Por: Gloria Gaitán – noviembre 19 de 2007
Escribí hace un par de semanas para Argenpress un artículo que circuló por Internet, titulado “Los pájaros de Chulavita y los soldados-campesinos de Colanta”. Allí anunciaba que continuaría con una segunda y una tercera parte del mismo, para demostrar que en la política del paramilitarismo en Colombia no ha habido solución de continuidad. Se trata de un procedimiento que se inició en 1946, gestado y propiciado desde el gobierno, que se proyecta hasta nuestros días, sólo cambiando su fachada y sus protagonistas.
Los acontecimientos personales que me han afectado últimamente me hicieron suspender los escritos, ya que he sido llamada a indagatoria por la Fiscalía colombiana, acusada por multitud de delitos, en clara estratagema para callar mi actividad desde el Centro Gaitán, hoy llamado Colparticipar (Instituto de la Participación ‘Jorge Eliécer Gaitán’), actualmente en proceso de liquidación a manos de un llamado amanuense de la CIA, el señor Hernando Corral, nombrado para tal fin por Álvaro Uribe Vélez.
La actividad mía, que quieren así frenar, ha consistido, entre otras tareas, en señalar a la CIA –con pruebas en mano– como cerebro terrorista de los planes subterráneos del Plan Colombia, en prolongación de su intervención en la ejecución de la llamada “Operación Pantomima” que culminó con el asesinato de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
Pero, como todos los días aparecen situaciones adicionales y recibo nueva información, las más de las veces estrictamente confidencial por provenir de personalidades destacadas del alto mundo político, he optado aquí por un nuevo ordenamiento de mi serie de artículos, sujetándome a los últimos acontecimientos y a su relación con la política geoestratégica norteamericana, que se apoya, para su planeación bélica, no sólo en el Pentágono sino también en la CIA y, para el caso interno de Colombia, en los instrumentos de Estado de que dispone la oligarquía colombiana, a más de las organizaciones paramilitares que hacen parte integral de la política de dominación interna y externa para someter al pueblo colombiano a un régimen capitalista, de terror y muerte.
Los mismos con las mismas
Son los mismos con las mismas en el tiempo y en el espacio. Ahora vemos que nuevamente el gobierno de los Estados Unidos escoge a Colombia como base estratégica para frenar el avance de la democracia social en el mundo y, concretamente, en América Latina. El pasado 19 de abril, en el programa del periodista Wolf Blitzer, transmitido por CNN en inglés, nos enteramos por boca de William Cohen, quien fungió como secretario de Defensa de la administración Clinton, que en el empalme en materia de defensa que tuvo con la administración Bush, el vicepresidente electo, Dick Cheney, le notificó a Cohen que el electo presidente Bush no estaba interesado en que le dieran un informe mundial sobre seguridad sino que estaba especialmente interesado en el tema de Irak y que, como lo informa el propio ex secretario de defensa Cohen, cuando el señor Bush llegó a la reunión, en compañía de su equipo, el secretario Powell, el secretario Rumsfeld, el vice presidente y Condoleezza Rice, el punto ‘A’ fue Irak, luego Corea del Norte y “…según me acuerdo, Colombia”, termina diciendo Cohen. Es decir que, desafortunadamente, Colombia está en el ojo del huracán.
Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se gesta el Plan Marshall para frenar el avance comunista en Europa y la CIA se crea en 1947 como herramienta de apoyo a esta tarea, el gobierno de los Estados Unidos escogerá a Colombia para que la CIA aplique la “Operación Pantomima”, a fin de impedir el proceso indiscutible de avance popular hacia la toma del poder, liderado por el socialista y revolucionario dirigente popular Jorge Eliécer Gaitán. Así, el Imperio promueve la creación de la OEA durante la Conferencia Panamericana que se estaba realizando en Bogotá, justo en los días en que cae asesinado, a manos de la CIA en connivencia con la oligarquía colombiana, Jorge Eliécer Gaitán. No es de extrañar, entonces, que el delegado norteamericano a dicha conferencia fuera el mismísimo general Marshall, que se ocupaba de similar asunto en Europa.
El reportaje de CNN a Cohen ratifica lo afirmado por el periodista Bob Woodward –coautor del escándalo de Watergate– en su reciente libro “Plan de Ataque”, donde devela situaciones que hacen pensar que la invasión a Irak no fue resultado de los ataques a los Torres Gemelas del Word Trade Center sino que esta tragedia fue un pretexto para ocupar a Irak. Lo que reafirma la tesis según la cual el atentado fue gestado por el mismo Bush, como lo expuse en mi artículo escrito en aquel noviembre, titulado “Yo acuso a Bush” .
¿Qué pasa ahora con los paramilitares colombianos?
Se dice que, el 16 de abril de 2004, un grupo de paramilitares penetró a tiros al lugar donde se resguardaba el jefe paramilitar Carlos Castaño, quien logró huir, corriendo aparente mejor suerte que varios de sus guardaespaldas. Se rumora que Castaño también murió. Pero, el segundo en notoriedad entre los comandantes de los paramilitares, Mancuso, en reportaje concedido por Internet al diario de Medellín El Colombiano, afirma que no hubo tal intento de asesinato y que piensa que es una estratagema para que Castaño se vaya para los Estados Unidos, de común acuerdo con el gobierno de Bush –¿le cambiarán su identidad?–, haciendo varias revelaciones que, como fichas de un rompecabezas, ayudan a completar el panorama de la estrategia paramilitar Uribe-Bush.
Dice Mancuso, refiriéndose al aparente proceso de desmovilización de los paramilitares que está promoviendo Uribe: “hemos dicho desde el principio que estamos dispuestos a iniciar concentraciones graduales, en la medida que el fortalecimiento de las instituciones del Estado y la política de seguridad democrática del presidente Uribe se vayan dando, lo que significa que el Estado llegue y nos sustituya, como nosotros, de facto, lo hemos sustituido a él, ocupando los espacios donde el Estado no hacía presencia o, aún teniéndola, no cumplía con su función constitucional y las guerrillas se movían como Pedro por su casa”.
Así como la gestación de los paramilitares en Colombia en 1946, a través de la creación de los llamados “pájaros” o “chulavitas”, creó una dinámica que se le salió de las manos a la oligarquía colombiana y generó los grupos campesinos que inicialmente se fueron al monte para proteger sus vidas, pero que finalmente se convirtieron en guerrillas que perduran hasta hoy, del mismo modo las llamadas ‘Convivir’ creadas por Álvaro Uribe, inicialmente en Antioquia, adquirieron un desarrollo propio que, a la postre, se le salió de las manos al gobierno, razón por la cual Uribe y el Pentágono optaron por proceder a incentivar una desmovilización de dichos grupos, sustituyéndolos por los llamados ‘soldados-campesinos’ que se concentran, fundamentalmente, en las tierras que le pertenecen a la cooperativa lechera Colanta.
¿Qué significa Colanta?
La cooperativa lechera, que en Colombia emplea a un gran número de ‘soldados-campesinos’, modalidad esta última de organización paramilitar creada por el presidente Álvaro Uribe Vélez como nueva versión de las Convivir, fue bautizada como Colanta en referencia y asociación a la leyenda celta de Avendal, en la cual el mítico rey Ventar, para luchar contra las fuerzas del mal -hoy los llamarían ‘terroristas’-, conformó un consejo de defensores del reino al que autoproclamó Colanta.
¿Cómo fue posible que a una cooperativa lechera le dieran, en pleno siglo XX, el nombre evocador de un grupo combatiente del siglo V? Sencillamente porque dicha cooperativa es una organización encubierta para agrupar paramilitares bajo la sofisticada modalidad denominada soldados-campesinos, que se financian ya no con la explotación de sembradíos de coca sino con la producción de leche y la elaboración de sus derivados, a la vez que ocupan terrenos geoestratégicos para conformar un muro de contención entre el norte y el sur de Colombia, respondiendo a la táctica norteamericana de dividir los territorios en conflicto para debilitarlos, tal como se hizo en Yugoslavia y como ahora se pretende concretar en Irak, dividiendo al país en tres partes. Además, en el sur del país, Colanta forma una barrera en la frontera entre el Ecuador y Colombia.
¿Quién gerencia y dirige a Colanta?
El currículo del gerente de Colanta es más que diciente y está en un todo acorde con los propósitos de la Colanta del siglo V y de su nueva versión, la colombiana de los siglos XX y XXI. En efecto, Jenaro Pérez, el gerente, es subteniente de la reserva; a lo largo de los últimos 20 años ha recibido múltiples reconocimientos del Batallón Contraguerrilla No. 4, que lo condecoró por su apoyo y colaboración a su Unidad Táctica; recibió la condecoración ‘Servicios Distinguidos’ de manos del director general de la Policía Nacional, en reconocimiento a la “colaboración incondicional” y apoyo brindado a la institución policial; es miembro destacado de la Asociación de exbecarios del Centro de Estudios Cooperativos de Israel y miembro del Comité Directivo, Capítulo Antioquia, de egresados del Batallón Miguel Antonio Caro, MAC.
Además, es colaborador de los diarios más derechistas del país: La República y El Colombiano. En representación del Partido Conservador ha sido concejal municipal y diputado departamental de Antioquia, miembro del Congreso de Colombia y presidente del Concejo de Medellín, en el período en que Álvaro Uribe Vélez se desempeñó como Gobernador de Antioquia. Es, además, miembro del Directorio Nacional Conservador desde 1994 y coautor del libro “Hacia un Nuevo Modelo Colombiano”, escrito igualmente por Mariano Ospina Hernández, hijo del expresidente Mariano Ospina Pérez, gestor del genocidio contra el pueblo gaitanista a partir de 1946. Ospina Hernández posee en su casa un salón consagrado a coleccionar piezas del régimen nazi y de su orientador ideológico, Adolfo Hitler.
La opinión pública antioqueña, y altas personalidades del mundo político que me lo han confirmado, sindican al presidente de la Junta Directiva de Colanta, el señor Guillermo Gaviria, a quien afectuosamente llaman ‘el Negro Gaviria’, como instigador de la masacre de La Chinita, en la que, a mediados de la década del noventa en la región de Urabá en el departamento de Antioquia, fueron asesinados 36 campesinos militantes de izquierda, en contraposición con la versión oficial según la cual los autores fueron las FARC, arrestando así a varios ciudadanos que fueron condenados a cerca de diez años de prisión, sin que la justicia les hubiera podido comprobar su participación en el crimen.
Comentarios finales
El corredor que conforman las tierras cooperativizadas de Colanta, que comprenden los departamentos de Córdoba, Antioquia y Boyacá, fue construyéndose a partir de la década de los setenta. Fue entonces cuando se inició una fuerte campaña que propugnaba por la independencia de Colombia del departamento de Antioquia –como ahora en Venezuela se propugna por la independencia del Estado del Zulia–. Pero el trasfondo era otro: se localizaba en el marco de la estrategia militar, bien conocida, de dividir la geografía allí donde existen conflictos de difícil resolución. Eso fue lo que se aplicó en Yugoslavia y ahora se pretende realizar en Irak, donde se propone crear “tres Irak”.
En aquel momento, en Colombia, se buscaba separar al sector más desarrollado industrialmente a fin de conformar una barrera de contención para obligar a la guerrilla a concentrarse en el sur del país. Es por esto que, al estudiar las zonas con más densidad de presencia militar, constatamos que se encuentran en el norte del país, razón por la cual una ciudad como Neiva, situada en el departamento sureño del Huila, ha sido víctima de espectaculares ataques por parte de las FARC que han podido secuestrar, en su propia residencia, a numerosos miembros de la sociedad huilense. Un operativo de esta índole jamás podría sucederse en el norte del país.
Toda esta información me ha sido confirmada por diversas fuentes del alto mundo político e, incluso, por una personalidad colombiana que, por sus funciones, ha tenido acceso a las fuentes de inteligencia y me lo ha confirmado. Entiendo que no lo haya denunciado porque con ello se juega la vida. Creo que más temprano que tarde este asunto saldrá a la luz pública en el Congreso de la República, pues el paramilitarismo de Colanta es un hecho reconocido en las altas esferas de la política colombiana.
Develar lo que allí sucede y que la opinión pública colombiana conozca la verdad que allí se esconde es indispensable para frenar los propósitos Bush-Uribe de invadir a Venezuela. Lástima grande que el pueblo colombiano no tenga la oportunidad de escuchar las conversaciones de salón de nuestra oligarquía nacional y de nuestro mundo político. Otro gallo nos cantaría.
Invasión a Venezuela
El objetivo de Colanta, entonces, es crear una barrera de contención para el escenario de invasión a Venezuela, para lo cual el gobierno colombiano buscó comprarle tanques a España cuando Aznar era su presidente. Por otra parte, para esta operación invasora se adelanta la conformación de un soporte militar norteamericano en la región del Catatumbo y se está creando el ambiente independentista necesario en el Zulia para construir las condiciones psicológicas que debiliten la reacción ciudadana a una invasión extranjera, ya que una de las herramientas más temibles de la guerra es la “conquista de las mentes”.
Es claro que la oposición venezolana que no hace parte de la oligarquía venezolana –la que no tiene patria diferente a su bolsillo– debe tomar en consideración el peligro de esa alianza de los jefes opositores con el imperio norteamericano y Álvaro Uribe, quien le dio asilo político, ni más ni menos, que al cabecilla visible del intento de golpe de Estado al gobierno bolivariano de Hugo Chávez.
En estos momentos es el patriotismo el que está en juego, es la dignidad de los pueblos y el derecho a ser libres, autónomos e independientes.
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Gloria Gaitán es una reconocida líder social e hija de Jorge Eliécer Gaitán.
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