Por: InaZafrán* – Barcelona- 11 de septiembre de 2010
Los días 10 y 11 de septiembre, Barcelona se tiñó, como cada año, de estrellas azules, estelas amarillas y rojas: la estelada, bandera independentista catalana ondeó al lado de la senyera, la bandera oficial de la Comunidad Autonómica de Cataluña.
A ritmo de “soberanía e independencia”, los catalanes celebraron el día once de septiembre la Diada, el día Nacional de Cataluña. “No queremos ser una región de España”, cantaban los asistentes, que sumaron entre 9.000 personas, según el diario El País, y 15.000, según las organizaciones participantes, en una conmemoración que inició el viernes 10 con una marcha de antorchas y siguió el sábado por la mañana con la ofrenda floral en el monumento de Rafael Casanova, ubicado en el centro de la ciudad, así como un acto en el Fossar de les Moreres, lugar donde fueron enterrados los caídos durante el sitio de la ciudad en 1714. A las cinco de la tarde, se dieron cita en la Plaza Urquinaona, desde donde salió la multitudinaria marcha hacia el Arc de Tronf, lugar donde hasta entrada la noche gozaron los catalanes de un concierto pro independentista.
“Som una Naciò”
El ambiente de la ciudad fue festivo. Al compás de “som una nació”, la senyera y la estelada ondeaban en los brazos de los participantes. Partidos políticos independentistas de izquierda, centro y derecha se dieron cita con la ciudad para hacer otro llamado por la soberanía de los Païses Catalans. La historia se remonta al 11 de septiembre de 1714, cuando la ciudad de Barcelona cayó en manos de las tropas de Felipe V de Borbón, durante la Guerra de Sucesión Española. Hasta ese día, Cataluña fue una nación soberana y bajo la bandera borbona perdió las libertades nacionales y su autonomía, siendo su idioma prohibid. Sólo hasta 1932 se aprueba el Estatut de Autonomía de Catalunya, en el marco de la Segunda República, y se recuperan de esta forma gran parte de las libertades nacionales, permitiendo el desarrollo de un auto gobierno. Sin embargo, las elecciones de 1936, ganadas por la izquierda, son sucedidas por el golpe militar que deviene en la Guerra Civil y, posteriormente, en la dictadura franquista.
“No me importa si es de derecha o de izquierda [el candidato que se presente a las elecciones], mientras sea independentista votaré por él”, sostiene Manel, un joven catalán voluntario en la Fiesta por la Independencia, agregando que “ya después haremos lo posible para que la izquierda se mantenga al frente [en Cataluña]”. Y es que, después de la guerra civil y una vez muerto Franco, el sentimiento independentista crece y parece volverse necesario en Cataluña.
Durante los 36 años del franquismo, el catalán, como idioma y como cultura, fue perseguido y prohibido. Si bien el franquismo anuló las libertades democráticas, prohibió y persiguió a los partidos políticos, censuró prensa, eliminó estructuras de izquierda y de centro en todo el territorio español, se ensañó especialmente con Cataluña: 4.000 catalanes fueron ejecutados entre 1938 y 1953, incluyendo al presidente Companys, único presidente europeo asesinado durante la época de guerras.
Cataluña, bastión de la resistencia republicana, respiró aires nuevos el 20 de noviembre de 1975, día en que el dictador Franco murió. Se podría decir que durante toda la primera mitad de la década de los 60, se preparó para la transición a la democracia, con la modernización agrícola, el incremento de la industria y el desarrollo de una fuerza política visibilizada fuertemente en el movimiento obrero y sindical, con Comisiones Obreras (CCOO) y el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).
En 1979 recupera Cataluña su autonomía, definiéndose como nación y recogiendo el catalán como “lengua propia de Cataluña”.
Independencia
La sociedad catalana está dividida al respecto: hay quienes quieren ser, y lo ven como una necesidad, independientes y quieren lograr que Cataluña sea un Estado propio, reconocido y miembro de la Unión Europea. Sus argumentos se basan en la historia, que establece a los Païses Catalans como colonia española, y en la situación económica que posiciona a la región en una situación desigual y negativa frente al resto de España, especialmente frente a Madrid. Una de las principales banderas alrededor de las cuales los catalanes se reúnen es la cantidad de Euros que Cataluña le gira a Hacienda y los pocos que regresan desde Madrid. A grandes rasgos, pudimos establecer que si bien los salarios en Barcelona son similares a los de Madrid, el coste de vida aumenta en la capital catalana a raíz de los altos impuestos. Siendo ésta una de las regiones más ricas de España, aporta al Estado español más de 22.000 millones de euros cada año, lo que supone más del 10% del PIB nacional.
Hay otros que no ven la necesidad de independencia y que no entienden la razón de la lucha independentista. Se sienten españoles, y catalanes. Conscientes de que la historia posiciona a Cataluña como colonia, prefieren mirar para adelante y evitar aquellas rencillas del pasado que permiten las fisuras. “Antimonarcas, sí, claro. Soy republicana. Puede que el Rey haya hecho algo por la democracia, pero no es compatible con la República”, dice María, de 24 años, licenciada en Educación, nacida en Cataluña e hija de padres malagueños. “Hay otros catalanes orgullosos de ser Españoles […] Aportamos más a la economía, es cierto, pero es que tenemos más. De eso se trata ser parte del país, ¿o no?”, zanja la discusión Mauro, un camarero de 28 años. Y como si al otro lado de la ciudad, en Arc de Trionf, le hubieran escuchado, responde tranquila y puntualmente Joan: “No, queremos un Estado propio y lo vamos a tener en cinco o diez años”.
El debate está presente en las calles y hasta en los bares. Hay quienes le hablan en catalán a uno, hispanoparlante; hay quienes le hablan a uno en castellano, ‘por respeto’, y hay quienes hablan también castellano, “feliz de ser bilingüe”, como Nuria.
El 10 de abril del año que viene, Barcelona irá a las urnas en una consulta por la independencia. Serán pocos los electores, pues la ciudad de Barcelona tiene 1’621.537 habitantes, frente a la población del área metropolitana de Barcelona, integrada por 36 municipios y 3’218.071 habitantes, cuando Catalunya tiene un total de 7’364.078 habitantes, según el padrón municipal de 2008.
El Estatut
El debate del Estatuto de Autonomía actual se vive desde 2004. En 2010 el Tribunal Constitucional dio su veredicto e invalidó varios de los principales artículos, entre ellos el término de “nación catalana”, pues a juicio de la corte no puede entenderse a España como una “nación de naciones”.
Sin embargo, el presidente de la Generalitat, José Montilla, del Partido Socialista Catalán (PSC, regional del PSOE), seguirá exigiendo al presidente Zapatero el cumplimiento del compromiso adquirido antes de las elecciones nacionales con el Estatut autonómico, lo que no significa que Montilla sea independentista –nada más lejano–. Y en esta pelea por el Estatuto de Autogobierno parece estar acompañado por las principales fuerzas partidistas catalanas: Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa, Convergència i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya, Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía, con fuerte oposición del Partido Popular de Catalunya (PPC).
Con un Estatut aprobado por el Tribunal Constitucional en su totalidad como fue aprobado por el Tribunal Catalán, el autogobierno catalán estaría conformado alrededor de la Nación Catalana. No por ello el debate de Catalunya como Estado Propio estaría zanjado, a pesar de contar con la experiencia de otros países que han logrado que el mundo reconozca su declaración unilateral de independencia: en el siglo XX, 28 países europeos consiguieron el reconocimiento de su independencia; en el siglo XXI, lo han hecho cuatro, entre ellos Kosovo. El movimiento cita el Artículo 1 de la carta de Naciones Unidas, en el que se reconoce el “principio del derecho de la autodeterminación de los pueblos”.
Ciertos independentistas catalanes esperan la declaración de independencia desde la presidencia de la Generalitat, otros dudan que desde ese espacio sea posible que este hecho se dé. Lo que sí es seguro, es que el pueblo catalán cuenta con el apoyo de los independentistas vascos, pues comparten los mismos intereses de soberanía. La independencia quieren conseguirla sin hacer uso de las armas: ha sido y será una lucha política y jurídica por la consolidación de un Estado propio.
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