Por: Andrés Monroy Gómez – julio 3 de 2018
El pasado 1 de julio, las céntricas calles de Bogotá fueron transitadas por la décimo segunda versión de la marcha del Día del Orgullo LGBTI. Según la Secretaría de Gobierno, más de 29.000 personas asistieron a la cita de la diversidad sexual, superando las convocatorias de años anteriores.
Sin embargo, más allá de los colores, vestidos y espectadores confusos, para muchos el mensaje era claro. Viene un nuevo gobierno que ‘hará trizas’ los esfuerzos de la comunidad LGBTI y de amplios sectores sociales por el reconocimiento de esta población como víctima diferencial del conflicto armado interno.
En Colombia celebramos el día del Orgullo eliminando a la población LGBTI de los procedimientos de la JEP.
Gracias, 10'000.000 de colombianos, y por supuesto, gracias, no heterosexuales.
— Luján. (@CamiLujan_) June 28, 2018
Este logro de modificar la JEP tiene un solo origen y una sola explicación #DuqueCumpliendo @IvanDuque
— Paloma Valencia L (@PalomaValenciaL) June 28, 2018
Pocos días antes, en el Congreso de la República se eliminó el enfoque de género de la reglamentación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). A pesar de que el Artículo 1 del proyecto de ley que reglamenta la JEP tiene una mención inicial a la comunidad LGBTI, no son pocas las voces de reclamo por haber retirado aspectos como el “desarrollo del enfoque diferencial” contenido en el proyecto original.
No es un reclamo sin fundamento. Según la Unidad de Víctimas, con corte al 1 de abril de 2018, en el Registro Único de Víctimas (RUV) se encuentran registradas 2.159 personas con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas. Para ver un poco más del trasfondo de la violencia contra la comunidad LGBTI es bueno acudir al informe “Aniquilar la diferencia”, publicado en 2015 por el Centro Nacional de Memoria Histórica, que asegura que existe “un profundo silencio sobre lo acontecido a esta población en la mayoría de las regiones; un silencio que ha permitido la invisibilidad y el olvido de sus sufrimientos, sus perjuicios y también sus resistencias”.
Así, parece, comienza a desmontarse poco a poco el sentido original del acuerdo de paz con el que dos partes quieren darle fin a un prolongado conflicto armado. ¿Cómo reaccionará la sociedad colombiana, inmersa en el estupor mundialista, mientras el Congreso desarticula esta parte clave de lo pactado entre el Estado y la FARC? ¿Tendrá más peso la tendencia excluyente que una visión amplia de reconciliación?
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@AndresMonroyG
Fotos: Andrés Monroy Gómez y Yohanna Guerrero.
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