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Por: Chamán* – marzo 9 de 2006

El pasado 8 de marzo, en los predios de la Universidad Nacional (UN), durante una protesta estudiantil contra la firma del TLC, fue herido de gravedad el joven Óscar Leonardo Salas, estudiante de la carrera de lingüística de la Universidad Distrital (UD) que contaba con apenas 20 años, quien muriese el día de hoy, luego de haber sufrido un paro cardio respiratorio y muerte cerebral, producto del impacto de una granada de gas lacrimógeno que, de acuerdo con los testigos, fue disparada contra su rostro a corta distancia por agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD).

Desde tempranas horas de la mañana, numerosos estudiantes de la UD, entre quienes se encontraban los amigos y compañeros de clase de Óscar Leonardo y algunos de sus familiares, se reunieron en asamblea en el auditorio Hermanos San Juan de la Sede Macarena de esta casa de estudios, al cabo de la cual decidieron convocar al conjunto de la Comunidad Académica para movilizarse y exigir que se encuentre, juzgue y sancione a los responsables de este vil asesinato.

“Sabemos que los causantes de esta muerte son los señores del ESMAD y nos preocupa que esta situación es cada vez más frecuente, cuando este cuerpo reprime las manifestaciones de los estudiantes de las universidades públicas”, declaró uno de los participantes de la marcha de protesta que recorrió, en horas de la tarde, las calles del centro de la ciudad para desembocar en la UN.

Luego de reunirse en una nueva asamblea con los estudiantes de la Un, el nutrido grupo decidió recorrer los alrededores del Alma Máter, en un acto simbólico en el que muchos de ellos portaron flores, encendieron velas y se cubrieron el rostro, para arribar a la Clínica Fundadores, lugar en el que fue atendido durante su agonía el joven, y realizar un mitin de solidaridad con sus familiares y de denuncia de la agresión policial.

Durante el emotivo acto, que se extendió hasta las 6pm, el padre de Óscar Leonardo agradeció a los participantes su asistencia, diciendo que su hijo “al igual que muchos jóvenes críticos colombianos, soñaba con una Colombia diferente y su muerte no debe quedar en la impunidad, ni debe verse frustrado su ideal: en uds. está continuar luchando por conquistar el sueño de mi hijo”.

Desde su creación, el ESMAD ha estado implicado en distintos asesinatos de jóvenes de diversas extracciones. El más reciente caso en la UN fue la muerte de Carlos Giovanny Blanco, ocurrida el 7 de noviembre de 2001 por un disparo al corazón. Adicionalmente, durante el año anterior fueron ampliamente conocidos los casos de Nicolás Neira, un joven de apenas 17 años de edad que falleció como producto de las contusiones sufridas en su cráneo por una golpiza propinada por 6 agentes el 1 de mayo en Bogotá; de Belisario Camayo Guetoto, joven indígena de 16 años muerto de un disparo en la cabeza durante el operativo de desalojo de la hacienda El Japio en Caloto (Cauca); y de Johnny Silva, estudiante de 21 años de la Universidad del Valle, asesinado de un tiro en su nuca aparentemente disparado desde una tanqueta en la ciudad de Cali.

En horas de la tarde se conoció la noticia del cierre de las instalaciones de la UD y el posible cierre de la UN durante todo el día de mañana, a pesar de que, con motivo de las elecciones legislativas del próximo domingo 12, la solicitud gubernamental de cierre sólo se produciría a partir del medio día. Adicionalmente, los estudiantes de la UD denunciaron la presencia de efectivos del ejército en las inmediaciones de la Sede Macarena y temen una militarización del campus.

Luego de la actividad de denuncia, los estudiantes convocaron a sus compañeros a reunirse en la entrada de la Sede Macarena de la UD para preparar nuevas movilizaciones de protesta, denunciar el crimen y acompañar el cortejo fúnebre de Óscar Leonardo Salas. Además, han hecho un llamado a las directivas de ambas casas de estudio para que cumplan su responsabilidad en exigir a la Fiscalía, a la Procuraduría y a las demás instituciones encargadas de investigar y sancionar estos abusos, que éstos hechos no se queden en la impunidad y que las universidades públicas no sigan siendo víctimas de tales agresiones, ya que, como lo manifestaba uno de los voceros de la protesta: “el Estado está acallando las voces críticas de los estudiantes, recurriendo a la violencia y negando la esencia misma de la Universidad: ser un espacio para la discusión académica sobre la situación de nuestro país”.

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