Por: Antígona Gómez – marzo 24 de 2017
Pasa el tiempo, él sigue su curso y atrás se queda nuestro derecho a saber y la sanción social a todo aquello que no debería ocurrir en humanidad.
Ya han pasado once años desde que te llevaron. Once años de persistencia recurrente y de luchar por tus derechos, los nuestros y los de la sociedad en su conjunto. Once años en los que las instituciones del Estado no dan respuesta a nuestro anhelo, a nuestra necesidad y a su obligación. Once años de llevarte en la memoria, de hacerte parte de la dignidad, de recordarte y caminar contigo caminos que conduzcan a la construcción de una sociedad más decente. Once años en los que decir verdad y justicia no se desligan de imaginar un país más justo, un país donde el daño al otro, su eliminación física y simbólica no sean la manera de lidiar con quienes piensan distinto. Once años en los que este país lo pensamos desde el necesario fin del conflicto armado interno y de aquello que permanente se quiere desconocer: la violencia del Estado.
Han sido años de trabajo incansable por la paz, años en lo que, incluyendo los derechos que tenemos como personas a las que la violencia marcó, se ha puesto en el centro de este caminar como objetivo principal una Colombia sin violencia y un país que camine hacia su transformación positiva.
Batallamos por el ‘sí’ y cuando el ‘no’ ganó pusimos todo el esfuerzo en que se firmará el acuerdo de paz. El triunfo del ‘no’ nos sorprendió con retrocesos para una gran porción de quienes han sido victimizados en este país y la implementación inicial del acuerdo ratifica que un gran porcentaje del Estado, el gobierno, la clase política, los medios de comunicación y la sociedad sigue siendo sordo a nuestro dolor, a nuestras propuestas, derechos y contribuciones a la paz.
Buscamos verdad y sanción social no por capricho, no repitiendo acríticamente el estribillo de la justicia transicional sino porque somos conscientes de que son fundamentales para la sanación, el duelo y el ‘nunca más’. No imaginamos conocer la verdad solo para tenerla o recordar solo para hacer memoria. Verdad y memoria son para nosotros y nosotras cimientos para transformar este país, semillas que, como nosotros y nosotras, son indispensables para construir esa otra Colombia que se aleje de la que hasta ahora nos ha dado vida desde la muerte.
Estos once años sirven para ratificar que el camino de Creonte no es la solución y que, al tiempo que alzamos la voz y exigimos los derechos que el Estado está obligado a materializar, avanzamos en procesos propios de memoria y justicia, nunca desde la venganza o la negación del otro sino desde la dignidad y la propia convicción de que solo habrá cambios con sujetos abiertos a transformar la opresión en libertad en el día a día.
Son once años de llevarte en el corazón, son también once años de pensar permanente por dónde caminar. El horizonte sigue estando lejano. El trayecto es largo, no es fácil, pero sigue plagado de aliento, de dignidad y de necesidad de producir vida. No queremos más muerte. Por eso, hoy que te recuerdo, exijo Paz sin más líderes asesinados.
Siempre en mi corazón, en mi memoria, en mi diario caminar. Te extraño, papi.
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