"Pare" la gran minería - Foto: Omar Vera
Si en Colombia no reacciona la ciudadanía contra el modelo minero energético, las consecuencias ambientales y sociales serán irreversibles.
"Pare" la gran minería - Foto: Omar Vera
“Pare” la gran minería – Foto: Omar Vera

Por: Pau Soler (El Ciervo) – julio 4 de 2015

Colombia y el mundo pasan por un momento histórico en el que si no reacciona la ciudadanía y los pueblos del mundo contra este modelo minero energético del capitalismo salvaje, las consecuencias ambientales y sociales para la bella Colombia y para la humanidad serán terribles e irreversibles.

Colombia es el país con más biodiversidad del mundo, más que Brasil, ya que aquél no tiene páramos. Con la locomotora minero energética del presidente neoliberal Juan Manuel Santos, Colombia seguramente perderá en estos años ese puesto.

La minería sólo da trabajo a un 1% de la sociedad colombiana y las multinacionales mineras se llevan el 97% de los beneficios de esta explotación, dejando apenas entre 3% y 5 % de sus beneficios. Además, estas compañías pagan pequeñas regalías y las que dejan provocan corrupción en los municipios en los que hacen presencia. Así, Colombia ha pasado de la narcopolítica a la mineropolítica, empapando de corrupción a casi todas las capas institucionales y sociales del país.

Hoy, multitud de megaproyectos mineros han sido ya concedidos a grandes multinacionales internacionales. El 70% de los títulos mineros en Colombia se reparten por las tres cordilleras donde reside el 70% de la población colombiana, lo que generará futuros desplazamientos masivos y conflictos sociales de incalculables dimensiones.

Actualmente, Colombia exporta el 95% del carbón y el 99% del oro extraído de su suelo. El mismo presidente Santos ha dicho que quiere que Colombia sea un ‘país minero’ en 2019. Por esto, se puede calcular que durante los próximos 30 años el país vivirá un proceso de saqueo de las mineras que se conoce como ‘efecto langosta’, pues éstas llegan en grupo, comen, arrasan y se van con los bolsillos bien llenos y sin cumplir con casi ninguna responsabilidad social ni ambiental. Eso sí, dejarán millones de toneladas residuos tóxicos, que ya están contaminando y contaminarán mucho más los ríos, pescados y productos agrícolas que, pasando por la cadena productiva y de consumo, están llegando a la población y provocando diferentes tipos de problemas de salud, entre ellos cáncer, malformaciones y abortos involuntarios. Toda la limpieza de estos residuos se tendrá que hacer con el dinero de los contribuyentes colombianos.

De otra parte, es claro que en Colombia hay claramente una estrategia de exterminio de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos, ya que éstos viven precisamente en los lugares donde están los recursos que las compañías mineras desean explotar. Actualmente, 48 de los 102 pueblos indígenas del país se encuentran en peligro de extinción étnica y respecto a los campesinos hay una estrategia de convertirlos en trabajadores de los grandes latifundistas agroindustriales. Se ha demostrado, en muchas ocasiones, una clara conexión entre las empresas multinacionales, el paramilitarismo y el Ejército colombiano en multitud de asesinatos, masacres y fosas comunes, donde las víctimas han sido, en gran medida, líderes sociales, campesinos, sindicalistas, indígenas, periodistas y ambientalistas, entre otros.

Hidroeléctricas para alimentar el funcionamiento de las mineras

Para alimentar energéticamente a todas estas minas, en Colombia ya se vienen construyendo más de 150 represas hidroeléctricas de grandes tamaños. Estos megaproyectos mineros y de represas son declarados incomprensiblemente de utilidad pública, por lo que es muy difícil ir contra su realización. El presidente Santos ya ha declarado 17,6 millones de hectáreas de la Amazonía colombiana como área de reserva minera. A este ritmo, de 6’252.516 de desplazados que hay actualmente, se pasará a 10 millones o más en los próximos 10 años. También, según expertos ambientales, se perderá el 40% de la biodiversidad colombiana en los próximos 15 años, haciendo así que frenar el cambio climático en el mundo sea ya imposible. Colombia acaba de entrar en el grupo de los 5 países que más aportan al cambio climático y es el tercer país más afectado por el mismo. De ahí que este país sea clave para frenar el cambio climático y que sea tan grave este proceso de destrucción que se está llevando.

Para contener las protestas sociales ya se han instalado 21 batallones mineros energéticos que casualmente se sitúan al lado de estos megaproyectos para defender sus intereses e integridad.

Movimientos y plataformas de ciudadanos organizados que plantean otro modelo

Dentro de este proceso, el fenómeno más extraordinario que ha sucedido en estos años es el de la creciente movilización de la población colombiana contra este modelo de desarrollo y saqueo promovido por el presidente, proponiendo otro modelo de desarrollo más armónico con la naturaleza y la población, y un proceso de Asamblea Constituyente. Como acción fundamental hay que multiplicar las consultas populares que deberían realizarse en todos los territorios, universidades, barrios, municipios y departamentos, logrando así que el ciudadano colombiano se exprese. Está en juego Colombia y su biodiversidad; están en juego los territorios; están en juego los pueblos indígenas, campesinos y afrodescendientes; está en juego frenar el cambio climático en Colombia y en el mundo.

Sólo una gran reacción urgente puede frenar a esta locomotora descarrilada y Colombia puede ser el inicio para expulsar a las multinacionales ecocidas de toda América y así proteger y declarar el Amazonas y todos los sistemas ambientales de Colombia y América como pulmones vitales del planeta tierra y patrimonios de la humanidad. Las presentes y futuras generaciones merecen este esfuerzo y esta reacción.

Pau soler, El Ciervo. Documentalista y Ciudadano del Mundo

paueto@gmail.com soscolombia mingamundial youtube

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