Talleres en el Cento Social y Cultural La Bodega - Foto: Lorenza Baroncelli.
Después de 10 años de labores por el arte y los jóvenes, la Alcaldía desalojó el Centro Social y Cultural La Bodega.
Talleres en el Centro Social y Cultural La Bodega - Foto: Lorenza Baroncelli.
Talleres en el Centro Social y Cultural La Bodega – Foto: Lorenza Baroncelli.

Por: Omar Vera – enero 23 de 2016

Luego de 10 años de labores por el arte y los jóvenes, el pasado 21 de enero, la Alcaldía Local de Kennedy en Bogotá desalojó el Centro Social y Cultural La Bodega.

La Bodega surgió como un esfuerzo colectivo de un grupo de jóvenes que ocupó una edificación abandonada del barrio Carvajal en 2005, lo rehabilitó y se dedicó, de forma ininterrumpida, a ofrecer un espacio para las iniciativas de la comunidad que buscaban mejorar sus condiciones de vida y para promocionar el arte y la cultura. Sin embargo, debido a que el predio pasó a manos de la Empresa de Acueducto de Bogotá, el actual alcalde de la localidad de Kennedy, Henry Moreno Torres, inició a mediados del año pasado un proceso para desalojar a los integrantes del colectivo cultural y habitantes del inmueble, sin ofrecerles alternativas ni facilitar el diálogo. Todo esto terminó el jueves, cuando la Policía ingresó a la fuerza en el local.

En entrevista con El Turbión, Ricardo Rubio, uno de los fundadores de La Bodega, relató lo sucedido el día del desalojo y habló sobre la importancia de este espacio para la comunidad.

Periódico El Turbión: –Ricardo, ¿cómo nace La Bodega?

Ricardo Rubio: –Nosotros llegamos en el año 2005 y encontramos el espacio ‘desocupado’: había habitantes de calle residiendo en él, se estaba convirtiendo en una ‘olla’ y era el sector más peligroso del barrio Carvajal.

Cuando nosotros ingresamos, hicimos un acuerdo con los habitantes de calle y empezamos a adecuar el espacio: no tenía sanitarios ni cableado, ningún servicio. Nosotros, poco a poco y con el esfuerzo de muchos compañeros, fuimos levantando el lugar.

PET: –¿Cuándo empieza el problema con la Alcaldía Local de Kennedy?

RR: –Ya llevábamos trabajando casi 11 años, hasta que, en junio del año pasado, empezó el alcalde [local] a presionar la restitución del inmueble, aludiendo que el acueducto lo había comprado en 2006.

Nosotros habíamos interpuesto el 18 de diciembre una acción de posesión por prescripción. Se le notificó al alcalde local, pero él ha hecho caso omiso a ese proceso judicial y el 12 de enero, en cuanto nos dieron la notificación de desalojo, nosotros colocamos una tutela. Preciso, al día siguiente entraron en paro los juzgados y no pudimos lograr una respuesta a la tutela.

PET: –¿Cómo fue el operativo de desalojo?

RR: –Estábamos solicitando que se nos diera un plazo mientras que salía la respuesta a la tutela, pero no, desde las 8 am estábamos en la diligencia policial. Había menores de edad, personas de la tercera edad, pero no, igual seguían con la [Fuerza] Disonible [de la Policía] allá presionando y se nos fueron metiendo a la fuerza. Además, de las cosas que le decíamos a la persona que iba haciendo el acta [de desalojo], ésta las iba tergiversando en el documento, diciendo que nosotros habíamos permitido el ingreso de la Policía con nuestro beneplácito, cosa que no fue cierta.

PET: –¿Qué tipo de actividades se realizaban en La Bodega?

RR: –Se hacían conciertos de diversos géneros, buscando escenarios de tolerancia y de encuentro entre los jóvenes. Estábamos realizando […] funciones [de teatro] que se presentaban en Semana Santa de manera gratuita para la comunidad. Se daban unos talleres para niños, había un cine club, se dictaban también talleres de kung-fu y últimamente estábamos trabajando con capacitaciones para escenógrafos de diferentes partes del país. Esa era la forma en la que veníamos avanzando en el trabajo.

PET: –¿Qué va a pasar con estas labores, ahora que han sido desalojados del inmueble, a pesar de que uds. llevaban más de 10 años aprovechando este espacio?

RR: –Lo que le decíamos al alcalde [local]: realmente lo que nos están haciendo es una estocada a muerte porque salimos con una cantidad de materiales que no tenemos dónde guardarlos ni tenemos un sitio de residencia. Comenzar otra vez desde ceros es muy complicado.

Este trabajo estaba dando sus frutos poco a poco: habíamos logrado una invitación a la Bienal de Turquía a presentar el proyecto como una forma de apropiación de la ciudad y como escenario visible que terminaba incidiendo en aquella. Todo este trabajo no lo tomó en cuenta el alcalde local, le mostramos que habíamos hecho algunos convenios con el Ministerio de Cultura, la Secretaría de Cultura y con la misma Alcaldía Local, a la cual se le había brindado el espacio de manera gratuita para sus actividades. Todo esto lo omitió, a pesar de que se supone que tenía conocimiento de nuestra situación, del trabajo acá, de la permanencia. Se supone que el hecho de que la Alcaldía Local nos reconociera nos daba el derecho de que, mínimamente, nos garantizara una reubicación.

En este momento estamos en la zozobra y, realmente, con la cabeza turbada y ya con pocas ganas de seguir trabajando. Uno trabaja en pro de la comunidad, de la sociedad, por un país diferente, para generar espacios de tolerancia y de paz a través de la cultura, pero no, el mismo gobierno termina pisoteando estas propuestas que nacen de los diversos sectores, de los jóvenes, de los barrios, de las universidades. Están hablando de negociaciones de paz, pero es a la población civil a la que el gobierno está golpeando día a día, vulnerando sus derechos.

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* Esta nota contó con la colaboración de Christian Peñuela.

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