Agosto 11 de 2009
A partir del anuncio realizado por el presidente Álvaro Uribe Vélez de permitir que Estados Unidos utilice siete bases militares en territorio colombiano se generó un fuerte malestar en la opinión pública latinoamericana, motivo por el que el presidente realizó una gira diplomática por siete países latinoamericanos.
El anuncio de la negociación del acuerdo con Estados Unidos desató el abierto rechazo de los presidentes de Venezuela, Ecuador, Brasil y Nicaragua, y la declaración tácita del gobierno boliviano en contra del acuerdo militar con los Estados Unidos. Uribe, a su vez, visitó Perú, Chile, Brasil, Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay con el objetivo de “abordar los temas del terrorismo en Colombia, sus riesgos y los asuntos relativos a la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur)”, según reportaban medios locales, previo al encuentro de dicha organización el 10 de agosto en Quito.
No es coincidencia que, luego de estallada la crisis diplomática con Venezuela y Ecuador, y justo antes del encuentro de Unasur, en unos encuentros a puerta cerrada que no tenían posibilidad de difusión por medios de comunicación, el presidente que es epicentro de los debates políticos y militares en Latinoamérica decida generar unos espacios bilaterales para la conversación con naciones que, según él, podrían entender esta nueva estrategia tejida desde el Norte hacia el Sur. Según el gobierno de Uribe, la idea es que las bases serían comandadas por militares colombianos y desde allí no se prepararían operaciones para el ataque a naciones vecinas.
La gira muda se desarrolló por medio de conversaciones rápidas y silenciosas con los presidentes de esos países, de manera que, según voceros oficiales, no se agudizara la crisis diplomática con Venezuela y Ecuador, y luego de que los presidentes de Brasil, Lula da Silva, y de Chile, Michelle Bachelet, plantearan a Uribe explicar su decisión ante el Consejo de Defensa Sudamericano de Unasur.
Para el gobierno colombiano, el tema central del apoyo militar de Estados Unidos al gobierno colombiano se encuntra en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico en Colombia. Esta situación más que darnos respuestas nos deja profundos interrogantes de la efectividad de los apoyos que se han dado las últimas décadas de parte del país del norte.
Uno de estas preguntas, analizando los resultados de la aplicación del Plan Colombia, es si la amplia inversión militar de Estados Unidos en nuestro país ha buscado realmente disminuir la producción y el tráfico de estupefacientes –que aumentaron en un 15% y un 25%, respectivamente, en los diez años de aplicación de este plan, según la Contraloría de ese país– o si, más bien, con el nuevo acuerdo de cooperación militar se estaría garantizando una fuerza militar que contrarreste el potencial de los países que en la región están optando por un distanciamiento de Washington, comenzando por Venezuela, Ecuador y Bolivia.
También cabe preguntarse las razones que tiene el mandatario colombiano para realizar una gira muda y soterrada por el continente, mientras Hugo Chávez cuestiona abiertamente el tema de las bases de Estados Unidos, pues lo considera una amenaza para la construcción de nación y para la democracia en Latinoamérica.
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