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Noviembre 11 de 2007

El parlamento de Turquía aprobó el tránsito de las Fuerzas Armadas Turcas por el territorio de Irak, lugar en donde se encuentran cientos de aldeas kurdas y unos tres mil miembros del Partido de Trabajadores de Kurdistan (PKK), aprobación que contó con el aval de Estados Unidos y, parcialmente, con el de Irak. Aumenta la amenaza de que estalle una guerra de amplias proporciones con graves implicaciones para la población civil de estas zonas, aseguran los expertos.

Durante esta semana, aviones de vigilancia estadounidense han estado sobrevolando las montañas Qandil, lugar en donde se encuentra el PKK en Irak, por lo que se cree que el ataque aéreo ya es inminente. Mientras tanto, 100.000 soldados de Turquía se encuentran a lo largo de la frontera con Irak.

 

El conflicto turco en el territorio de Irak

Estados Unidos y Turquía, que son aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ven como un enemigo común al PKK, organización independentista catalogada como terrorista por ambos paí­ses.

Este apoyo a Turquía surge inmediatamente después de que el Congreso de los Estados Unidos reconociera el genocidio de más de 1.500.000 armenios en tiempos de la Primera Guerra Mundial, declaración que fue objetada por el presidente George Bush con el fin de no afectar las buenas relaciones con el gobierno de Abdullah Gul, presidente turco.

Las alarmas se encendieron hace tres semanas, cuando los combates entre las tropas turcas y el PKK dieron como resultado la muerte de 12 soldados turcos y la captura de otros 8 por parte del PKK, siendo los últimos liberados la semana pasada como muestra de disposición para el diálogo. Durante el mes de octubre, por lo menos 50 soldados turcos murieron en combate, así como unos 32 miembros del PKK. También se han realizado ataques a lo largo de la frontera, desde aviones y helicópteros artillados turcos.

El parlamento turco aprobó una incursión militar en Irak sin el consentimiento del gobierno de éste país, momento desde el cual Ankara ha movilizado 100.000 efectivos a la frontera, cerca del lugar en donde se encuentran unos 3.000 miembros del PKK y cientos de aldeas Kurdas.

Adicionalmente, Turquí­a, como parte de su estrategia, estableció sanciones económicas a cualquier persona o empresa que apoye de alguna manera al PKK, lo cual lesionarí­a gravemente las economías Kurdas, teniendo en cuenta que diariamente atraviesan la frontera unos 700 camiones con mercancías: el bloqueo significaría una amenaza a las rutas comerciales y, en general, a la economía de sostenimiento de los kurdos.

La mencionada zona de Irak se caracteriza por ser una de las más pacíficas y estables del país petrolero, respecto a la guerra que se presenta en el resto de su territorio por la invasión estadounidense. “Debido a su relativa prosperidad y seguridad, esta provincia se ha convertido en un ejemplo a seguir para otras entidades de Irak”, menciona Jalal Sheik Yunis, un ciudadano Kurdo desde la aldea de Irbil.

Esta incursión pone en riesgo evidente a miles de familias kurdas iraquíes y es una latente amenaza para la región. Agregó Sheik: “todos somos iraquíes y compartimos fuertes lazos, a pesar de nuestras diferencias: si se produjera una invasión, ello destruiría todo lo que hemos logrado construir aquí en los últimos 15 años […] sin embargo, si los turcos nos invaden, todos nosotros lucharemos, incluidos los iraquíes Árabes que viven aquí. El problema se hace más notorio por la cercanía de la ciudad de Kirkuk, la cual es próxima a muchos pozos petroleros. En el evento en que las confrontaciones se expandan territorialmente hasta dichas áreas, se podrían involucrar en ellas tropas de Irak, Estados Unidos e, incluso, Irán.

Ante la gran amenaza de una incursión terrestre de las tropas turcas, el gobierno de Irak se opuso, resaltando la actual estabilidad de la zona. Siin embargo, también manifestó que no está de acuerdo con el separatismo ni con la existencia del PKK, prohibiéndolo en el país y ejecutando la orden del primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, de cerrar todas las oficinas del PKK o de cualquier organización relacionada con éste en el territorio de Irak. TurquÃía rechazó la oferta no militar de Irak y le exigió la extradición de varios integrantes del PKK. Esto se suma al hecho de que, en el pasado, Turquía ha acusado a Irak de no combatir eficientemente al PKK.

Frente a esta coyuntura, las relaciones internacionales entre Estados Unidos y Turquí­a se han consolidado. El apoyo del gobierno de los Estados Unidos a Turquía ha sido ratificado en reuniones entre el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y la secretaria de estado norteamericana, Condoleezza Rice, en las cuales se ha ratificado la lucha común en contra de lo que ambos gobiernos considean como terrorismo.

Estados Unidos proporcionó informes de inteligencia y listas de integrantes del PKK. Así mismo, realizará monitoreos permanentes a los movimientos del grupo armado para entregar informaciones al gobierno de Abdullah Gül. Adicionalmente, el gobierno de Bush recomendó no realizar incursiones militares, como requisito para continuar el apoyo militar de inteligencia. En otras palabras, las únicas actuaciones militares permitidas parecen ser las de Estados Unidos.

Por su parte, el PKK ha reiterado un llamado para resolver políticamente el conflicto. También se han realizado manifestaciones públicas y protestas en Estambul, la ciudad más grande de Turquí­a, donde se oyen las numerosas voces de rechazo a la incursión militar en Irak. Sin embargo, el presidente Abdullah Gül ha ratificado que se mantendrán las tropas en la frontera y ha mencionando que no tolerará los idearios separatistas del pueblo kurdo.

 

Amenaza para los kurdos legitimada por partidos polí­ticos

Movimientos turcos de corte nacionalista están creando un ambiente favorable para la guerra y la incursión militar en Irak. Partidos como Lobos Grises –partido fascista patrocinado por el Estado– han señalado como simpatizantes del PKK a los manifestantes pacifistas de Estambul y legitimado la represiones.

Un sector de la oficialidad de Turquía, compuesto por funcionarios públicos, se ha opuesto a la incursión militar, apoyando las manifestaciones pacifistas y reiterando el llamado a la búsqueda de una solución política. Éste ha sido señalado como ‘traidor’ por parte de los partidos nacionalistas, lo que incrementa el clima de riesgo para dichos funcionarios y, a su vez, legitima las incursiones armadas.

La incitación a la guerra y la estigmatización de los manifestantes son los principales motivos de los llamados públicos a la paz, es por esto que las masivas movilizaciones en contra de la guerra han adoptado una consigna universal:

“¡Alto a los ataques turcos en Irak!”

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