Los acaparadores han causado desabastecimiento en Venezuela para desestabilizar al gobierno de Maduro - Foto: JoséMa Orsini

Los acaparadores han causado desabastecimiento en Venezuela para desestabilizar al gobierno de Maduro - Foto: JoséMa Orsini

Por: Pedro Echeverría V. – noviebre 18 de 2013

Aplaudí con entusiasmo que el presidente venezolano Nicolás Maduro interviniera la empresa monopólica Daka, que había subido sus precios a un 100%, y la obligara a reducirlos a como estaban antes, pero buscaría ser más solidario con el gobierno de aquel país si éste decretara cárcel para todos aquellos que esconden artículos básicos para propagar el boicot, la crisis y la carestía en Venezuela.

Se dice que, provocados por el boicot de artículos y la terrible alza de precios impulsada a propósito por la burguesía antichavista y los inversionistas yanquis, cientos de venezolanos se concentraron desde la noche del viernes frente a las tiendas de electrodomésticos Daka para comprar televisores, refrigeradores, planchas, licuadoras y otros enseres, luego de que el presidente Nicolás Maduro anunció la intervención de la cadena y ordenó la venta de todos los artículos a precios justos, pues algunos productos eran vendidos a precios muy superiores a su valor real con el único motivo de desprestigiar al gobierno de Maduro ante la opinión de Venezuela y el mundo para demostrar, como lo intentaron contra Chávez, que no puede gobernar.

Nicolás Maduro no es intelectual, ni es empresario ni es negociante: es originalmente un simple obrero del transporte que luchó con mucha fidelidad al lado de Hugo Chávez, que lo nombró Canciller de su gobierno, cargo en el que demostrando mucha capacidad en su desempeño. No debe olvidarse que no es fácil cumplir con la herencia de Chávez, dado que éste era indiscutiblemente la vanguardia del antimperialismo en América. Chávez no sólo buscaba construir una sociedad socialista e igualitaria en Venezuela sino que, al mismo tiempo, era el eje de la unidad de los gobiernos de Bolivia, Cuba, Nicaragua, Ecuador e, incluso, Argentina, Uruguay y Brasil.

El gobierno de Obama –que ha demostrado hasta la saciedad que es igual a los Bush, Clinton o Reagan– no ha dejado de espiar y de intervenir. Cuando apenas ascendía al cargo, se pensó que podría reivindicar a su raza negra, que durante siglos sufrió y murió bajo la esclavitud de los blancos. Nada de eso: ha gobernado como cualquier blanco al servicio del Banco de Reserva Internacional que controla al mundo. Por eso Obama, después de maltratar a Chávez, continúa su misma política contra Maduro, apuntalando al excandidato Capriles y a toda la derecha empresarial venezolana que lo impulsa. Todos esperamos que en ningún momento baje la guardia el gobierno venezolano, porque en cualquier segundo que lo haga los yanquis aprovecharán para liquidarlo física o políticamente.

Los acaparadores y embodegadores de mercancías deben ser castigados. No sólo lo hacen para esquilmar al pueblo y hacerse más ricos sino, esencialmente, para derrocar al gobierno desprestigiándolo. Si Maduro no determina medidas radicales no dejarán de boicotearlo. Es el momento coyuntural de levantar una gran movilización de masas para que la burguesía comercial, bancaria y en los medios de información den pasos atrás.

¿No es acaso esa actitud de esconder mercancías y encarecerlas una provocación para que el pueblo desesperado saquee las tiendas? ¿Pueden olvidar que ‘ladrón que roba a ladrón’ sólo cambia las cosas de posesión? Venezuela, de la misma manera que debe combatir a fondo todas las formas de corrupción institucional, no puede vivir eternamente sometida por una clase empresarial que la saquea todos los días.

Lo que debe hacer Maduro es radicalizar a su gobierno mediante la formación política de decenas de miles de cuadros izquierdistas que lo ayuden a construir y defender el proyecto chavista original. Debe tratar de sumar a todas las corrientes coincidentes, con el objetivo de aislar totalmente a la derecha y a los agentes del imperialismo. Después de 14 años de poder popular sería vergonzoso, ridículo y condenable cualquier pretexto de no tener la cantidad suficiente de cuadros políticos para someter a la burguesía y sus medios de información. De ninguna manera se puede permitir que en nombre de la santa ‘democracia y la libertad’ se siga engañando y manipulando al pueblo para que se oponga al proyecto del socialismo del siglo XXI. Los nuevos cuadros políticos deben acabar con la corrupción.

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