Campesino - Foto: Damián Domínguez

Campesino - Foto: Damián DomínguezPor: Jairo Alberto Uribe – marzo 31 de 2014

Ésta es una historia convertida en palabras: la del asesinato de uno de mis tíos en los límites entre Amalfi y Vegachí (Antioquia). Allí falleció de manera muy triste, como lo cuenta el poema, el señor Carlos Uribe Lopera.

Que quede para la historia: yo soy un campesino que juega con las palabras y quise decir de una manera poética una historia muy triste, que me arrancó grandes lágrimas al escribirla.

Carlos era un campesino,
con vida de asalariado:
laboraba en una hacienda
donde ordeñaba el ganado
fumigaba, traía cuido
y  los cerdos arreglaba.

Un día en la madrugada
fue a recoger el ganado,
se enfrentó con un fusil
que lo tenía apuntando,
y una voz que le gritó:
‘declárese capturado,
usted es un guerrillero
que está aquí mimetizado’.

Puso sus manos en alto
y medio paralizado,
sintió en su espalda un morral
y luego que ataron sus manos,
primera vez en la hacienda
que no se ordeñaba el ganado.

Y a cambio… ensillaron mulas,
aquellos hombres armados,
y escogieron lo mejor,
y por delante lo arriaron:
ganado, mulas y a Carlos,
a todos se los llevaron.

Ahí estaba un hombre que arriaba,
las vaquitas y las penas,
las penas lo matarían,
las vacas eran ajenas.

Después de un largo camino
y horas de estarlo buscando,
encontraron su cadáver
con efectos de un disparo,
dizque por ser guerrillero,
que estaba mimetizado.
La verdad, era un campesino,
campesino asalariado.

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