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El rumbo de la guerra colombiana se encuentra en uan oscura encrucijada - Foto: Ejército

Por: Carlos Medina Gallego – abril 19 de 2011

Entre finales de marzo y comienzos de abril de 2011 aparecieron en circulación entrevistas a dos de los responsables de la guerra en el país. La primera, al general Alejandro Navas Ramos, comandante del Ejército Nacional, publicada por el periódico El Nuevo Siglo, y la segunda, a Rodrigo Londoño Echeverry, conocido con el alias de ‘Timochenko’, miembro del Secretariado y segundo al mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y que se publicó en Anncol.

Para el general Navas, la trasformación de la confrontación y los logros alcanzados por el Estado y la Fuerza Pública obedecen a la decisión del gobierno de la ‘seguridad democrática’ de colocar toda la voluntad política en alcanzar la victoria militar sobre la insurgencia y haber convocado todos los campos del poder –político, económico, social, militar– a acompañar y desarrollar la confrontación, superando el “error estratégico e histórico de emplear el poder militar solamente para sofocar la violencia”. Según el general, la guerra se la habían dejado a los militares, “siendo que las guerras no las ganan los ejércitos sino los pueblos”. Para él, un papel importante lo han jugado en la guerra las marchas de la población contra las FARC, los impuestos para fortalecer a las Fuerzas Militares, las redes de cooperantes y la creación del servicio militar de soldados campesinos.

Los logros alcanzados por la Fuerza Pública en la confrontación a la insurgencia hacen que el general se incline hacia una salida en la que la presión militar combine de manera coherente y complementaria el Plan de Seguridad y Defensa del Ministerio, el Plan de Guerra de las Fuerzas Militares, los planes de campaña de la Armada Nacional y la Fuerza Aérea, y el Plan Estratégico de la Policía Nacional, dejando un pequeño espacio político a la negociación con unas reglas de juego favorables al Gobierno Nacional para que se pueda aplicar la pax romana: aquella que se le da al vencido.

Para el general Navas, el proceso de negociación debe producirse cuando la insurgencia esté vencida y su moral de combate haya sido quebrantada. Según la percepción del general, en el momento actual, el gobierno ha neutralizado el plan estratégico de la FARC, ha frenado el avance del Bloque Oriental de esa organización sobre la capital de la República y ha sido obligada a retornar la guerra de guerrillas, el uso de explosivos, la colocación de minas y bombas, y la utilización de francotiradores para enfrentar la ofensiva de la Fuerza Pública. Considera el general que las bases de la guerrilla están desmotivadas, que los golpes dados a los mandos y a los comandantes han sido fuertes porque eran jefes experimentados y difíciles de reemplazar.

No obstante, el general reconoce que las FARC persisten en su plan estratégico de la toma del poder, que no están derrotadas y que el tramo que queda por recorrer a la Fuerza Pública es el más difícil, que “el fin del fin” fue un eslogan, un grito de combate, que les dio buenos resultados en su momento, pero que el esfuerzo que queda por hacer es el más fuerte y difícil, por ser el más cruento. Para el general, la guerra está entrando en un nuevo momento y el mismo requiere de reentrenar la tropa, sobre todo la oficialidad operativa, colocando al frente de los entrenamientos su ‘fe’ en la causa como sustento de su moral de combate.

Para el general, la particularidad de Cauca y Nariño como polos de intensa confrontación corresponde con una situación en la que se combinan las prácticas de terrorismo, la implementación de las acciones milicianas, la defensa de la actividad del narcotráfico, el involucramiento de la población como escudos de guerra y las adversidades del sistema atmosférico, que no deja desarrollar como en otras partes los apoyos aéreos de inteligencia y operativos.

Sin embargo, su balance general señala que las FARC perdieron su capacidad para tomarse pueblos, montar bloqueos de vías por largas horas, hacer ‘pescas milagrosas’, reunir columnas de doscientos y trescientos hombres para tomarse un pueblo, una base militar o una estación de policía, y que con la fuerza que conservan sólo pueden hacer terrorismo. Gran parte de la estrategia de confrontación a la guerrilla de las FARC se centró sobre el logro de objetivos de gran impacto, entendidos estos como los principales responsables de la organización, comandantes y miembros del Secretariado. No obstante, el general Navas Ramos termina señalando que el centro de gravedad de las FARC no es alias ‘Alfonso Cano’, porque, al tener un cuerpo de mando colegiado, si muere uno de los miembros éste es reemplazado inmediatamente.

La segunda entrevista es a la que accedió ‘Timochenko’. Parte de aceptar que las FARC han recibido duros golpes, sobre todo las bajas en el Secretariado, el Estado Mayor, los comandantes de frente y numerosos guerrilleros, la mayoría de ellas propinadas por bombardeos que la guerrilla no está en condiciones de enfrentar y que no constituyen muertes en combate. Señala, igualmente, que los golpes que ha tenido la organización obedecen a los procesos de infiltración de los organismos de inteligencia, que han logrado llegar muy cerca de los miembros del Secretariado, como en los casos de ‘Reyes’, ‘Ríos’, ‘Jojoy’, ‘Rincón’ y ‘Fabián Ramírez’. A esta situación le suma el papel de los desertores, que se venden por algunos millones, entre los que se encuentran mandos superiores, como los que posibilitaron el éxito de la Operación Jaque. Sin embargo, señala ‘Timochenko’, todos esos elementos son parte de la guerra, son sus imponderables, así lo entienden y así los asimilan por fuertes que sean.

Según ‘Timochenko’, se ha recompuesto el Secretariado y el Estado Mayor Central, los mandos están completos y los muertos han sido reemplazados. Además, esa organización se está preparando para la lucha política y militar, incorporando nuevo guerrilleros y militantes a las FARC para realizar trabajo de masas en las regiones y en las ciudades, y se consideran una fuerza real con base social, que no se sienten ni derrotados ni reducidos a la profundidad de la selva.

‘Timochenko’ no se hace ilusiones sobre que el gobierno de Santos va a ser distinto al de Uribe. Señala que, durante el tiempo en que fue su ministro de Defensa, fue agresivo en la aplicación militarista de la política de seguridad democrática. Además, menciona que el presidente representa al sector más tradicional de la oligarquía y que, hasta ahora, no ha presentado una política de paz. Comenta que la Ley de Victimas y la Ley de Tierras son importantes, pero no lo suficientemente fuertes para que tenga impacto en la paz.

Considera que el gobierno exige, pero no hace gestos de paz y que no existe la menor posibilidad de claudicación y entrega, y que están orientados hacia el dialogo, pero en igualdad de condiciones. Indica que están dispuestos a pactar una paz si es con democracia y justicia social, y, en ese caso, a dejar las armas, pues están a la búsqueda de una paz para hacer la política sin armas, pero no en condición de rendición o derrota. El líder guerrillero, además, recuerda que han dado a conocer cinco temas sobre los que están dispuestos a dialogar: tierras y víctimas, soberanía nacional, modelo económico, reformas políticas y apertura democrática.

No obstante su insistencia sobre la paz, ‘Timochenko’ señala que las FARC harán la guerra mientras exista el conflicto y se insista en acabarlos por la vía militar. Para él, las formas de lucha cambian cuando se accede a la democracia y a los cambios que requiere el país respecto a las causas que dieron origen al conflicto armado.

Para las FARC, en la voz de ‘Timochenko’, resulta difícil transitar un camino de paz si en él no existe contrapartida y las soluciones se dan a medias: “se propone una Ley de Tierras, pero no una reforma agraria; se habla de reparar a las víctimas, pero se siguen matando sindicalistas y gentes de izquierda; la violación de derechos humanos es una realidad. No han cambiado las razones que dieron origen a la lucha armada”.

El segundo al mando de las FARC asegura que están dispuestos a pactar acuerdos humanitarios: a ponerle fin a las retenciones, si el gobierno acaba con los falsos positivos y la desaparición forzada; a ponerle fin al minado, si el gobierno suspende los bombardeos; a ponerle fin a la guerra, si se le abre paso a la paz. Acabar la guerra demanda de estar dispuestos a un dialogo constructivo. Si se abre el proceso de dialogo y paz, lo prioritario es lo político. Asegura ‘Timochenko’.

Las dos entrevistas nos ubican en espacios distintos: uno, el del general Navas, hace énfasis en la necesidad de la victoria militar y la pax romana; el otro, el de Timochenko, reconoce los golpes recibidos, señala la disposición para la paz, pero no la acepta como resultado de la redición o la derrota.

Después de más de medio siglo de conflicto armado en Colombia, las posibilidades de dar por terminadas las hostilidades entre el gobierno y la insurgencia parecen estar muy lejanas, a pesar de los esfuerzos que desde distintos lugares de la sociedad civil y la comunidad internacional se realizan.

El gobierno optó por la solución militar en el contexto de la implementación de la política de seguridad democrática y ha desplazado a un segundo plano la salida política negociada. Resultan claros los pronunciamientos coincidentes entre el general y el presidente Santos en el sentido de que para ganar la guerra falta poco. ¿Qué tanto? Lo que dure la terquedad de uno y otro para decidirse a andar el camino de la solución política negociada.

No obstante, es necesario reconocer e insistir que ninguna de las partes se niega a considerar la posibilidad de un diálogo de paz para encontrar solución al conflicto armado. Los intentos y experiencias acumuladas en épocas anteriores, durante las administraciones Betancur y Pastrana, se constituyen, a pesar de los resultados, en una importante escuela de aprendizajes, de cuyas lecciones se pueden corregir procesos y precisar objetivos y metas alcanzables para pactar una salida política y negociada a la guerra del Estado con las guerrillas.

Por ahora, sería pertinente crear una comisión ilustrada de diplomáticos de la paz, con suficiente capacidad para moverse de manera discreta entre los actores, explorando posibilidades, escuchando inquietudes, generado acercamientos y, en general, construyendo sólidas bases para que un proceso futuro pueda tener éxito, porque lo que se lee en las palabras de los entrevistados es que si se les deja a los militares la tarea de construir la paz, los civiles y demócratas de este país nunca la vamos a ver.

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