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Cartel de concierto de Facundo Cabral - Autor desconocido

Por: Alejandro García Maldonado – 18 de julio de 2011

Apenas llevamos unos cuantos días continuando en este mundo sin una voz, la de un mensajero mundial del amor y la paz, reconocido por la ONU aunque Facundo poca importancia le diese a los títulos. La tragedia y la cobardía lo apresaron, y fue acribillado por sicarios el pasado 9 de julio en Guatemala, cuando iba rumbo al aeropuerto. Se desconocen las razones, pero se habla de un ajuste de cuentas sobre el empresario que le acompañaba, que se mantuvo durante diez días debatiéndose entre la vida y la muerte.

Sus creencias, su música y su amor al presente han sabido trascender a la humanidad y superar las barreras del olvido, al que nunca caerá, gracias a su vida nómada que sólo ha causado admiración cuando duró y tristeza al anticiparse su fin, de una manera tan sangrienta, cuando contaba con 74 años. En una entrevista con Ariel Chávez, cuando éste le preguntó qué sería del mundo cuando muriera, dijo que seguiría igual y, haciendo gala de su ironía, aseguraba que sin Gardel continuó el tango y sin Maradona el fútbol, luego no había nada que temer. Era su sinceridad abrumadora y su repudio al materialismo lo que desconcertaba y maravillaba de un modo simultáneo.

No era de allí, ni de aquí. No quería un porvenir en torno al dinero, sólo la felicidad. Amante del amor, del presente, del ahora, tuvo siempre la aspiración de que sus letras ayudasen a desbancar los miedos al alma de cada uno que le escuchase y se sintiese libre en plenitud, y conocida es su convicción de no pretender enseñar a nadie, pero lo hacía aunque no quisiera, porque sus canciones eran lecciones de vida. Así es como siento que quiso que se le recordara, pero su magnificencia encuentra alojo en que ni quería los halagos: decía en una de sus célebres canciones que quien acepta los halagos empieza a ser dominado, como el hombre que acaricia al caballo para poder montarlo.

Prueba de su ausente narcisismo y el poco valor que le daba a sus premios es que todos sus reconocimientos discográficos se los regaló a un taxista amigo suyo. Cuando le preguntaban si le gustaba ayudar a las personas con su consejo, respondía que nadie es tan viejo para poder aconsejar y así, seguro que son infinitas y eternas las anécdotas que rodean el recuerdo, la memoria, y la inmortalidad de Facundo.

El Indio Gasparino de los inicios, el niño tozudo que con sólo nueve años desapareció de casa para llegar a Buenos Aires y pedir a Perón un trabajo para su madre, consiguiendo burlar la seguridad y hablar con él y Eva Duarte. “Por fin alguien pide trabajo y no limosna”, dicen que fueron las palabras que Evita pronunció tras este inesperado encuentro.

Perseguido por la dictadura de Argentina, retornado al Luna Park en 1984 para deleite de sus compatriotas, hoy el mundo de la trova y el de los anónimos llora su pérdida. Hace poco leí unas líneas sobre un encuentro que sostuvo con el guitarrista nicaragüense Eduardo Araica, en las que el propio Araica aseguraba no sólo haber logrado el sueño de conocerle sino ver que sus letras y la imagen que reflejaba en la sociedad era cierta, siendo un hombre que irradiaba amor en cada instante. Podríamos buscar adjetivos más elaborados para describirle, pero no son sino las palabras de amor y de presente las que muestran de un modo sencillo, como a él le gustaba, su forma de ser y de plantar cara a la vida.

Todos los mandatarios latinoamericanos lamentan la pérdida de este ser humano y debiera servir para que tomen conciencia de la necesidad de erradicar el peligro en las calles de tan bello continente. A Facundo una bala le robó la vida, pero a diario caen muchos más inocentes, a los que Facundo entregó su voz en canciones protesta que sólo buscaban un mundo mejor al que se nos daba, siendo baluarte y poeta que, como ha dicho Mauricio Funes, dedicó su vida a cantar el dolor de los pueblos latinoamericanos.

No se nos fue, él se adelantó. Me muestro en la osadía de hacer mías sus palabras, porque así las siento y considero que lo describen, por su reflexión a la muerte, el amor y la pobreza:

La vida no te quita cosas, te libera de cosas. Te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela, por eso lo que llamas problemas son lecciones. No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. ¿Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte: hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja porque nos hace desconfiados”.

Hoy Guatemala pide perdón al mundo por la muerte de Facundo. Ha sido un horrible capricho del destino que ocurriese allá y ahora. Pero, en lugar de pedir perdón, ha de servir este trágico suceso para luchar por erradicarlos, porque hoy fue Facundo, pero mañana será cualquiera de los millones de niños latinoamericanos que abandonados andan sus calles y por los que Facundo, si fuese preciso, volvería dar la vida. No se nos fue.

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