Acordeón - Foto: Kike Barona.
Pocos entendieron el verdadero significado de la declaración del vallenato como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Acordeón - Foto: Kike Barona.
Acordeón – Foto: Kike Barona (cortesía).

Por: Eduardo Márquez G. – diciembre 9 de 2015

Pocos entendieron el verdadero significado de la declaración del vallenato como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y su inclusión en la Lista de Salvaguardia Urgente por parte de la Unesco. La alegría colectiva que esta noticia ha producido es comparable a que hiciéramos fiesta porque organizaciones internacionales para la protección del medio ambiente declararan una alerta mundial por las 641 especies animales en vía de extinción, la mitad de ellas en peligro inminente, que tenemos en Colombia.

Leamos apartes de la declaración del organismo de la ONU: “Actualmente, la viabilidad de este elemento del patrimonio cultural afronta una serie de amenazas, en particular las derivadas del conflicto armado existente en el país, exacerbado por el narcotráfico”.

Y ojo con este comentario que hace un llamado de urgencia sobre la actual degradación de nuestro género musical: “un nuevo tipo de vallenato está marginando el género musical tradicional y atenuando el papel que éste desempeña en la cohesión social”.

Así que bajémosle el tono al entusiasmo y, más bien, mirémonos en el espejo de la realidad: la vulgar comercialización de un vallenato meloso y traqueto que con frecuencia se pone al servicio de los corruptos responsables del deshonroso primer lugar en crecimiento de pobreza y los más altos índices de desnutrición en Colombia que registra la Costa Atlántica, según el Banco de la República. Mientras el promedio nacional de desnutrición es del 38%, ¡en la Costa es del 70%!

La Unesco también puntualizó: “Cada vez se usan menos los espacios callejeros para las parrandas vallenatas, con lo cual se corre el peligro de que desaparezca un medio importante de transmisión intergeneracional de los conocimientos y prácticas musicales”.

Entonces, mejor propongamos un debate nacional que nos permita rescatar el canto de los juglares nacido en la antigua provincia de Padilla –sur de La Guajira, norte del Cesar y oriente del Magdalena– porque, de esa manera, estaríamos salvaguardando no solamente uno de los más importantes elementos para la consolidación de nuestra cultura costeña sino un género musical colombiano por excelencia.

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