Por: Johanna Cassaleth – septiembre 22 de 2009
En un nuevo intento de retornar la presidencia de Honduras, el pasado lunes 21 de septiembre, Manuel Zelaya llegó sorpresivamente a Tegucigalpa después de casi tres meses de haber sido sacado por la fuerza del su país, en un golpe de Estado, y se instaló en la embajada de Brasil.
“Estamos dispuestos a resistir, capaces de asumir cualquier riesgo y con una profunda fe en que este problema se va a resolver”, dijo el presidente constitucional de Honduras en declaraciones a Radio Globo, agregando que mantendrá la lucha pacífica por el restablecimiento del orden constitucional y llamó a la población a defender sus derechos.
El presidente Zelaya señaló, además, que Honduras es su patria y no tenía por qué estar fuera de ella, aludiendo a que el gobierno de facto de Roberto Micheletti ha amenazado con detenerlo en cuanto pisara suelo de la nación centroamericana. También denunció que, en la madrugada del martes 22, se presentaron actos de represión contra las más de 20.000 personas que apoyaban al depuesto presidente en los alrededores de la embajada. Allí, según denuncia el mandatario constitucional y corroboran los pocos medios independientes que se mantienen en el país, la policía, los militares y francotiradores apostados sobre los edificios vecinos agredieron a la multitud y dispararon armas de fuego contra ella, lo que habría ocasionado la muerte de al menos una persona.
El presidente de facto de honduras, Roberto Micheletti, negó que los uniformados hayan atacado a los manifestantes y argumentó que sólo respondieron para repeler supuestos ‘actos de vandalismo y saqueo’, versión a la que se plegaron algunos medios. El golpista reiteró que no devolvería el poder a Zelaya porque, según él, habría perdido sus derechos y la presidencia en el momento en que quiso cambiar la constitución de Honduras. Agregó que Brasil, al haber permitido que Zelaya se mantuviera en su embajada, tenía dos opciones: otorgarle el asilo político o entregarlo a las autoridades.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo desde Nueva York, durante la asamblea general de la ONU, que Brasil está haciendo lo que “cualquier país democrático haría” al otorgar refugio a Zelaya en su embajada. También le sugirió a Micheletti aceptar una solución negociada y democrática, que permita el regreso de Zelaya al poder. “Lo que debería suceder es que los golpistas deberían dar un lugar a quien tiene derecho a estar en ese lugar, que es el presidente democráticamente elegido por el pueblo”, declaró Lula.
El gobierno de Micheletti ha declarado el toque de queda en Tegucigalpa, mientras que en la embajada fueron cortados todos los servicios de acueducto, energía eléctrica y líneas telefónicas. Además, no se permite el ingreso de alimentos ni agua, lo que ponen en una situación precaria a los más de 70 ocupantes de la misión diplomática, que incluyen al presidente Zelaya, su familia y colaboradores más cercanos, los funcionarios de la representación brasilera, algunos periodistas y varios menores de edad.
También se han cerrado los accesos a Tegucigalpa y se han militarizado todos los aeropuertos de la ciudad, con el fin de impedir que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, pudiera arribar a Honduras para cumplir de mediador entre Zelaya y Micheletti.
Zelaya convocó al pueblo hondureño a manifestarse desde sus casas en contra de gobierno golpista, para no ser atropellarlos por las autoridades hondureñas, señalando que no se entregaría a las fuerzas militares, pues “fueron ellos quienes rompieron las leyes para derrocarme”.
La aplicación de la ley marcial por parte de los golpistas deja un total de 26 heridos, según asegura el líder sindical Luis Santos Madrid, quien también denuncia que se embiste indiscriminadamente a los manifestantes usando vehículos de la policía, que ha intentado incluso pasar con una patrulla sobre las personas lesionadas.
Evo Morales, presidente de Bolivia, pidió a Micheletti que renuncie a la presidencia y que le regrese el poder al Zelaya, mientras invitó a la comunidad internacional a exigir al gobierno de facto que se respete la vida de Zelaya y la integridad de la sede diplomática de Brasil.
La situación en Honduras se calienta al pasar las horas, mientras la mayoría de los países de América Latina reclama que Zelaya ,el presidente constitucional, retorne al poder.
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