del régimen contributivo, por lo que hoy tiene mayor cobertura el régimen subsidiado, es decir, el que se financia vía gasto público.
La crisis de la salud es el resultado de la precariedad laboral y la avaricia financiera, no de la acción sindical. La propuesta de retocar el modelo actual y acabar con los regímenes especiales de salud del Magisterio, Ecopetrol y el Banco de la República, como lo propone Fedesarrollo, lo que busca es continuar sacrificando a los usuarios del sistema en el altar pagano de la especulación financiera, y restringir aún más las libertades sindicales en Colombia. Si esto no es fascismo, es algo mucho peor.
No olvidemos que ya el acto legislativo de 2005 excluyó del ámbito de la negociación colectiva el tema pensional. Los contratos de aprendizaje y los procesos disciplinarios en el sector público han corrido igual suerte. Ahora, Fedesarrollo propone ampliar estas restricciones al sistema de salud.
La negociación colectiva tiene como propósito mejorar los mínimos legales, que para el caso de la Seguridad Social es la Ley 100 de 1993. Afortunadamente, algunos sindicatos han pactado un régimen que mejora en algo el perverso Sistema General de Salud. De no ser así, a lo mejor muchos de sus afiliados hoy estarían muertos.
La generación de trabajo con derechos, libertades sindicales y un sistema sin lucro ni intermediación, que considere la salud un derecho y no una mercancía, que sea público, universal y equitativo, es en definitiva el camino para superar la crisis de un sistema que no es de salud sino de negocio, muerte, enfermedades y tragedias sociales.
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* Director Departamento de Salud y Seguridad Social de la CUT Antioquia.
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