Por: Andrés Gómez
El municipio de Ricaurte, Nariño, está enclavado en los hermosos bosques del pie de monte que conecta los Andes con el Pacífico, ubicado a casi 700 kilómetros de Bogotá, y a 130 km de Pasto por carretera, su geografía está llena de vida en forma de zorros grises, carpinteros reales, serpientes coral, guayacanes y orquídeas de bosque tropical húmedo, pero en medio de la exhuberancia de la naturaleza, las oportunidades escasean mientras el conflicto armado continúa. Pese a esto, en este municipio, un grupo de mujeres ha construido una respuesta colectiva ante la contaminación y la falta de oportunidades económicas. Desde 2017, la asociación Recicla Ricaurte por la Paz ha logrado evitar que plásticos y cartón terminen en los bosques, el río Güiza y en el océano pacífico, al punto que hoy envían a empresas transformadoras toneladas mensuales de estos materiales.
En Ricaurte, según proyecciones del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para 2023 habría un poco más de veinte mil habitantes: 10,196 mujeres y 10.385 hombres, personas que en su diario vivir dejan una huella de su consumo, como todos nosotros, y que consiste en los desechos plásticos. Sin embargo, otros de los residuos devienen de las actividades agropecuarias del municipio, donde caña, panela y la cría de ganado, junto a los cultivos de coca y los laboratorios de procesamiento dinamizan el conflicto armado y condicionan la vida en el municipio.
La falta de gestión de los residuos y de oportunidades fue una de las motivaciones para que Harold Moriano, quien había conocido a varias mujeres obreras en trabajos de pavimentación de vías en concreto llamadas “placa huella”, les propusiera reciclar, así lo cuenta Patricia Agreda, representante legal y una de las fundadoras de la organización:
‘Vea, muchachas, hagamos esto’ dijo [Harold Moriano]. ‘Miremos cómo nos va, eso es buenísimo’. Pues al principio todas ilusionadas pensando que ciertamente pues se ganaba ¿no? Y entonces ahí fue que nos reunimos iniciamos como unas ocho mujeres el primer día reciclando. Ahí empezó a nacer la idea, él [Moriano] dijo: “aquí el material todo viene, aquí tenemos hartas fuentes hídricas.» Entonces dijo: ‘Todo ese material se va allí al río Güiza, nosotros busquémole la forma de aprovecharlo’. Y fue desde ahí donde nosotros iniciamos con esta iniciativa del reciclaje.
La idea de reciclar fue de Harold Moriano, pero Patricia Agreda cuenta que la organización está compuesta en su mayoría por mujeres: “Oséa, en la asociación, en los papeles legales, como mujeres, pero a la hora de trabajo, nosotros tenemos hombres aquí trabajando. Pero son más mujeres.”
Patricia Agreda tiene 34 años, llegó a Nariño desplazada del Putumayo hace poco más de una década, y cuenta que no fue fácil empezar a recoger materiales de la basura y que los ingresos no alcanzaban a satisfacer la pequeña ilusión económica que tenían:
Al principio nos daba vergüenza. Este trabajo es de admirarse mucho porque no a todos les gusta andar revisando en las bolsas, y nos daba mucha pena … ya lo más duro fue a la hora de los ingresos, en sí pues no era mucho como lo imaginábamos. Era algo mínimo. Nosotras en el primer viaje creo que mandamos como unos 800 kg y nos lo pagaron como a 350 [kilo] … ese trabajo fue como voluntario de parte nuestra, y no nos quedó nada.
En un territorio en el que los hombres no tienen muchas oportunidades, y las mujeres menos, el recoger y clasificar básura para enviar a empresas transformadoras se convirtió en algo más que una búsqueda de ingreso. Las primeras seis mujeres que salieron a las calles a claisificar la básura con el objetivo de reciclar encontraron pronto que no era una tarea fácil y que la remuneración es baja, pero no desistieron e inclusive, cuenta Patricia Agreda, motivaron con su ejemplo a más mujeres a acompañarlas:
Unas compañeras de vernos se empezaron a motivar. No, porque nosotras les decíamos que era bueno, pues no era cierto. Ellas se motivaron porque les gustaba también como el trabajo ambientalista.
Ana Lucía Casanova es de las mujeres que se inspiró en el ejemplo de quienes hoy son sus compañeras, lleva 8 años en el proceso, y su motivación era hacer algo que sentía debía hacer por el municipio: “El parque estaba lleno de botellas, cartones, desechos. Me daba pena. [Yo ]Decía: alguien tiene que hacer algo.”
Si bien para Ana Casanova la motivación era ambientalista, junto con su esposo vieron una oportunidad económica en el reciclaje, pero ante la falta de una remuneración que compensara tiempo y esfuerzo su compañero desistió pronto:
Cuando yo empecé tenía mis dos hijos, el uno estaba en la escuela y yo seguí en esto y también mi esposo. Y como nos demoraba mucho el pago, él dijo, ‘No nos va a dar todos dos metidos aquí’. La verdad era 3 meses, a los 3 meses mandábamos el viaje y no llegaba, pues tampoco no había sustento de ahí gran cosa. Entonces dijo: ‘Usted verá si se queda. Yo sí me salgo.’ Él se salió. Entonces yo le dije: ‘No, yo sí me quedo en esa situación.’
Razones no faltaban para el esposo de Ana Casanova, tenían que esperar tres meses por una bajísima remuneración:
Le cuento que así fue pasando el tiempo y nosotros mandábamos cada tres meses, aproximadamente mandábamos un viaje de una tonelada. Cada tres meses. Y así mismo, cada tres meses recibíamos dinero que más o menos entre todo el grupo que se encuentra, que eran como diez personas, nos tocaba cien mil pesos [para repartir entre todas].
Hoy son varias las mujeres que acompañan el proceso, la mayoría indígenas del pueblo awá. En el trabajo de recolección y separación participan de diez a doce mujeres, quienes recorren no solo el casco urbano de Ricaurte sino veredas como San Pablo, y llegan a zonas de otros municipios como Barbacoas y Mallama, y no solo han llegado lejos en la búsqueda de materiales que puedan enviar a fábricas de reciclaje; de los ochocientos kilos iniciales, que enviaron a Cali, pasaron a enviar toneladas: “ahoritica estamos sacando de siete a ocho toneladas al mes”, cuenta Patricia Agreda.
Si bien ha aumentado la capacidad de la organización de recoger, seleccionar y compactar plásticos y cartones, al punto de enviar toneladas a fabricas en Cali y Pasto, la remuneración no corresponde con el esfuerzo:
A veces nos queda de 15.000 pesos, entonces ya se dice: 15.000 pesos. Y se lo multiplica por cada uno de los días que haya salido a trabajar. Pero están pagando entonces el jornal a 15.000. A veces nos sale de 15, 17, 18 o 20 [mil]. Son 20 [mil] lo máximo que hemos sacado hasta el momento.
Recicla Ricaurte: una intervención de amor ante una crisis global
La paga no compensa el trabajo de las 12 mujeres que se levantan en la madrugada lunes y miércoles para recoger entre la basura plásticos y cartones, y aunque se pagara bien, su esfuerzo igualmente sería invaluable al ser un aporte significativo para que no llegue basura al océano pacífico, ni a las hermosas playas de Tumaco, Nariño, a un poco más de 100 kilómetros.
Para marzo de 2025, la Facultad de Minas de la Universidad Nacional sede Medellín, publicó que en las playas de Tumaco se acumulan más de 10 kg de plástico al día.
Parte de ese plástico llega a esta costa de otra parte del mundo porque las olas lo transportan hacia las playas de la Perla del Pacífico, otra parte del plástico es arrojada por las personas del municipio de Tumaco, y otra navega por los ríos que desembocan en el pacífico nariñense, uno de ellos el río Güiza, que nace en los volcanes Azufral y Cumbal, y recorre los municipios de Mallama, Ricaurte y Barbacoas para desembocar en el río Mira, arteria fluvial que atraviesa Tumaco y desemboca directamente en el delta del río Mira y el Cabo Manglares, en el océano pacífico.
Las mujeres de Recicla Ricaurte evitan que muchas de las siete u ocho toneladas lleguen al mar, y aunque esta cantidad puede sonar significativa para una población de veinte mil personas, es en realidad pequeña, la falta de cultura de separación de residuos, así lo afirma Patricia Agreda, es una de las causas, por eso Patricia resalta que su labor ha inspirado una pedagogía de separación de residuos a pesar la resistencia cultural:
Piensan [habitantes del municipio] que somos Ecoopar [Empresa Cooperativa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo del Municipio de Ricaurte Nariño] y que somos la empresa, que tenemos un salario, bueno, y entonces [piensan:] si te vas a ganar un salario, gánatelo por algo. Entonces echan todo revuelto, pero hay personas que han entendido el trabajo, y ellas si bien juiciosas entregan su material separado, pero hemos avanzado. Como le decía, un 20% separa, nos falta mucho todavía para lograr esa concienciación. Y en la zona rural es igual, solo el 20% separa.
Si todas las personas separaran los residuos en Ricaurte, se podrían reciclar más de 30 toneladas al mes, pero la falta de cultura de gestión de la basura no es una característica única de Ricaurte, ni solo nacional, es global.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) aseguró en 2021 que solo se ha reciclado “el 9 % de los nueve mil millones de toneladas de plástico producidas en la historia y que la mayor parte de este material termina en sitios de disposición final y en el ambiente”. El estudio también estimó que, de no cambiar patrones de consumo y prácticas de manejo de desperdicios, para 2050 habría doce mil millones de toneladas de basura plástica en basureros y el medio ambiente.
Colombia está enfrentando la necesidad de evitar que el plástico llegue a botaderos, campos, ríos y océanos mucho mejor que otros residuos: para 2017, las tasas totales de reciclaje en Colombia eran de 2 % para materiales de construcción y 20 % plástico.
A 2024 la tasa de reciclaje de plásticos no llega al 30%, y por ello, el Ministerio de Ambiente promueve en las “Orientaciones de Ambiente para Formulación de los planes de Desarrollo Territoriales”, que los municipios tengan indicadores como: el porcentaje de residuos sólidos efectivamente aprovechados; la tasa de reciclaje y nueva utilización de residuos sólidos; y la generación per cápita de residuos sólidos y productos residuales.
Ante una realidad de adicción global a los plásticos que nos inunda de desperdicios, llena de micro plásticos nuestro cuerpo y el de otros animales, y la baja reutilización de estos, el trabajo de base de las mujeres que conforman Recicla Ricaurte adquiere otra dimensión. No es asistencial a la estética del municipio, ni es una iniciativa ambiental marginal de mujeres en un lugar donde el Estado no llega con oportunidades. Lo que hacen las mujeres de Recicla Ricaurte es una intervención directa a una crisis global.
Apoyos y necesidades
Lady Aracely Bisbicús es la última de las voluntarias en entrar a la organización, tiene 18 años, se graduó hace poco de bachiller, y desde hace seis meses acompaña el proceso de Recicla Ricaurte, ella cuenta que se unió porque quería hacer algo ante los desperdicios:
He mirado que a veces hay muchas basuras tiradas así como botellas, tiradas por las calles y no, pues eso se mira feo.
Además, no hay muchas opciones para las personas jóvenes en Ricaurte, ni en su vereda:
La verdad, no hay otra salida para ellos [hombres]. Algunos jóvenes son campesinos. Entonces, lo más fácil es ir a trabajar a raspar coca o a cargar caña, amarrar caña, porque el cultivo de aquí en San Pablo, en nuestra vereda, es de caña.
Al preguntarle sobre las oportunidades de las mujeres, Lady Aracely fue más parca:
Se quedan en la casa las que no pueden estudiar. Como ahoritica ya hay varias universidades, algunas niñas pues quieren irse a estudiar lejos, pero como los padres son de escasos recursos, no las pueden mandar.
Al igual que sus compañeras con las que recorre veredas y calles del municipio, Lady Aracely se viste de overol con botas de caucho y guantes gruesos, y durante los recorridos se ubica dentro del camión entre los desechos, y separa con mucha agilidad lo que se puede clasificar, destreza que adquirió en poco tiempo:
Primero el proceso para mí no fue tan fácil porque no sé, no tenía tanto conocimiento de eso y poco a poco me fui acostumbrando.
A pesar de las dificultades que enfrentó Lady Araceli a comienzos de 2025, ella cuenta con la experiencia adquirida por sus compañeras, Ana Lucía Casanova, con 55 años y después de ocho años en Recicla Ricaurte, cuenta que todo ha sido un proceso de paciencia y aprendizaje:
Al principio no sabíamos nada, nada cómo reciclar, todo íbamos llevando, todo llevando, todo era lo que servía. Y después ya fuimos aprendiendo poco a poco, aprendiendo qué sirve, qué no sirve y cuáles son los materiales que sirven para volverlos a reciclar y cuál no.
Patricia Agreda cuenta que estudiar y gestionar proyectos les ha permitido pasar de procesar kilos a toneladas.
El SENA nos formó, hicimos una formación en manejo de residuos sólidos y aprendimos a diferenciar los materiales que son reciclables y los que no son reciclables. Entonces nos ayudó a nosotros a fortalecernos en el aprendizaje.
Luego de aprender a clasificar y aguantar enviando cada tres meses tonelada y media a Cali, Prosperidad Social compró una compactadora para la colectiva, lo que les permitió pasar a procesar tres toneladas cada dos meses. Luego de ese impulso, el exalcalde Eder Burgos (2020-2023) les donó un motocarro, lo que cambió todo, así lo narra Patricia Agreda:
Con la ayuda de ese motocarro hemos subido super harto. Gracias a ese motocarro, tenemos la oportunidad pues donde nos llaman, vamos a hacer las recorridos. En el momento estamos acogiendo Mallama, lo que es de San Miguel hacia abajo y a Barbacoas, lo que viene de el Diviso hacia acá. Todos esos territorios venimos nosotros recolectando. Y la gente pues ya nos conoce, nos llama y nos guarda el material y nosotros vamos a los llamados.
Ante la utilidad del motocarro, y la ambición de hacer vivir el proyecto, las 18 mujeres y los dos hombres que hacen parte de la organización usaron dinero donado y pagaron un préstamo a EMAS para comprar otro motocarro: “Una tonelada entregábamos para pagar la motocarro y la otra tonelada que daba para gastos de nosotros”, cuenta Patricia Agreda
El impulso que ha marcado la diferencia para llegar a compactar de 7 a 8 toneladas, cuenta Patricia Agreda fue financiado por Usaid, agencia aniquilada por Trump en 2025.
Ese promedio lo tenemos gracias a un proyecto de Usaid que sacó mi compañera Noemy Cabrera, ellas con unos ingenieros sacaron un proyecto de Usaid, juntanza étnica. Ellos nos fortalecieron en la forma de capacitar. Nos apoyaron con un saco de botellas para ingresar a los centros educativos, y eso nos ayudó. Ahí subimos. Antes de eso enviamos como unas 5 toneladas y gracias a ese proyecto de Usaid hemos subido a las 8 toneladas que enviamos ahora.
La colectiva sabe que las 8 toneladas no son un límite, y por ello Patricia Agreda sueña con que la gente separe más:
Si la gente separara desde sus hogares, obviamente que nosotros vamos a subir más porque ya no nos tocaría buscarlo, sino que solamente irlo a recoger. Entonces, el trabajo es porque nosotros lo buscamos y de ahí lo acopiamos.
El anhelo de Patricia Agreda es que la gente separe más, no es solo para que la colectiva tenga mejor retribución por un trabajo duro, sino para poder tener las condicones económicas de recoger lo que no es rentable, como el vidirio:
Estamos buscando cofinanciación para enviar el vidrio, que la verdad es que sí nos duele. Hay mucho vidrio y nosotros solamente reciclamos lo que es: cartón, plástico, plegadis, archivo, chatarra, cerveza, olla, cobre. Todos esos materiales que son livianos. Imagínese subiendo al vidrio. El vidrio es mucho más pesado y no se gana, no es tan bueno en en el comercio, pero para nosotros ojalá alguien nos lo comprara para enviarlo porque se contamina mucho con ese vidrio.
No todo ha sido apoyo
Siempre nos han robado, ahora el sábado que cargamos se nos robaron las dos pesas, tres pesas nos robaron. Hace unos dos meses antes nos robaron un megáfono y pues no es mucho que se diga, pero para nosotros pues es un artículo bien utilizado: que es la pesa pues es donde pesamos el material para poder enviar. Y el megáfono, pues siempre lo utilizaba yo porque lo colocaba en el motocarro, colocaba mensajes así pues que recicla, canciones de reciclaje como para ir concienciando a la gente. Pues ahoritica no lo hemos podido hacer.
Recicla Ricaurte es una organización que si bien ha recibido pocos pero cruciales apoyos, las acciones de la delincuencia común minan su esfuerzo, pero esto no representa mayores obstáculos al poder reponer pesas romanas, digitales y megáfonos, las barreras son en realidad derivadas del conflicto armado, por ello una de las mujeres advierten sobre el futuro de la organización:
pues sí sabemos que son sitios peligrosos [veredas donde recolectan sólidos] y procuramos como de llevar la cosa en paz, pero decir que nos hayan amenazado o algo así por este trabajo, hasta el momento no. Hemos tenido miedo porque últimamente a todos los comerciantes les están exigiendo pagar las famosas vacunas, pero hasta ahorita estamos rezando a que eso no nos llegue, porque sinceramente si nos llegan a nosotros a pedir eso, nos toca acabarla porque si no nos queda ni para nosotros de dónde vamos a sacar para pagar.
Otro de los problemas que no pueden resolver las manos laboriosas de las mujeres de Recicla Ricaurte es la falta de infraestructura de reciclaje, aunque cuentan con una pequeña bodega en comodato con la alcaldía de crecer el espacio será pequeño muy pronto, además, recuperar y clasificar causa dolencias propias del trabajo y no tienen como acceder a terapias:
Nosotros utilizamos más que todos los de caucho [guantes] es porque son más fáciles de como de abrir y cerrar la mano. Y esos otros son duros [carnaza] y eso que ya tengo problemas algunas compañeras ya les duele la muñeca de tanto utilizar guantes. Una es el dolor de las manos, pues ellas dicen que les duele mucho las manos. Y otro es el dolor de espalda por lo de la compactadora que toca agacharse y jalar. Esas son como las que más se sufre aquí en el trabajo.
A pesar de estas dificultades, Recicla Ricaurte ha podido crecer y convertirse en una oportunidad para las personas que componen la organización y alivian la vida en el planeta al evitar que el plástico mate peces y tortugas, entre otra fauna marina, pero enfrentan una barrera, la miopía de la gobernación.
Con el objetivo de fortalecer la gestión ambiental y fomentar la economía circular, el Gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, firmó el convenio interadministrativo No. 405924 con los municipios de La Cruz, Belén, Colón, La Unión, San Bernardo y San Pablo, alianza que aprovechará los residuos plásticos para producir madera plástica que impulse el desarrollo sostenible en la región. El proyecto beneficiará a 209 recuperadores ambientales y sus familias, pertenecientes a 6 asociaciones de recicladores de los municipios del norte de Nariño.
Aun con lo importante de este paso de la gobernación, el convenio deja por fuera el pie de monte costero y las poblaciones que ya tienen procesos como Ricaurte, municipio que tiene adelantado un proceso de sensibilización ambiental sobre los tipos de plástico que se podrán recibir para hacer madera plástica.
Transformaciones

Sin duda Recicla Ricaurte salva la vida de los ríos y sus riberas, así como la vida en el mar y evita que lleguen a las costas del pacífico toneladas de plástico, esa acción en si transforma el mundo pero no es la única transformación resultado de trabajar muchas horas por poco dinero, así lo explica Patricia Agreda:
‘Mamá’, dice, ‘Yo me siento orgullosa de usted porque yo sé que usted está haciendo algo por nosotros para nuestro futuro.’ Y lo mismo dicen algunas compañeras, pues ellas incluso aquí donde ve, pues no es que tanto a veces la necesidad, sino ya nos hemos enfocado es como en la conservación del medio ambiente.
Patricia Agreda también cuenta que al principio su esposo no la entendía y hacía bromas de inconformidad: “El esposo mío cada rato me daba cantaleta y así mismo les pasaba a todas las compañeras. Decir, «No, veas que ustedes allá, ¿qué es que se van a hacer? Que por qué salen tan de mañana, llegan tan tarde. Les vamos a dejar las cobijas allá o qué.» Hoy su esposo es otro:
Yo me quedo atrás, yo organizo a los niños, tenemos dos niños, una niña de 12 años y un niño de 4 años. Y ahoritica, o sea, yo me vengo acá y él se queda ayudándome en la casa a organizarlos para mandarlos al colegio, a la guardería. Entonces, como que todo eso, mire, el cambio que ha hecho y ahoritica pues ya lo valoran más.
Lady Aracely también es inflexible y ante la idea de un hogar defiende su labor ambiental y que pueda tener un ingreso, así sea pequeño:
‘Pues mi esposo, pues él ya tiene que tener claro que de verdad tiene que gustarle, de mis hijos, pues yo le digo: si se avergüenzan, ¿que vamos a hacer? Yo soy así. Y pues de todas maneras lo poquito que nos llega, la bonificación que nos llega no es harta, no es en cantidad un platal, sino cualquier cosita, pero sirve para el hogar.’
Las mujeres de Recicla Ricaurte , sin maquinaria industrial, ni subsidios estables, con las uñas, dos motocarros, una compactadora pequeña y algunas pesas, le han ganado terreno a la falta de oportunidades, al plástico, y a la violencia; y aunque no reciban salario que compense el trabajo, y tengan poco reconocimiento institucional, ellas son una colectiva poderosa que detiene la muerte antes de que llegue al mar.

En reconocimiento al compromiso del equipo de El Turbión con la integridad y la excelencia en el periodismo, el medio ha obtenido la Certificación de la Iniciativa de Periodismo Confiable, promovida por Reporteros sin Fronteras con la norma internacional CEN CWA 17493:2019.
Si encuentras un error, selecciónalo y presiona Shift + Enter o Haz clic aquí. para informarnos.