Juan Guaidó durante su 'autoproclamación' como presidente de Venezuela. Foto: Alex Abello Leiva.
Mientras se hace pasar por un campeón de la democracia, Guaidó ha pasado años al frente de una violenta campaña de desestabilización.
Juan Guaidó durante su 'autoproclamación' como presidente de Venezuela. Foto: Alex Abello Leiva.
Juan Guaidó durante su ‘autoproclamación’ como presidente de Venezuela. Foto: Alex Abello Leiva.

Por: Dan Cohen y Max Blumenthal – febrero 11 de 2019

Juan Guaidó es el producto de más de una década de asidua preparación por parte de las fábricas de élite dedicadas al cambio de régimen en Venezuela del gobierno de Estados Unidos. Mientras se hace pasar por un campeón de la democracia, ha pasado años al frente de una violenta campaña de desestabilización.

Antes del 23 de enero, menos de uno de cada cinco venezolanos había oído hablar de Juan Guaidó. Hace solo unos meses, este hombre de 35 años era un personaje oscuro en un grupo de extrema derecha políticamente marginal, estrechamente asociado con actos espantosos de violencia callejera. Incluso en su propio partido, Guaidó había sido una figura de nivel medio en la Asamblea Nacional, dominada por la oposición, que ahora se encuentra bajo desacato según la Constitución venezolana.

Pero, después de una llamada telefónica del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, Guaidó se proclamó a sí mismo como presidente de Venezuela. Ungido como el líder de su país por Washington, un político previamente desconocido fue trasladado al escenario internacional como el líder seleccionado por Estados Unidos para la nación con las reservas de petróleo más grandes del mundo.

Haciendo eco del Consenso de Washington, el comité editorial del New York Times calificó a Guaidó como un “rival creíble” para Maduro, con un “estilo refrescante y una visión para hacer avanzar al país”. El comité editorial de Bloomberg News lo aplaudió por buscar la “restauración de la democracia” y el Wall Street Journal lo declaró “un nuevo líder democrático”. Mientras tanto, Canadá, numerosas naciones europeas, Israel y el bloque de gobiernos latinoamericanos de derecha conocido como el Grupo de Lima reconocieron a Guaidó como el líder legítimo de Venezuela.

Si bien Guaidó parecía haberse materializado de la nada, él era, de hecho, el producto de más de una década de asidua preparación por parte de las fábricas de élite dedicadas al cambio de régimen del gobierno de Estados Unidos. Junto a un grupo de activistas estudiantiles de derecha, Guaidó fue entrenado para socavar el gobierno de orientación socialista de Venezuela, desestabilizar el país y, algún día, tomar el poder. Aunque ha sido una figura menor en la política venezolana, había pasado años demostrando en silencio su valía en los pasillos del poder de Washington.

“Juan Guaidó es un personaje que se ha creado para esta circunstancia”, dijo a The Grayzone, Marco Teruggi, sociólogo argentino y renombrado cronista de la política venezolana. “Es la lógica de un laboratorio: Guaidó es como una mezcla de varios elementos que crean un personaje que, con toda honestidad, provoca entre risa y preocupación”.

Diego Sequera, periodista y escritor venezolano de la agencia de investigación Misión Verdad, estuvo de acuerdo: “Guaidó es más popular fuera de Venezuela que en el interior, especialmente en los círculos elitistas de la Ivy League y de Washington […] Es un personaje conocido allí, es previsiblemente de derecha y se considera leal al programa”.

Mientras que Guaidó se vende hoy como la cara de la restauración democrática, su carrera la realizó en la facción más violenta del partido de oposición más radical de Venezuela, ubicándose a la vanguardia de una campaña de desestabilización tras otra. Su partido ha sido ampliamente desacreditado dentro de Venezuela y es, en parte, responsable de fragmentar una oposición muy debilitada.

“Estos líderes radicales no tienen más del 20% en las encuestas de opinión”, escribió Luis Vicente León, el principal encuestador de Venezuela. Según León, el partido de Guaidó permanece aislado porque la mayoría de la población “no quiere la guerra […] Lo que quieren es una solución”.

Pero esta es precisamente la razón por la que Guaidó fue seleccionado por Washington: no se espera que guíe a Venezuela hacia la democracia sino que derrumbe a un país que durante las últimas dos décadas ha sido un bastión de resistencia a la hegemonía estadounidense. Su improbable ascenso señala la culminación de un proyecto de dos décadas para destruir un robusto experimento socialista.

Apuntando a la “troika de la tiranía”

Desde la elección de Hugo Chávez en 1998, Estados Unidos ha luchado para restablecer el control sobre Venezuela y sus vastas reservas petroleras. Los programas socialistas de Chávez pueden haber redistribuido la riqueza del país y ayudado a sacar a millones de personas de la pobreza, pero también lo convirtieron en un objetivo. En 2002, la oposición lo derrocó brevemente, con el apoyo y reconocimiento de Estados Unidos, antes de que el Ejército restableciera su presidencia luego de una movilización popular masiva. A lo largo de las administraciones de los presidentes George W. Bush y Barack Obama en Estados Unidos, Chávez sobrevivió a numerosos planes de asesinato antes de sucumbir al cáncer en 2013. Su sucesor, Nicolás Maduro, sobrevivió a tres atentados contra su vida.

El gobierno de Trump elevó inmediatamente a Venezuela a la cima de la lista de objetivos de cambio de régimen de Washington, calificándolo de líder de una “troika de la tiranía”. El año pasado, el equipo de seguridad nacional de Trump intentó reclutar miembros del Ejército venezolano para montar una junta militar, pero ese esfuerzo fracasó.

Según el gobierno venezolano, Estados Unidos también participó en un complot con el nombre código ‘Operación Constitución’ para capturar a Maduro en el palacio presidencial de Miraflores y otro llamado ‘Operación Armagedón’ para asesinarlo en el desfile militar de julio de 2017. Poco más de un año después, los líderes de la oposición exiliados intentaron matar a Maduro y fallaron, usando drones cargados de explosivos durante un desfile militar en Caracas.

Más de una década antes de estas intrigas, un grupo de estudiantes de la oposición derechista fue seleccionado y recibió preparación en una academia de élite financiada por Estados Unidos para derrocar al gobierno de Venezuela y restaurar el orden neoliberal.

El grupo ‘exportador de revoluciones’

El 5 de octubre de 2005, con la popularidad de Chávez en su apogeo y su gobierno planificando programas socialistas de envergadura, cinco líderes estudiantiles venezolanos llegaron a Belgrado (Serbia) para que comenzaran a entrenarse para una insurrección.

Los estudiantes habían llegado de Venezuela por cortesía del Centro de Acción y Estrategias No Violentas Aplicadas (Canvas). Este grupo se financia en gran parte a través del National Endowment for Democracy (NED), un apéndice de la CIA que funciona como el brazo principal del gobierno de Estados Unidos para promover cambios de gobierno, así como de otras organizaciones filiales de partidos políticos estadounidenses como el Instituto Republicano Internacional y el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales. De acuerdo con los correos electrónicos internos filtrados de Stratfor, una firma de inteligencia conocida como ‘la CIA en la sombra’, “[Canvas] también puede haber recibido financiamiento y capacitación de la CIA durante la lucha en contra de Milosevic durante 1999/2000”.

Canvas es una escisión de Otpor, un grupo opositor serbio fundado por Srdja Popovic en 1998 en la Universidad de Belgrado. Otpor, que significa ‘Resistencia’ en serbio, fue el grupo estudiantil que ganó fama internacional y promoción nivel Hollywood al propiciar las protestas que eventualmente derrocaron a Slobodan Milosevic.

Esta pequeña célula de especialistas en cambio de régimen operaba de acuerdo con las teorías del difunto Gene Sharp, el llamado ‘Clausewitz de la lucha no violenta’. Sharp había trabajado con el coronel Robert Helvey, un exanalista de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos, para concebir el plan estratégico que le diera armas a la protesta como una forma de guerra híbrida que apuntaba contra los Estados que se resistieron a la dominación unipolar de Washington.

Otpor en la entrega de los Premios MTV Europa de 1998. Foto: Brian Rasic.
Otpor en la entrega de los Premios MTV Europa de 1998. Foto: Brian Rasic.

Otpor recibió el apoyo de la NED, Usaid y el Instituto Albert Einstein de Sharp. Incluso, Sinisa Sikman, una de las principales capacitadoras de Otpor, dijo una vez que el grupo incluso recibió financiamiento directo de la CIA.

Según un correo electrónico filtrado de un empleado de Stratfor, después de sacar a Milosevic fuera del poder:

Los niños que dirigían Otpor crecieron, adquirieron trajes y diseñaron Canvas… o, en otras palabras, un grupo ‘exportador de revoluciones’ que sembró las semillas para varias revoluciones de colores. Todavía dependen del financiamiento de Estados Unidos y, básicamente, recorren el mundo tratando de derrocar a dictadores y gobiernos autocráticos.

Stratfor reveló que Canvas “dirigió su atención a Venezuela” en 2005, luego de entrenar a movimientos de oposición que lideraron las operaciones de cambio de régimen a favor de la OTAN en Europa del Este.

Al monitorear el programa de capacitación Canvas, Stratfor describió su agenda insurreccional en un lenguaje sorprendentemente contundente:

El éxito no está garantizado, y los movimientos estudiantiles son solo el comienzo de lo que podría ser un esfuerzo de varios años para desencadenar una revolución en Venezuela, pero los propios entrenadores son las personas que se burlan del ‘Carnicero de los Balcanes’. Tienen habilidades demenciales. Cuando vean estudiantes en cinco universidades venezolanas realizar demostraciones simultáneas sabrán que la capacitación ha terminado y que el trabajo real ha comenzado.

La Generación 2007 para el cambio de régimen

El “trabajo real” comenzó dos años después, en 2007, cuando Guaidó se graduó de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Se mudó a Washington DC para inscribirse en el Programa de Gobernabilidad y Gestión Política de la Universidad George Washington bajo la tutela del economista venezolano Luis Enrique Berrizbeitia, uno de los principales economistas neoliberales de América Latina y quien fue director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional y pasó más de una década trabajando en el sector energético venezolano, en la época del antiguo régimen oligárquico que Chávez eliminó.

Ese año, Guaidó ayudó a liderar mítines antigubernamentales después de que el gobierno venezolano no renovó la licencia de Radio Caracas Televisión (RCTV). Esta estación privada jugó un papel importante en el golpe de 2002 contra Hugo Chávez: ayudó a movilizar a manifestantes antigubernamentales, falsificó información que culpaba a simpatizantes del gobierno por actos de violencia llevados a cabo por miembros de la oposición y prohibió los informes a favor del gobierno en medio del golpe. El papel de RCTV y otras estaciones de propiedad oligárquica en la conducción del fallido intento de golpe de Estado se describió en el aclamado documental “La revolución no será transmitida”.

Ese mismo año, los estudiantes se atribuyeron haber obstaculizado el referéndum constitucional de Chávez por un “socialismo del siglo XXI” que prometía “establecer el marco legal para la reorganización política y social del país, otorgando poder directo a las comunidades organizadas como un requisito previo para el desarrollo de un nuevo sistema económico”.

De las protestas en torno a RCTV y el referéndum, nació un tipo de cuadros activistas especializados en el cambio de régimen y respaldados por Estados Unidos. Se llamaban a sí mismos la Generación 2007.

Los capacitadores de Stratfor y Canvas de esta célula identificaron a Yon Goicoechea, un aliado de Guaidó, como un “factor clave” para derrotar al referéndum constitucional. El año siguiente, Goicochea fue recompensado por sus esfuerzos con el Premio Milton Friedman por Promover la Libertad, del Instituto Cato, junto con un premio de USD 500.000 que rápidamente invirtió en el impulso de su propia red política.

Friedman, por supuesto, fue el padrino de los notorios neoliberales ‘Chicago Boys’, que fueron importados a Chile por el líder de la junta dictatorial de Augusto Pinochet para implementar políticas radicales de austeridad fiscal. Por su parte, el Cato Institute es el grupo de expertos ‘libertarios’ –en el sentido estadounidense, promotores de una participación mínima del Estado principalmente en los asuntos económicos– con sede en Washington DC, fundado por los hermanos Koch, dos de los principales donantes del Partido Republicano que se han convertido en agresivos defensores de la derecha en toda América Latina.

Wikileaks publicó un correo electrónico de 2007 del embajador estadounidense en Venezuela, William Brownfield, enviado al Departamento de Estado, al Consejo de Seguridad Nacional y al Departamento de Defensa del Comando Sur para alabar a la Generación 2007 por haber “forzado al presidente venezolano, acostumbrado a establecer la agenda política, a (sobre) reaccionar”. Entre los “líderes emergentes” que Brownfield identificó estaban Freddy Guevara y Yon Goicoechea, figura esta última que fue aplaudida como “uno de los defensores más articulados de las libertades civiles entre los estudiantes”.

Con una gran cantidad de dinero de los oligarcas ‘libertarios’ y de los equipos de poder blando del gobierno de Estados Unidos, el cuadro venezolano radical llevó las tácticas de Otpor a las calles, junto con una versión del logotipo del grupo, como se ve a continuación.

Logotipos de Otpor y su par venezolano
Logotipos de Otpor y su par venezolano

“Galvanizando el malestar público”

En 2009, los jóvenes activistas de la Generación 2007 escenificaron su manifestación más provocadora hasta el momento: se quitaron los pantalones en las vías públicas y utilizaron las escandalosas tácticas guerrilleras de teatro descritas por Gene Sharp en los manuales de cambio de régimen. Los manifestantes se habían movilizado contra el arresto de un aliado de otro grupo juvenil llamado JAVU. Este grupo de extrema derecha “reunió fondos de diversas fuentes del gobierno de Estados Unidos, lo cual le permitió ganar notoriedad rápidamente como el ala de línea dura de los movimientos de calle de la oposición”, según el académico George Ciccariello-Maher en su artículo “Construir la comuna”.

[…]

Ese año, Guaidó se expuso al público de otra manera: fundando un partido político para capturar la energía antichavista que su Generación 2007 había cultivado. La llamada Voluntad Popular fue liderada por Leopoldo López, un instigador de derecha educado en Princeton que participó activamente en los programas de la NED y fue elegido alcalde del municipio Chacao, una de las zonas más ricas de Caracas y todo el país. López es un digno representante de la aristocracia venezolana y descendiente directo del primer presidente de su país. También es primo hermano de Thor Halvorssen, fundador de Human Rights Foundation, una organización con sede en Estados Unidos que funciona como fachada publicitaria de facto para activistas antigubernamentales respaldados por Estados Unidos en países seleccionados por Washington para el cambio de gobierno.

Si bien los intereses de López se alinearon perfectamente con los de Washington, los cables diplomáticos de Estados Unidos publicados por Wikileaks destacaron las tendencias fanáticas de Voluntad Popular que la conducirían en última instancia a su marginación. Un cable identificó a López como “una figura divisiva dentro de la oposición […] a menudo descrita como arrogante, vengativo y hambriento de poder”. Otros destacaron su obsesión con las confrontaciones callejeras y su “enfoque inflexible” como una fuente de tensión con otros líderes opositores que dieron prioridad a la unidad y la participación en las instituciones democráticas del país

Para 2010, Voluntad Popular y sus partidarios extranjeros se movieron para explotar la peor sequía que azotó a Venezuela en décadas. La gran escasez de electricidad había golpeado al país debido a la escasez de agua, que era necesaria para alimentar las centrales hidroeléctricas. Una recesión económica mundial y la disminución de los precios del petróleo agravaron la crisis, lo que provocó el descontento público.

Stratfor y Canvas, asesores clave de Guaidó y su equipo antigubernamental, idearon un plan sorprendentemente cínico para introducir una daga a través del corazón de la Revolución Bolivariana que giraba en torno al colapso del 70% del sistema eléctrico del país en abril de 2010.

El memorando interno de Stratfor declaraba que:

Este podría ser el evento decisivo, ya que Chávez no puede hacer mucho para proteger a los pobres por la falla del sistema […] Esto probablemente tendría el impacto de galvanizar la inestabilidad pública de una manera que ningún grupo de la oposición podría generar. En ese momento, un grupo de oposición sería lo mejor para aprovechar la situación según sus necesidades y voltearla contra Chávez.

Para este punto, la oposición venezolana recibía entre USD 40 y USD 50 millones al año de organizaciones gubernamentales, como la Usaid y la NED, según un informe del centro de pensamiento español Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride). También tenía una cuantiosa riqueza en sus propias cuentas, que en su mayoría estaban fuera del país.

Si bien el escenario previsto por Stratfor no llegó a buen término, los activistas del partido Voluntad Popular y sus aliados descartaron cualquier pretensión de no violencia y se unieron a un plan radical para desestabilizar el país.

Hacia la desestabilización violenta

En noviembre de 2010, según correos electrónicos obtenidos por los servicios de seguridad venezolanos y presentados al público por el exministro de Justicia, Miguel Rodríguez Torres, Guaidó, Goicoechea y varios otros activistas estudiantiles asistieron a una jornada secreta de capacitación de cinco días en un hotel en México al que apodaron ‘Fiesta Mexicana’. Las sesiones fueron dirigidas por Otpor, los capacitadores para cambios de gobierno con sede en Belgrado respaldados por el gobierno de los Estados Unidos. Según se informa, la reunión recibió la bendición de Otto Reich, fanático anticastrista del exilio que trabajó en el Departamento de Estado de George W. Bush, y del expresidente colombiano de derecha Álvaro Uribe.

En el hotel ‘Fiesta Mexicana’, según los correos electrónicos, Guaidó y sus compañeros activistas idearon un plan para derrocar al presidente Hugo Chávez generando caos a través de prolongados espasmos de violencia callejera.

Tres figuras de la industria petrolera –Gustavo Tovar, Eligio Cedeño y Pedro Burelli– supuestamente pagaron la cuenta de USD 52.000 requerida para celebrar la reunión. Tovar es un autodenominado activista de derechos humanos e intelectual cuyo hermano menor, Reynaldo Tovar Arroyo, es el representante en Venezuela de Petroquimia del Golfo, una empresa privada mexicana de petróleo y gas que tiene un contrato con el Estado venezolano.

Cedeño, por su parte, es un empresario venezolano fugitivo que solicitó asilo en los Estados Unidos, y Pedro Burelli, exejecutivo de JP Morgan y exdirector de Petróleos de Venezuela SA (Pdvsa) que dejó la compañía estatal en 1998, cuando Hugo Chávez tomó el poder, hoy está en el comité asesor del Programa de Liderazgo para América Latina de la Universidad de Georgetown.

Burelli insistió en que los correos electrónicos que detallaban su participación fueron fabricados e incluso contrató a un investigador privado para probarlo. El investigador declaró que los registros de Google mostraban que los correos electrónicos que supuestamente eran suyos nunca se transmitieron.

Sin embargo, hoy Burelli no oculta su deseo de ver al actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, depuesto e incluso arrastrado por las calles y sodomizado con una bayoneta, como sucedió con el líder libio Muamar el Gadafi en manos de milicianos respaldados por la OTAN.

Burelli contactó a The Grayzone para aclarar su participación en la trama de la ‘Fiesta Mexicana’. Definió el encuentro como “una reunión legítima que se dio lugar en un hotel con un nombre diferente” en México. Al preguntarle si Otpor coordinó la reunión, solo manifestó que “le gusta” el trabajo de Otpor y Canvas, y que, mientras que no es un financista, le ha “recomendado a activistas de diferentes países que le siguieran la pista y participen en las actividades que dirigen en varios países”. Burelli agregó que “en Venezuela, el Instituto Einstein abiertamente ha entrenado a miles. La filosofía de Gene Sharp es ampliamente estudiada y reconocida. Y que probablemente esto ha evitado que la lucha se convirtiera en una guerra civil”.

El supuesto complot de la ‘Fiesta Mexicana’ fluyó hacia otro plan de desestabilización revelado en una serie de documentos revelados por el gobierno venezolano. En mayo de 2014, Caracas publicó documentos que detallan un plan de asesinato contra el presidente Nicolás Maduro. Las filtraciones identificaron a la antichavista de línea dura María Corina Machado, hoy en día la principal ficha del senador Marco Rubio, como la líder del plan. Fundadora de Súmate, grupo financiado por la NED, Machado ha fungido como enlace internacional para la oposición, visitando al presidente George W. Bush en 2005.

María Corina Machado y George W. Bush en 2005. Foto Eric Draper.
María Corina Machado y George W. Bush en 2005. Foto Eric Draper.

“Creo que es hora de reunir esfuerzos; haga las llamadas necesarias y obtenga financiamiento para aniquilar a Maduro y el resto se derrumbará”, escribió Machado en un correo electrónico al exdiplomático venezolano Diego Arria en 2014. En otro correo, Machado afirmó que el plan violento tuvo la bendición del embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker:

Ya me decidí y esta lucha continuará hasta que este régimen sea derrocado y cumplamos con nuestros amigos en el mundo. Si fui a San Cristóbal y me expuse ante la OEA, no temo nada. Kevin Whitaker ya ha reconfirmado su apoyo y señaló los nuevos pasos. Tenemos una chequera más fuerte que la del régimen para romper el círculo de seguridad internacional.

Guaidó se va a las barricadas

En febrero de 2014, los manifestantes estudiantiles, actuando como fuerza de choque de la oligarquía exiliada, erigieron barricadas en todo el país, convirtiendo los puntos controlados por la oposición en fortalezas violentas conocidas como guarimbas. Mientras que los medios internacionales describieron la agitación como una protesta espontánea contra el gobierno de Maduro, hubo una amplia evidencia de que Voluntad Popular estaba orquestando todo.

En ese momento, un participante de la guarimba dijo:

Ninguno de los manifestantes en las universidades usaba sus camisetas universitarias, todos llevaban camisetas de Voluntad Popular o Primero Justicia […] Podrían haber sido grupos estudiantiles, pero los consejos estudiantiles están afiliados a los partidos políticos de oposición y son responsables ante ellos.

Cuando se les preguntó quiénes eran los líderes, un participante de la guarimba dijo: “Bueno, si soy totalmente honesto, esos tipos ahora son diputados”.

Alrededor de 43 personas murieron durante las guarimbas de 2014. Tres años después volvieron a estallar, causando extensa destrucción de la infraestructura pública, el asesinato de partidarios del gobierno y la muerte de 126 personas, muchas de las cuales eran chavistas. En varios casos, los partidarios del gobierno fueron quemados vivos por bandas armadas.

Guaidó estuvo directamente involucrado en las guarimbas de 2014. De hecho, tuiteó un video en el que se mostraba a sí mismo vestido con un casco y una máscara antigás, rodeado de elementos enmascarados y armados que habían cerrado una vía en la que estaban enfrentando de forma violenta con la policía. Aludiendo a su participación en la Generación 2007, proclamó: “Recuerdo que en 2007 proclamamos: ‘¡Estudiantes!’ Ahora, gritamos, ‘¡Resistencia! ¡Resistencia!’”. Guaidó eliminó el tweet, demostrando una aparente preocupación por su imagen como defensor de la democracia.

El 12 de febrero de 2014, durante el apogeo de las guarimbas de ese año, Guaidó se unió a López en la tarima en un mitin de Voluntad Popular y Primero Justicia. Durante una larga diatriba contra el gobierno, López instó a la multitud a marchar a la oficina de la fiscal general Luisa Ortega Díaz. Poco después, la oficina de Díaz fue atacada por bandas armadas que intentaron incendiarla. Ella lo denunció llamándolo “violencia planificada y premeditada”.

En una aparición por televisión en 2016, Guaidó calificó como un mito a las muertes causadas por las ‘guayas’, una táctica de la guarimba que consiste en estirar un cable de acero a través de una carretera para herir o matar a los motociclistas. Sus comentarios blanquearon una táctica mortal que asesinó a civiles desarmados como Santiago Pedroza y que decapitó a un hombre llamado Elvis Durán, entre muchos otros.

Este insensible desprecio por la vida humana define a su partido, Voluntad Popular, a los ojos de gran parte del público, incluyendo a muchos opositores de Maduro.

Medidas enérgicas contra Voluntad Popular

A medida que la violencia y la polarización política se intensificaban en todo el país, el gobierno comenzó a actuar contra los líderes de Voluntad Popular que ayudaron a alimentarlo.

Freddy Guevara, vicepresidente de la Asamblea Nacional y segundo al mando de Voluntad Popular, fue el principal líder en los disturbios callejeros de 2017. Dado que enfrenta un juicio por su papel en la violencia, se refugió en la embajada chilena, donde permanece todavía.

Léster Toledo, diputado de Voluntad Popular por el estado Zulia, fue buscado por el gobierno venezolano en septiembre de 2016 por cargos de financiamiento del terrorismo y planificación de asesinatos. Se dijo que los planes se hicieron con el expresidente colombiano, Álvaro Uribe. Toledo escapó de Venezuela y realizó varias giras con Human Rights Watch, Freedom House –una organización respaldada por el gobierno estadounidense–, el Congreso de España y el Parlamento Europeo.

Carlos Graffe, otro miembro de la Generación 2007 entrenada en Otpor y que dirigió Voluntad Popular, fue arrestado en julio de 2017. Según la Policía, estaba en posesión de una bolsa llena de clavos, explosivos C4 y un detonador. Fue puesto en libertad el 27 de diciembre de 2017.

Leopoldo López, el líder de Voluntad Popular, está hoy bajo arresto domiciliario, acusado de tener un papel clave en la muerte de 13 personas durante las guarimbas de 2014. Amnistía Internacional elogió a López como un “preso de conciencia” y criticó su traslado de la prisión a la casa como algo “no lo suficientemente bueno”. Mientras tanto, los familiares de las víctimas de las guarimbas presentaron una demanda con más cargos contra López.

Yon Goicoechea, el niño emblema de los hermanos Koch, fue detenido en 2016 por las fuerzas de seguridad que afirmaban haber encontrado un kilogramo de explosivos en su vehículo. En un artículo de opinión del New York Times, Goicoechea protestó por los cargos según él “falsificados” y afirmó que había sido encarcelado simplemente por su “sueño de una sociedad democrática, libre del comunismo”. Fue liberado en noviembre de 2017.

David Smolansky, otro miembro de la Generación 2007 entrenada por Otpor, se convirtió en el alcalde más joven de Venezuela cuando fue elegido en 2013 en el municipio de El Hatillo, en Caracas. Sin embargo, en 2017, fue despojado de su puesto y condenado a 15 meses de prisión por el Tribunal Supremo de Justicia después de que se lo encontró culpable de agitar a las violentas guarimbas.

Cuando enfrentaba la posibilidad de ser arrestado, Smolansky se afeitó la barba, se puso gafas de sol y huyó a Brasil disfrazado de sacerdote con una biblia en la mano y un rosario alrededor del cuello. Ahora vive en Washington DC, donde fue elegido por el Secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, para dirigir el grupo de trabajo sobre la crisis de los migrantes y refugiados venezolanos.

Este 26 de julio, Smolansky sostuvo lo que llamó una “cordial reunión” con Elliot Abrams, el condenado convicto del caso Irán Contra que fue nombrado por Trump como enviado especial de Estados Unidos a Venezuela. Abrams es conocido por supervisar la política encubierta de Estados Unidos relacionada con armar escuadrones de la muerte de extrema derecha durante la década de 1980 en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Su papel principal en el golpe de Estado de Venezuela ha avivado los temores de que otra sangrienta guerra subsidiaria sangrienta podría estar gestándose.

Cuatro días antes, Machado hizo retumbar otra amenaza violenta contra Maduro, declarando que si “quiere salvar su vida, debe entender que se ha acabado su tiempo”.

Un peón en su juego

El colapso de Voluntad Popular, ocasionado por el peso de la violenta campaña de desestabilización que ejecutó, le apartó de grandes sectores del público y terminó con gran parte de su liderazgo en el exilio o bajo custodia. Guaidó seguía siendo una figura relativamente menor, después de haber pasado la mayor parte de sus nueve años de carrera en la Asamblea Nacional como diputado suplente. Proveniente de uno de los estados menos poblados de Venezuela, Guaidó ocupó el segundo lugar durante las elecciones parlamentarias de 2015, obteniendo solo el 26% de los votos requeridos para asegurarle un lugar en el parlamento […]

Guaidó es conocido como el presidente de la Asamblea Nacional dominada por la oposición, pero nunca fue elegido para el cargo. Los cuatro partidos de oposición que conformaban la Mesa de la Unidad Democrática habían decidido establecer una presidencia rotativa. El turno de Voluntad Popular estaba en camino, pero su fundador, López, estaba bajo arresto domiciliario. Mientras tanto, su segundo al mando, Guevara, se había refugiado en la embajada chilena. Un personaje llamado Juan Andrés Mejía habría sido el siguiente en la línea de mando, pero, por razones que solo ahora están claras, se seleccionó a Juan Guaidó.

Sequera, el analista venezolano, anotó que:

Hay un razonamiento de clase que explica el ascenso de Guaidó […] Mejía es de clase alta, estudió en una de las universidades privadas más caras de Venezuela y no podía ser vendido fácilmente al público de la manera en que podía hacérselo con Guaidó. Por un lado, Guaidó tiene características mestizas comunes como la mayoría de los venezolanos y parece más un hombre del pueblo. Además, no había estado sobre expuesto en los medios de comunicación, por lo que podía convertirse en casi cualquier cosa.

En diciembre de 2018, Guaidó cruzó la frontera y viajó a Washington, Colombia y Brasil para coordinar el plan para realizar manifestaciones masivas durante la toma de posesión del presidente Maduro. La noche anterior a la ceremonia de juramentación de Maduro, el vicepresidente Mike Pence y la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, llamaron a Guaidó para afirmar su apoyo.

Una semana después, el senador Marco Rubio, el senador Rick Scott y el representante Mario Díaz-Balart, todos legisladores del lobby del exilio cubano radicados en Florida, se unieron al presidente Trump y al vicepresidente Pence en la Casa Blanca. A petición de ellos, Trump acordó que si Guaidó se declaraba a sí mismo presidente, lo respaldaría.

El secretario de Estado Mike Pompeo se reunió personalmente con Guaidó el 10 de enero, según el Wall Street Journal. Sin embargo, Pompeo no pudo pronunciar el nombre de Guaidó cuando lo mencionó en una conferencia de prensa el 25 de enero, refiriéndose a él como “Juan Guido”.

Para el 11 de enero, la página de Wikipedia de Guaidó había sido editada 37 veces, destacando la lucha por dar forma a la imagen de una figura anónima que ahora era un cuadro a la altura de las ambiciones de Washington relacionadas con un cambio de gobierno. Al final, la supervisión editorial de su página fue entregada a la élite del consejo de ‘bibliotecarios’ de Wikipedia, quien lo declaró presidente de Venezuela “en disputa”.

Guaidó pudo haber sido una figura oscura, pero su combinación de radicalismo y oportunismo satisfacía las necesidades de Washington. “Esa pieza interna faltaba”, dijo sobre Guaidó un miembro del gobierno de Trump. “Era la pieza que necesitábamos para que nuestra estrategia fuera coherente y completa”.

“Por primera vez”, Brownfield, el ex embajador de Estados Unidos en Venezuela, se dirigió al New York Times, “ustedes tienen a un líder de la oposición que está señalando claramente que quiere mantener a las fuerzas armadas y a la Policía en el lado de los ángeles y con los chicos buenos”.

Pero el partido Voluntad Popular de Guaidó formó las tropas de asalto de las guarimbas que causaron la muerte de policías y ciudadanos del común por igual. Incluso, se había jactado de su propia participación en los disturbios callejeros. Y ahora, para conquistar los corazones y las mentes de los militares y la Policía, Guaidó tuvo que borrar esta historia empapada de sangre.

El 21 de enero, un día antes de que comenzara el golpe, la esposa de Guaidó envió un video en el que exhortaba a los militares a que se levantaran contra Maduro. Su actuación careció de entusiasmo e inspiración, lo que subraya las limitadas perspectivas políticas de su esposo.

Cuatro días después, en una rueda de prensa ante simpatizantes, Guaidó anunció su solución a la crisis: “¡Autorizar una intervención humanitaria!”.

Mientras espera la asistencia directa, Guaidó sigue siendo lo que siempre ha sido: el proyecto favorito de cínicas fuerzas extranjeras. “No importa si se estrella y se quema después de todas estas desventuras”, dijo Sequera sobre la figura del golpe, “para los estadounidenses, es prescindible”.


Publicado originalmente por The Grayzone.

Si encuentras un error, selecciónalo y presiona Shift + Enter o Haz clic aquí. para informarnos.