Por: Simone Bruno – noviembre 10 de 2007
La elección de Samuel Moreno a la Alcaldía de Bogotá, segundo cargo electivo de importancia en el país, demuestra que el Polo Democrático hizo un buen trabajo como partido, logrando, por segunda vez consecutiva, el triunfo de su candidato en la capital. El Polo logra imponerse como partido en una ciudad que había borrado del mapa a los partidos tradicionales, eligiendo a independientes como alcaldes. El Polo Democrático y Cambio Radical (CR) son las únicas fuerzas políticas con una fuerte base electoral en la capital que podría permitir postular candidatos a las presidenciales de 2010. Los otros partidos, incluyendo a los históricos Liberal y Conservador, están dispersos a nivel local y son fuertes en los municipios pequeños, pero no en las grandes ciudades. Por esto, parece difícil que en 2010 tengan la fuerza suficiente como para postular propios candidatos a las presidenciales. De hecho, el Partido Conservador baja su presencia histórica y parece quedarse como un tentáculo más del Uribismo.
Si Samuel desempeña un buen trabajo en la Alcaldía de Bogotá podría abrir el camino para una presidencia del Polo. Para esto es necesario que el Polo se consolide como una fuerza nacional fuera de la capital.
Con esta victoria gana también el actual alcalde Lucho Garzón, cuyo buen trabajo en lo social le ha permitido acumular experiencia y lo proyecta en el escenario nacional.
En el juego de perdedores y ganadores casi la totalidad de los analistas coincide en subrayar la derrota del presidente Álvaro Uribe. Esto, más que todo, por su toma de posición en contra del candidato del Polo: Uribe Vélez acusó a Samuel Moreno de ‘comprar votos’ y de recibir el respaldo de las FARC.
Muchos medios, incluso la revista Semana, coinciden en que la aplastante derrota sufrida por Enrique Peñalosa –candidato independiente apoyado por los partidos oficialistas– se debió, en parte, a una reacción en contra de esta toma de posición del presidente, que decidió entrar de lleno en la campaña, cosa que, además de ser inconstitucional –se está adelantando en este sentido una investigación en la Fiscalía–, es muy peligroso en un país como Colombia.
Guillermo González Uribe, director de la revista Número, comenta la situación en estos términos:
¿No se dan cuenta de que, con sus comentarios, están instigando a las fuerzas más oscuras a atacar físicamente a los líderes de esta fuerza de oposición naciente o no les importa y esto es lo que buscan? El presidente Uribe y sus ministros […] no pueden llevar al país a prolongar el baño de sangre mediante la eliminación de la oposición legítima. No pueden olvidar o desconocer que más de dos mil personas del movimiento de izquierda Unión Patriótica fueron asesinadas en los años 80, precisamente, a partir de las sindicaciones que se les hicieron de ser el brazo desarmado de las FARC.
Samuel Moreno ha sido también víctima de un ‘juego sucio’ por parte de los medios masivos que intentaron desacreditar su imagen. Por ejemplo, el canal RCN recuperó un pedazo de una entrevista descontextualizada de hace 14 años, con lo cual quiso acusar al candidato del Polo de apoyar la lucha subversiva. María Isabel Rueda, prestigiosa periodista de la revista Semana, incluye en la lista de perdedores a los medios de comunicación masivos y a los comentaristas políticos que, en su mayoría, apoyaban el candidato Peñalosa desde sus columnas.
La reacción de los bogotanos ha sido aplastante y Samuel Moreno ha recibido más de 900.000 votos, un récord absoluto.
Pero la lección más alarmante para el presidente de la República en estas elecciones es que el uribismo no se hereda y que el pulpo entero del uribismo, y sus tentáculos, morirá sin el presidente.
Esto es bastante obvio si observamos que, a nivel regional y local, los partidos que están bajo el paraguas del uribismo se dispersaron en una constelación de alianzas variables en lo local. Unos, apoyando a los candidatos liberales o de otros grupos de la oposición y, otros, enfrentándose en feroces batallas electorales entre ellos mismos o, aún peor, con divisiones al interior. Un ejemplo de esto pasó en el municipio de Ciénaga de Oro, donde seguidores del candidato perdedor del Partido de la U se enfrentaron violentamente a los ganadores del partido Alas, ambos uribistas. Los manifestantes atacaron las edificaciones públicas, prendiendo fuego a la alcaldía y a la delegación de la Registraduría Nacional del Estado Civil. En los disturbios falleció un manifestante.
Ganan los colombianos
Por primera vez, grupos de la sociedad civil y medios de comunicación juntaron las fuerzas para pelear contra el fenómeno de la infiltración de los grupos paramilitares y mafiosos en las elecciones locales, donde éstos encuentran el carburante que les permite existir.
Un sistema de alarmas tempranas y de listas ha tenido informados constantemente a los electores sobre los nombres de los candidatos que representan algún tipo de riesgo.
Vote Bien, por ejemplo, es una lista realizada por la comentarista política Claudia López. En ésta, los candidatos están categorizados con base al nivel de riesgo: extremo, alto, medio y bajo. Esto, dependiendo de sus relaciones, partido de afiliación, financistas, investigaciones en contra de ellos y otros factores. Esta relevante respuesta de los colombianos al escándalo de la parapolítica, que hasta ahora involucra a 50 congresistas y senadores, casi todos adscritos al uribismo, trajo resultados muy positivos.
Algunos de los partidos uribistas han sido decapitados por las investigaciones de la parapolítica y sus altos mandos han terminado en la cárcel. Esto ha sucedido por ejemplo, con Alas Equipo Colombia, del grupo de los Araújo; Colombia Democrática, del primo del presidente, Mario Uribe; Convergencia Ciudadana, cuyos parlamentarios elegidos en el 2006 están todos en la cárcel; Apertura Liberal y Colombia Viva.
El despertar de las conciencias de los colombianos y de organizaciones como Vote Bien han permitido una reducción del poder de estos tentáculos putrefactos del uribismo, conocidos como la Alianza de la Picota –cárcel en la cual se encuentran detenidos los políticos investigados–, cuyos candidatos eran todos considerados de riesgo extremo.
También los organismos de control oficiales han redactado listas de candidatos inhabilitados, cosa que ha permitido la renuncia de casi 300 condenados o investigados.
La Alianza de la Picota aspiraba a 16 gobernaciones y 24 alcaldías de capitales regionales, contaba con poderosas redes clientelistas y potentados locales, pero no logró cumplir sus expectativas.
Ha perdido casi todas las gobernaciones, a excepción de Sucre, en donde un sospechoso apagón permitió la victoria del candidato de riesgo extremo Jorge Carlos Barraza, cuyas amistades con paramilitares son notorias. Han ganado también en los departamentos de Amazonas y el complicado Magdalena. Representan riesgo también los elegidos en Valle del Cauca y Antioquia.
Pero es importantísima la recuperación de la legalidad en las ciudades de Cartagena y Barranquilla, y en los departamentos de Atlántico, Santander y Cesar, en donde ganó Cristian Moreno, que en los pasados comicios tuvo que salir bajo amenaza, dejando la gobernación en manos del ahora residente de la Picota, Hernando Araújo Molina, del partito Alas.
Esto, obviamente, no quiere decir que ya no exista infiltración paramilitar en la política, pero es indudable que han sufrido una importante reducción, más marcada en las gobernaciones y en las capitales que en las pequeñas alcaldías. Claudia López, comentando los resultados electorales, se declaró en general satisfecha.
Gana el voto en blanco
Como forma de rechazo a la clase política corrupta, las regiones más golpeadas por la parapolítica han obtenido un porcentaje de votos en blanco cercano al 18%, a nivel departamental, y hasta del 50%, en algunos municipios.
En Cartagena, Judith Pinedo, primera alcaldesa de la historia, ganó en contra de tres candidatos de alto riesgo, entre ellos Carlos Gossain Rognini, de Colombia Democrática, apoyado por Mario Uribe. En las pasada elecciones, Judith lideraba el movimiento Cartagena 1815 por el voto el blanco.
Última perdedora: la prestigiosa encuestadora internacional Gallup
Hasta su último boletín, esta empresa daba un empate técnico entre Samuel Moreno y Peñalosa en Bogotá. Jorge Londoño, director de la Gallup en Colombia, ya estuvo en el centro de la polémica hace unos meses, al estallar del escándalo de la parapolítica, por haber cambiado los parámetros de la encuesta que mide, entre otras cosas, el nivel de aceptación del presidente Uribe, que nunca baja del 70%. Londoño había incrementado el peso de las clases altas y de los habitantes de las grandes ciudades.
Frente al fracaso de las previsiones sobre las elecciones en Bogotá, el periodista Julio Sánchez Cristo, en la radio W, hizo una pregunta muy interesante al señor Londoño: “¿Uds. hacen con la misma metodología todas la encuestas?”. “Sí”, ha sido la respuesta del presidente de Gallup.
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