Guardia indígena del Cauca - Foto: Omar Vera
Los pueblos indígenas de Colombia han resistido más de cinco siglos de agresiones que ponen en riesgo su supervivencia.

Por: Omar Vera – agosto 26 de 2014

Los pueblos indígenas de Colombia han resistido más de cinco siglos de agresiones, extendidas desde la Conquista, pasando por la Colonia, hasta una era republicana que se sigue manteniéndoles sometidos a la negación de sus tradiciones y a difíciles condiciones de vida, que ponen en riesgo su supervivencia.

Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), en el país existen 102 pueblos, repartidos por todo el territorio nacional, pero excluidos territorialmente de las zonas de mayor riqueza, como los productivos valles interandinos y las grandes ciudades, de acuerdo con un mapa elaborado por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por su sigla en inglés) de Naciones Unidas.

Así, la concentración de estos pueblos en zonas aisladas de los principales circuitos económicos del país, junto a la histórica negación de sus derechos territoriales y culturales, y las constantes agresiones armadas a las que son sometidos por diferentes actores han definido una difícil situación en la que 35 de ellos se encuentran en grave riesgo de extinción étnica, según la Corte Constitucional.

Guardia indígena del Cauca - Foto: Omar Vera Decisión

De los 1’378.884 indígenas que, según el censo de 2005, hay en Colombia, unos 933.800 habitan en los apenas 710 resguardos reconocidos por el Estado. Mientras tanto, en prácticamente todo el país las comunidades luchan porque sus territorios colectivos sean respetados y no sean incluidos en ninguno de los grandes proyectos económicos que se llevan adelante en las regiones, especialmente de minería, petróleo, agroindustria, ganadería e infraestructura.

Para preparar esos grandes proyectos económicos, millones de colombianos fueron despojados de sus tierras y desplazados por la fuerza, entre ellos más de 70.000 indígenas. El reclamo de tierras fértiles y de ampliación de resguardos es fundamental para aquellos pueblos originarios cuya subsistencia se basa en la economía agraria y, por esta razón, se han multiplicado en los últimos años las movilizaciones para reclamar este derecho.

En la foto, la guardia indígena nasa del Cauca, durante la gran minga de 2008.

"Altísimo contraste" - Foto: Omar Vera

Altísimo contraste

De esos más de 70.000 indígenas desplazados, un alto número ha terminado engrosando la miseria de las abarrotadas ciudades colombianas.

Sólo en Bogotá, la alcaldía calcula en más de 6.300 la cantidad de indígenas desplazados que tienen a la capital colombiana como refugio. Allí, la situación de pobreza, las enfermedades adquiridas con el cambio de hábitat y la imposibilidad de mantener sus tradiciones culturales aumentan los riesgos para las personas de los pueblos originarios que pasan a tener la ciudad como hogar, principalmente las mujeres.

En la foto, una mujer embera katío, a pie descalzo, trata de cruzar la avenida Jiménez de Bogotá, colmada de motocicletas de la Policía.

Manaure - Foto: Omar Vera

Cambiantes

Esta tripleta de pobreza, violencia y exclusión viene empujando a los indígenas a cambiar sus usos tradicionales y a pasar de una economía campesina a ser trabajadores o insertarse en las economías definidas como estratégicas en las regiones.

En el departamento de La Guajira, los indígenas wayúu más pobres soportan la sed y la falta de alimentos propias del desierto, asunto que se ha agravado con el uso de grandes cantidades del líquido para la minería de carbón y el desvío del río Ranchería. Según denuncias, unos 14.000 niños wayúu han muerto de desnutrición recientemente y muchos adultos tienen graves problemas de salud por la misma causa.

Esto ha llevado a numerosos wayúus, uno de los pueblos más numerosos del país, a abandonar sus rancherías y sus tradiciones para dedicarse a buscar el sustento de otras maneras.

En la foto, un palero, trabajador de sol a sol de las salinas de Manaure durante años, se toma un descanso para sonreír.

Tejedora wayúu - Foto: Omar Vera

Tejedoras de saberes

Las mujeres wayúu, a diferencia de las de la mayoría de pueblos originarios del país, son las autoridades de su pueblo y las conservadoras de los saberes tradicionales, como la interpretación de los sueños. A las demás mujeres indígenas las une la difícil situación de discriminación que deben enfrentar a un mundo no indígena dominado por hombres y la necesidad de preservar su cultura, a pesar de la pobreza y la violencia que enfrentan.

En la foto, una mujer wayúu de una comunidad afectada por la mina de El Cerrejón enseña tejido a hombres y mujeres, dentro de un proyecto productivo autónomo que permite la búsqueda del sustento y la preservación de las tradiciones.

Si encuentras un error, selecciónalo y presiona Shift + Enter o Haz clic aquí. para informarnos.