Por: Marco Antonio Moreno – febrero 18 de 2016
Las primeras señales de alarma sobre las malas prácticas y el alto apalancamiento de Deutsche Bank las hicimos hace tres años, cuando dimos a conocer la alta exposición del principal banco privado de Europa a los derivados financieros: 75 billones de dólares, una suma que supera 20 veces al PIB de Alemania y cinco veces al de la Zona Euro. No hay otro banco en el mundo que se pueda comparar con Deutsche Bank sobre este indicador, ni JP Morgan ni Goldman Sachs. Y el banco alemán está en la primera linea para ser el próximo Lehman Brothers. Las acciones de este banco se han hundido un 40% en lo que va del año y más del 95% desde 2008, dando cuenta de lo mal que están las cosas en Europa y cómo el síndrome de la tormenta perfecta está al acecho.
Los problemas del Deutsche Bank no salieron a la palestra en 2013 y se mantuvieron ocultos porque lo que importaba entonces era la crisis griega, la madre de todos los problemas europeos según la Troika –Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Consejo Europeo–. Ahora que se ha destapado que Volkswagen no es el único problema de Alemania y que las autoridades financieras de la Eurozona comienzan a cerrar bancos por los fraudes y el lavado de dinero, el Deutsche Bank se ve sacudido hasta sus propios cimientos.
El principal banco privado de Alemania, y también el mayor de Europa, debió confesar pérdidas por 6.890 millones de euros en 2015 –de los cuales 2.000 millones fueron en el cuarto trimestre– y anunciar que deberá reducir su plantilla en más de 35.000 puestos de trabajo. Además, Deutsche Bank fue multado con 2.500 millones de dólares por autoridades estadounidenses y británicas después de una investigación de siete años por su papel en la manipulación de las tasas de interés. Como a este banco se le siguen descubriendo escándalos contables, no se descarta que sea nuevamente sancionado y de ahí el nerviosismo de muchos inversores. La acción de Deutsche Bank se ha hundido a niveles nunca vistos bajando desde los 180 euros de 2008, previo a la crisis, a los 13 euros de los últimos días. ¡Una caída del 95 por ciento!
A la espera de un milagro
La entidad germana se verá obligada a abandonar varios países y su nuevo presidente debió reconocer que sólo un milagro puede salvar a Deutsche Bank. A estas alturas, y tras siete años de ayudas del BCE, la metástasis se ha expandido. De ahí que muchos esperen un milagro. Pero no estamos en temporada de milagros sino de auténticos cisnes negros. Todo aquello que se pensaba como altamente improbable que ocurriera está ocurriendo. Todo aquello que la teoría económica negó durante décadas que podía ocurrir ha ocurrido en estos ocho años de crisis.
Si en 2013 los medios preferían ignorar la debacle del banco alemán por dar prioridad a la crisis griega era sólo para dar tiempo a Deutsche Bank para recuperarse, pero la realidad económica y el pasado criminal del banco ha empeorado la situación haciendo imposible su recuperación. Deustsche Bank es tal vez el más claro ejemplo del antes y después de la banca con la crisis financiera. De la euforia de los préstamos y del dinero fácil a la oscuridad de la deflación y el inmovilismo crediticio.
Si las billonarias inyecciones de liquidez del BCE no han logrado recuperar a la banca y dar dinamismo a la economía real es porque el sistema ha colapsado. La banca no volverá a ser lo que fue y esto, tarde o temprano, deberá asumirse. La contracción de entidades que eran ‘demasiado grandes para caer’ se ha producido de manera inevitable. Los derivados financieros no sólo distorsionaron toda la economía por la vía de los precios sino que incubaron burbujas financieras para cubrir posiciones y ganar tiempo. No obstante, no esperaban la trampa deflacionaria porque, de acuerdo al modelo económico vigente, ese término no existe.
El esquema ponzi del Deutsche Bank
Lo que hoy se desmorona es la descomunal pirámide del esquema ponzi desatada en los años 90 con la desregulación financiera global que nunca tuvo en cuenta los riesgos reales. Se pensaba, como apuntamos en 2008, que todos los cisnes eran blancos cuando estábamos ante una manada de cisnes negros.
La crisis fermentó bajo las narices de todos porque mientras Merkel, Schauble, Juncker, Lagardé y Dijsselbloem sostenían que el problema era de los bancos de la periferia, es decir, los de Grecia, Irlanda, Portugal y España. No miraron el problema real de la gigantesca deuda tóxica del Deutsche Bank, el mayor banco privado europeo.
Los problemas del Deutsche Bank tendrán un alto impacto negativo en la economia mundial por su abultada exposición al mercado de derivados y es imposible, literalmente, imaginar un rescate del Deutsche Bank si el declive continúa. La sorprendente exposición a los derivados financieros por 75 billones de dólares –millones de millones– es 20 veces el PIB de Alemania y cinco veces el PIB de toda la Zona Euro. Y, para poner las cosas en perspectiva, la deuda pública total de Estados Unidos es menos de un tercio de la exposición del Deutsche Bank.
El colapso del Deutsche Bank está remeciendo a todo el sistema financiero. En las primeras seis semanas del año, el Deutsche Bank ha perdido un 40% de su valor y no vuela solitario en este desplome. CitiBank ha caído 25%; Bank of América, UBS y Credit Suisse, 23%; Goldman Sachs, 20% y JP Morgan, 18%. El sistema financiero está en caída libre.
Los intestinos de la banca están haciendo mucho ruido y Deutsche Bank lleva la delantera para convertirse en el próximo Lehman Brothers. Sólo que esta vez ni los bancos centrales ni los gobiernos cuentan algún ningún tipo de munición, a menos que saqueen de cuajo y hagan desaparecer los fondos de pensiones. La economía mundial está atrapada en una espiral de la muerte y todo comienza a oler muy mal.
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* Integrante del Consejo Científico de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (Attac) España. Publicado originalmente por ATTAC España.
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