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Septiembre 25 de 2009

La consulta interna que el Polo Democrático Alternativo (PDA) realizará, el próximo 27 de septiembre, para elegir a su candidato a la Presidencia de la República definirá el rumbo de la oposición política en Colombia y las condiciones internas con las que esta coalición de izquierda enfrentará a Álvaro Uribe en su propósito de reelegirse.

Sin embargo, la lucha de tendencias al interior del Polo y la falta de un trabajo en unidad que consolide una mejor relación con el pueblo en general hacen de esta consulta un momento de duras definiciones que determinarán la supervivencia del primer proyecto unitario de izquierda en la historia Colombiana.

La decisión de los electores no girará solamente en torno a si Carlos Gaviria, Edison Lucio Torres o Gustavo Petro es el candidato de la colectividad para las elecciones presidenciales de mayo, el año próximo, sino que tendrá necesariamente que pasar por el tipo de partido que se definirá a partir del día siguiente a la consulta.

El Polo no se conforma hoy como un solo partido, unido en torno a un programa político, que define unas formas de organización y lucha política para llevarlo a cabo, sino como una suma de tendencias que intentan construir una organización a la medida de sus intereses y objetivos, lo cual ha impedido el desarrollo político de la izquierda, que se pretendía al conformar este proyecto.

De un lado, la izquierda real o ‘radical’, como prefiere llamarla el sector más apegado a la política tradicional de derecha dentro del
PDA, se debate entre permitir que el Polo se convierta en un aparato electoral más, construido exclusivamente mediante avales, candidaturas y participación en el parlamento y los órganos locales del poder estatal, o si el partido finalmente se legitimará por un
activo trabajo de educación política entre la población, que defina un crecimiento real de su base y de la movilización social que reclama conscientemente un nuevo modelo de país.

La ‘izquierda izquierda’, conformada por las organizaciones provenientes del Frente Social y Político –como el PCC, el MCP, el MODEP y Otra Colombia Posible–, el MOIR, el PUP y otras agrupaciones y personalidades que le apuestan a que el Polo sea el referente de las transformaciones sociales profundas que el país requiere y que no han sido posibles dentro del esquema de poder político que hoy rige a Colombia, se agrupa hoy en torno a la candidatura de Carlos Gaviria e intenta que el partido retome las banderas de la lucha social, como lo exigen el ideario de unidad y los estatutos de la colectividad.

En la contraparte, desde que el PDA se conformó, la ‘derecha de la izquierda’ prefiere un partido que no se enfrente tan directamente al poder de turno, acomodándose hábilmente al momento político para no asustar a quienes gobiernan el país, pues sólo busca acceder a los escenarios de representación política como agente de oposición ‘domesticado’, sin proyecto de país a largo plazo y constituido de manera transitoria según los potenciales electorales de sus principales voceros.

La ‘derecha de la izquierda’ se encuentra fragmentada, al depender del prestigio de sus representantes y de las frecuentes pugnas entre los mismos. Sin embargo, su poder se hizo sentir en la composición del congreso del partido en febrero y en la elección del actual comité ejecutivo. Por eso, no sorprende la manera en la que algunos de los senadores del Polo, incluido Gustavo Petro, respaldaron la elección del ultra conservador y fanático religioso Alejandro Ordóñez como Procurador General de la Nación, o las maniobras de Parmenio Cuéllar para hundir el proyecto de matrimonio gay, contrariando en ambos casos el propio programa del PDA.

Sin embargo, no pude identificarse sólo a la socialdemocracia y a sectores reformistas con este planteamiento, porque sus planteamientos y orígenes son de lo más diverso y hasta contradictorio. Mientras viejos políticos tradicionales, como Jesús Bernal Amorocho o Jorge Guevara, ingresaron al PDA en busca de votos y de una organización menos desprestigiada para competir en las
lides electorales, otros juegan con las alianzas para impulsar sus propios proyectos políticos, aún a costa de la frágil unidad de un partido que apenas gatea.

Tampoco puede pensarse que, en medio del sectarismo que han despertado para aislar a la izquierda ‘radical’ del PDA, algunos no jueguen hacia el mismo lado que ésta para poder potenciar sus aspiraciones electorales. Tal es el caso del actual presidente del PDA, Jaime Dussán Calderón, y del alcalde de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, quienes otrora fueron los abanderados, junto con Petro, de los señalamientos a la izquierda de ser aliados del ‘terrorismo’ o de ir en contra del propio partido al no disolver a sus organizaciones. Hoy apoyan a Carlos Gaviria con un criterio meramente pragmático, para preservar el Polo, mientras en sus actuaciones concretas imponen sus criterios sobre los de la colectividad o tratan de darle un vuelco hacia la vieja forma de hacer política.

Dussán, un viejo líder sindical del magisterio, no sólo es hoy uno de los barones electorales del Polo, pues aporta votaciones que definen la diferencia entre la derrota y el triunfo en las urnas para cargos como la Alcaldía de Bogotá, sino que sigue siendo el dirigente del PDA más cercano al cuestionado expresidente Ernesto Samper Pizano y, según fuentes internas del partido, estaría buscando mantenerse en la presidencia de la colectividad aún después de la consulta, desconociendo que el congreso amarillo definió que Carlos Gaviria Díaz ocupara de nuevo este cargo luego de terminada su precandidatura.

El cierre injustificado y forzado del Periódico POLO, único medio masivo de comunicación del partido que impulsaba el propio Carlos Gaviria; los despidos injustificados de funcionarios, principalmente de la administración del PDA, para reemplazarlos mediante cuotas burocráticas por personas afines a Dussán; las jugadas políticas para que la comisión de finanzas adecúe los presupuestos de la organización a ciertos intereses; y la creciente influencia que tanto Dussán como Samper ejercen sobre las principales instituciones del Distrito Capital demuestran que se están presentando acomodamientos políticos para transformar al partido amarillo y adaptarlo a los intereses de uno de los sectores que tradicionalmente han gobernado al país, empleando el clientelismo y la corrupción como herramientas.

Mientras todo esto pasa en el Polo, Carlos Gaviria, Gustavo Petro y Edison Lucio Torres siguen adelante con sus campañas. Gaviria, el precandidato con mayor apoyo en el PDA, camina hacia un muy seguro triunfo con una campaña que resalta el valor, la ética humanista y la convicción democrática que siempre le han caracterizado; Petro, que había perdido una importante influencia por sus ‘reacomodamientos ideológicos’ hacia la línea dura gobiernista antes de la consulta, mantiene un enérgico proselitismo para cambiar las cuentas a su favor; y Torres, un dirigente regional del partido hasta hace poco desconocido en el ámbito nacional, libra una valerosa batalla por ser reconocido y votado, compitiendo con estas dos figuras nacionales.

Los resultados de la consulta del próximo domingo serán estudiados la próxima semana por comité ejecutivo del Polo, para definir la reorganización del partido de cara a las elecciones presidenciales. El futuro de la oposición legal en Colombia dependerá de las decisiones que allí se tomen y de si sus integrantes optan por el pragmatismo electoral y el desconocimiento de la voluntad de las mayorías, o por fortalecer un polo unitario, con criterio de avanzada y que ponga la cara con sinceridad al país, para demostrar que otra Colombia sí es posible y que una política de izquierda transparente, libre de componendas y comprometida con las necesidades
del pueblo es la principal herramienta para construirla.

 

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