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Por: Andrés Gómez – 6 de abril de 2010

Una de las afirmaciones sobre las que se basan los mega proyectos de extracción petrolera es que el bien general prima sobre el bien particular y que, al ser necesaria la explotación de petróleo para la economía y progreso del país, las exploraciones y posterior extracción no pueden ser detenidas. Sin embargo, los habitantes de Tauramena (Casanare) piensan diferente: indígenas, labriegos, ganaderos y habitantes del municipio y de veredas cercanas han visto los daños que ha ocasionado en sus fincas el uso de explosivos para la toma de muestras del subsuelo, con las que se determina qué tipo de gases o líquidos se encuentran bajo la tierra, y han presenciado con preocupación la dramática reducción de los caudales de los ríos. Muchos pobladores temen que el ecosistema haya sido transformado de manera irremediable y que tienda a empeorar, al ser Casanare declarado departamento petrolero.

 

Los ríos de la región se han reducido en un 60%, dicen pobladores de difentes veredas cercanas a Tauramena y muchos de ellos responsabilizan a la multinacional British Petroleum (BP) de dichos daños ambientales y sus consecuencias, como lo es la escasez de agua: “en verano, los ríos bajaban crecidos, hoy se pueden pasar por las piedras”, dice Armando, un habitante de Tauramena. Las denuncias afirman que la petrolera BP ha engañado a campesinos de la región, diciéndoles que las tuberías que derivan el agua de los ríos al pozo petrolero tienen un diámetro menor del que realmente tienen y, de esta manera, usan más líquido vital del que les es permitido para inyectar en los pozos, que termina muy contaminado al final del proceso.

El requerimiento de agua para la extracción de petróleo por parte de la transnacional, al parecer, ha crecido porque en dos años se terminará su contrato con el Estado y, debido a ello, no les basta con el acueducto industrial que desde 1997 alimenta sus perforaciones, dado que necesitan enterrar millones de metros cúbicos para extraer petróleo.

Sin embargo, la extracción de petróleo mediante la inyección de agua no ha sido la única causante de la disminución de los caudales de los ríos que bañan las planicies casanareñas. La exploración sísmica, que emplea cargas explosivas a profundidad, ha causado que las aguas subterráneas se vean afectadas y, de igual manera, el ecosistema de Casanare, que depende del líquido para alimentar la vida de las llanuras.

La BP, en respuesta a las denuncias de los habitantes, manifiesta estar en capacidad de realizar sus proyectos sin que el medio ambiente se vea afectado y que sus técnicos toman las precauciones previstas en las normas para no tener impactos en el ecosistema. Una de las formas de compensar los daños ambientales, según la empresa, es apoyar con dineros la siembra de árboles en las cabeceras de los ríos, pero, según lo expresado en las denuncias, los árboles que siembran son pinos u otros árboles maderables, de alta salida comercial, que poco sirven al ecosistema y que por el contrario lo afectarían dramáticamente: los pinos secan la tierra y la acidifican.

Sebastián, habitante de Tauramena, critica que “aparte de secar los ríos, nos siembran árboles que no nos sirven y si [los habitantes] siembran plantas nativas dicen que no sirven a sus propósitos”. Desde hace mas de 25 años, la empresa Refocosta importó semillas de pino y eucaliptos de Nueva Guinea, América Central y Australia, llevándolas al Casanare bajo el argumento de que las especies nativas no sirven a la industria maderera, industria con la que supuestamente se pretende disminuir el impacto del hombre en el medio ambiente.

Otro efecto de la explotación petrolera en Tauramena es el aumento de la temperatura. Según Alirio Correa, poblador del municipio desde hace más de 50 años, anteriormente la temperatura oscilaba entre los 26 y los 28 grados centígrados y ahora alcanza entre los 32 y los 34 grados centígrados. El cambio brusco de temperatura, dicen los pobladores, se debe a las teas que queman los gases que salen al extraer el petróleo y que se encuentran alrededor de Tauramena.

Los habitantes se encuentran muy preocupados por la situación ambiental en la que están viviendo, muestra de ello es su participación en el actual Movimiento por la Dignidad de Casanare y la conformación de una mesa de negociación que busca que la BP asuma responsabilidades sobre el daño ecológico en la zona. El objetivo de la mesa es evitar que, después de que se termine el contrato, la BP quede exenta de compromisos con el Estado por el deterioro al ecosistema, causado por la exploración, extracción, refinamiento y transporte de petróleo, y que sean los habitantes los que terminen pagando las consecuencias.

BP, por medio del Oleoducto Central SA (Ocensa), ha transportado hasta el puerto de Coveñas millones de barriles de petróleo de los pozos de Cusiana y Cupiagua, que desde 1991 y 1993, respectivamente, han sido explotados por la multinacional siendo hasta el momento los de mayor producción en el país, situación que le ha reportado ganancias por billones de dólares a la transnacional británica. Casanare recibe millones en regalías por la extracción de petróleo, pero sus habitantes sienten que el dinero no compensa los daños sufridos y temen que el agua que antes corría por sus ríos durante todo el año ya no regrese más y que la vida termine extinguiéndose, convirtiéndose estas llanuras en un desierto. Mientras tanto, para quienes se benefician de la extracción de los recursos naturales, parece ser que el bien primordial es el petróleo y no el agua.

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