Humberto Contreras Sereno, fundador de laorganización Alma Máter, fue asesinado en 2001en Barranquilla por el DAS y paramilitares, así como otros líderes estudiantiles de la Universidad del Atlántico

Humberto Contreras Sereno, fundador de laorganización Alma Máter, fue asesinado en 2001en Barranquilla por el DAS y paramilitares, así como otros líderes estudiantiles de la Universidad del Atlántico

Por: Aiden Salgado –  abril 23 de 2014

Hoy, 23 de abril, cuando se conmemora el Día del Idioma, las y los que vivimos las consecuencia de la violencia del Estado colombiano por pensar diferente, recordamos el vil asesinato de Humberto Contreras Sereno, un estudiante universitario de Derecho que se destacó por su liderazgo en defensa de la educación pública en la Universidad del Atlántico en la ciudad de Barranquilla.

Humberto y sus compañeros del grupo Alma Máter, denunciaban la corrupción al interior de la institución y luchaban por el ingreso de personas de bajos recursos a la universidad. ¡Por una universidad crítica, científica, publica y al servicio del pueblo! era el lema de la organización que él fundó, al lado de su inseparable amigo Reinaldo Serna –también asesinado, el 9 de noviembre de 2002–, y que fue exterminada por la ultraderecha, representada en un paramilitarismo asociado a funcionarios de la universidad y a organismos estatales como el desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).

En aquellos tiempos de terror, en lo que era el principal centro de enseñanza de educación superior de la costa Caribe el conflicto se agudizó como nunca había sucedido en una universidad en un país sin dictadura como Colombia. En aquellos días aparecían las listas en las universidades donde se decía quién sería la próxima víctima y, en efecto, fueron asesinados 10 reconocidos líderes en menos de 5 años, entre ellos el ex vicerrector, el ex secretario general, varios directivos de sindicales y, especialmente, estudiantes organizados. Aparte de ellos, más de 50 líderes y lideresas fueron desplazados, exiliados, expulsados, encarcelados y torturados. Todos ellos tuvieron que irse de la universidad, de la ciudad o del país para salvaguardar su vida. Estas personas tenían en común la decisión de realizar oposición a los graves hechos de corrupción en la universidad, tenían una postura política divergente del Estado colombiano, eran defensores de la educación pública de calidad y activistas con una ideología de izquierda, y fueron perseguidos por el aparato opresor del Estado, en contubernio con el paramilitarismo.

Con este régimen criminal, impuesto a sangre y fuego en la Universidad del Atlántico, se exterminó a la organización estudiantil Alma Máter, reconocida, a nivel nacional, por su oposición a los planes del Estado de desnaturalizar los fines de la universidad a través de la privatización, de cercenar las libertades democráticas, de la persecución a sus pensadores y, a nivel local, de denunciar a través de su medio de expresión “La Picota Pública” las temibles mafias de corrupción al interior de la universidad, denuncias que también fueron a reposar a la Fiscalía, la Contraloría, la Personería Distrital, la Procuraduría y a todos los órganos de control. Todas ellas, sin lugar a dudas, estuvieron relacionadas con lo que nos sucedió a todos los miembros de esa organización de libre pensadores.

En el exterminio de Alma Máter se recuerda la muerte, en extrañas circunstancias, de Adolfo Altamar Lara y José Luis Martínez Castro cuando, el 4 de febrero de 2000, estalló en nuestra sede de reunión estudiantil un artefacto que nadie sabe qué fue ni cómo llegó a ese lugar. De allí en adelante, lo que vino fue el encarcelamiento de sus principales líderes, Reinaldo Serna y Humberto Contreras, con pruebas prefabricadas que a poco tiempo se desvanecieron, su liberación y su asesinato por manos criminales. También fue época de persecución a los líderes que asumieron la dirección de la organización y que finalizó con su desplazamiento y exilio. Fueron esos tiempos en los que sentíamos la presencia de las personas sospechosas rondando nuestras casas, los seguimientos en los lugares por donde nos movíamos y carros sospechosos vigilando nuestros movimientos, esas mismas camionetas de vidrios polarizados que después veíamos en los parqueaderos del DAS de la carrera 53. Fueron momentos pavorosos, de terror y que algunos de nuestras familiares también padecieron.

El vil asesinato de Humberto Contreras y Reinaldo Serna, después de quedar libres de su injusto encarcelamiento, siguen hoy sin esclarecerse totalmente. Si bien el Estado fue condenado por su responsabilidad en el caso de Serna y ciertos miembros de grupos paramilitares han reconocido el crimen, no es claro que sucedió con los responsables materiales e intelectuales de todos los hechos tenebrosos y criminales cometidos en la Universidad del Atlántico. Las víctimas de la universidad claman por justicia, verdad y, si se quiere, reparación.

Hoy, Alma Máter está presente y clama justicia.

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* Exmiembro de la extinta Alma Máter.

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