Por: Omar Vera – junio 5 de 2017
Desde el pasado 10 de mayo, el Pacífico colombiano es escenario de un paro sin precendentes que ha venido juntando a la población afrodescendiente e indígena del Chocó, Buenaventura (Valle) y Guapi (Cauca). No obstante, la protesta en Buenaventura es la que ha cobrado más relevancia porque, a pesar de que por este puerto entre y salga la mayoría de las mercancías que determinan el comercio exterior de Colombia, sus pobladores no han recibido beneficio alguno por el papel fundamental que cumple su ciudad para la economía del país y, por el contrario, sufren la privación de sus derechos fundamentales y una constante violencia por parte del Estado.
Precisamente, esa violencia es lo que más se ha destacado desde que el 19 de mayo, al tercer día del paro en Buenaventura, fueran enviados por el Gobierno Nacional más de 2.500 efectivos de la Policía, el Ejército y la Infantería de Marina a aplastar la rebelión pacífica de la población principalmente afrodescendiente e indígena de la Ciudad Puerto: hasta el momento se registran al menos 320 personas heridas, muchas de ellas de bala; decenas de detenidos y cuantiosos destrozos en las viviendas y comercios debido a los constantes abusos de fuerza con que los uniformados, principalmente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía, han intentado disolver las concentraciones de los bonaverenses, lo cual ha generado violentos choques.
A pesar de esto, el paro cívico de Buenaventura continúa y ha dado un claro mensaje al país sobre cómo la población lucha con energía, organización y creatividad contra la exclusión y el racismo que sufre el Pacífico.
Danellys Estupiñań, quien hace parte del Comité Ejecutivo del Paro Cívico de Buenaventura y del Proceso de Comunidades Negras, destacó la importancia de esta histórica protesta para la gente de la Ciudad Puerto y su lucha por una vida digna, así como las razones para que el gobierno hasta el momento no haya ofrecido soluciones de fondo a las peticiones de la población y se haya concentrado en dialogar en medio de la represión.
Omar Vera: -¿Qué está pasando en Buenaventura?
Danellys Estupiñán: -De la situación de Buenaventura podemos decir que, aunque en este momento hay una coyuntura de paro cívico, es una situación histórica porque se han violado y se han desconocido los derechos de la población bonaverense desde hace mucho tiempo y que esto ha venido siendo agudizado por el conflicto armado que hoy todavía sigue existiendo.
Frente a las exigencias del pueblo de Buenaventura, frente a la reclamación de esos derechos legítimos, pero además también legales, que estamos agenciando en el marco de esta protesta social, la respuesta del Estado colombiano ha sido una respuesta militar y no una respuesta política, como el pueblo de Buenaventura esperaba pero además como debería ser en el marco de un ejercicio de gobierno que debe dar garantías a sus ciudadanos.
OV: -Poco después de iniciado el paro, lo que se da a conocer al país son los desórdenes que se han dado dentro de la ciudad con la llegada de la Policía. ¿Cómo valoran uds. esto?
DE: -Desde el Comité Ejecutivo del Paro Cívico se hicieron fuertes cuestionamientos frente a los hechos que se ocasionaron el día 19 de mayo: ¿cómo es posible que una ciudad totalmente militarizada, donde hay 2.500 efectivos entre Esmad, Infantería de Marina y Policía se logre que, en un lapso de más o menos seis horas, se vacíen o se desvalijen tres grandes tiendas de cadena y que la Fuerza Pública no haya hecho el control efectivo de eso? Nosotros, como pobladores, vimos que el saqueo inició más o menos a las siete de la noche y veíamos hasta las cuatro de la mañana personas trasteando electrodomésticos, lavadoras, camas, televisores […] y lo hacían en un escenario totalmente libre porque la Fuerza Pública en ningún momento llegó a hacer el control.
Despues de esta situación se quiso crear un ambiente de deslegitimación de al paro, pero claramente la población bonaverense miró, se cuestionó y empezó a plantear: bueno, ¿a qué horas se hizo todo esto, por qué se hace y por qué no aparecen los militares, pero sí aparecen en los puntos de encuentro para reprimir a la comunidad que está en actividades cívicas y comunitarias que no comprometen ninguna actividad bélica ni delincuencial?
OV: -Es evidente que hay un abuso de fuerza en Buenaventura y que pareciera que lo único que preocupara al gobierno es la situación del puerto. ¿Por qué está ocurriendo esto?
DE: -Buenaventura no es cualquier ciudad dentro de Colombia: es el primer puerto no solo de Colombia sino de Latinoamérica y ocupa también un nivel muy importante dentro del Pacífico mundial. Por lo tanto, es una esquina geoestratégica muy importante y dentro de toda esta aldea global no cumple cualquier rol dentro de la economía. Entonces, todos sabemos que estamos en el marco de unas políticas netamente neoliberales donde no importa la garantía de los derechos para las personas ni para las comunidades sino que la economía se siga moviendo.
En este marco, ellos han visto en riesgo, con esta manifestación social, que esa plataforma económica pueda estar desarrollándose de manera amplia y concreta. Creemos que esto tiene mucho que ver con esa repuesta militar que se ha recibido porque no nos estamos enfrentando a cualquier cosa: hay intereses trasnacionales gigantescos en Buenaventura y no estamos hablando de cualquier capital económico.
OV: -¿Por qué pareciera que la negociación no avanza?
DE: -El gobierno ha dilatado los diálogos como parte, también, de esa estrategia de enseñarle al pueblo de Buenaventura que así salga a las calles a protestar, que así se rebele frente a esa situación histórica de olvido, de discriminación y de racismo que ha vivido, no se va a superar. Es como un castigo para mostrarle que esa situación no se va a cambiar y, finalmente, dilatar el escenario en función de no adquirir un compromiso político y mantener la apuesta de derrotar miltarmente a la población.
OV: -¿Ud. cree que al Pacífico se le trata con racismo desde los grandes medios?
DE: -Sí, claro. Hay una relación racista que se devela precisamente en este escenario de protestas. Por ejemplo, nosotros hemos recibido entrevistas en las que nos preguntan quién está financiando este paro, quién está detrás de este paro. No pueden creer que la comunidad negra de Buenaventura esté organizada y movilizándose sin que haya una fuerza superior atrás. Allí hay un análisis racista de la situación porque desconfían además de la capacidad de movilización de la misma gente.
Además, nos han mantenido mucho tiempo en el olvido y creen que no pensamos, que no somos capaces de liberarnos políticamente, que no estamos en la capacidad política y organizativa de movilizarnos y mantener una protesta del nivel que ha sido la de Buenaventura.
OV: -¿Y desde el gobierno?
DE: -Las políticas centrales también evidencian eso: lo que hay hoy para Buenaventura y todo el Pacífico es una política de muerte, no es una política para garantizar derechos, porque compromete el escenario fundamental para la vida de la gente del Pacífico: el derecho al territorio que es el espacio de vida.
Esa política lo que hace es traficar nuestros territorios, venderlos, trasnacionalizarlos y, en ese marco, se crea toda una estrategia bélica para poder complementar esa estrategia y, finalmente, lograr un cometido que es desterritorializarnos, que es depojarnos de un territorio que hoy vale oro.
Frente a eso, yo diría que sí hay una mirada racista y que, precisamente, esta se devela a través de esas políticas de muerte o necropolíticas que se imprimen en Buenaventura para mantener el capital y para que la gente siempre deba estar en un nivel muy inferior, que no le permita ni siquiera reaccionar frente a su realidad social. Pero, en este momento hemos reaccionado.
Buenaventura es un espejo de lo que es Colombia, así trata Colombia a sus comunidades étnicas, así trata Colombia el derecho a la diferencia. ¿Y cómo la trata? Erradicándola. Y es precisamente lo que estamos viendo […] Hoy necesitamos que el pueblo colombiano comprenda esa situación y que pueda dimensionarla en el nivel que es: una masacre a una población que está exigiendo justamente lo que se merece. ¿Y por qué se le masacra? Pues porque es una comunidad étnica y, al parecer en este momento histórico y en este contexto, nosotros no tenemos derecho a vivir con dignidad.
OV: -¿Hasta cuándo va a mantener la gente el paro?
DE: -No sabemos porque el paro se mantiene hasta que los pobladores de Buenaventura sigamos teniendo fuerza, sigamos resistiendo. Eso no lo definen ni los del Comité Ejecutivo sino el mismo pueblo de Buenaventura, nosotros mismos. Para nosotros el paro es indefinido.
Cada vez que hay una arremetida, la gente sale con mayor fuerza a la calle a reclamar lo que digna y legítimamente se merece. Nosotros, en este momento, vemos un nivel de resistencia muy fuerte, generalizado en la población, y los hechos violentos con los que han querido acallarla o deslegitimar el paro lo que han generado es mayor movilización social en las comunidades […] Lo que creemos es que sí hay una fuerza motivada por una situación histórica de olvido que no aguanta más y esto se devela en las consignas que la gente dice: ‘nos han quitado tanto que ya nos quitaron hasta el miedo’.
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