Por: Julián Carrillo Rojas – octubre 29 de 2007
En la corta etapa de la juventud se definen los senderos que el ser humano surcará durante el resto de su vida, definiendo sus gustos, tendencias y, lo más importante, proyectando un pensamiento que llevará al joven a actuar de una u otra manera. En la actualidad, la humanidad guarda en su mente la imagen latente de un hombre que desde su juventud observó y analizó la crítica situación social por la que pasaba América Latina, razones que lo llevaron a luchar durante toda su vida contra la tiranía, la opresión y las injusticias, dándose a conocer en todos los rincones del planeta por la intensa batalla que libró a favor del pueblo.
Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de junio de 1928, en el seno de una familia aristocrática de Rosario en la República Argentina y fue el mayor de cinco hermanos. En 1947 ingresa a la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires y, faltando poco para su graduación, decide emprender un largo viaje por toda América. Acompañado de su amigo Alberto Granados, Ernesto toca tierras argentinas, chilenas, peruanas, colombianas y venezolanas. Fue el primer viaje que realizó Guevara y que lo llevó no sólo a conocer los bellos parajes de nuestro continente sino a despertar frente a una realidad que contrastaba absurdamente con el entorno natural. Estando en Venezuela decide regresar a Buenos Aires para culminar sus estudios y, finalmente, se graduó como médico el 12 de junio de 1953.
Una vez terminados sus estudios, inició otro viaje con la ilusión de llegar un poco más lejos y efectivamente lo logra. En esa oportunidad, conoce Bolivia y Ecuador, avanzando a Nicaragua y Guatemala en Centroamérica. Conoce a Hilda Gadea, una dirigente aprista peruana que lo ayudó en busca de trabajo y que lo liga con un grupo cubano que le colocó el sobrenombre del ‘Che’, por el que sería conocido en todo el mundo.
En 1955 se une, en México, en calidad de médico, al Movimiento 26 de Julio, donde conoce a Fidel Castro y emprende una lucha revolucionaria con el motivo de defender sus ideales y los de todo un pueblo que lo apoyaba y seguía.
En el transcurso de sus viajes nació el concepto de ‘hombre nuevo’, en el que plantea la posibilidad de liberar a América Latina a través de una revolución continua, pero no común, ya que debía tener los argumentos suficientes para lograr una verdadera transformación en el pensamiento del hombre. Los jóvenes desempeñarían una función importante en el proceso revolucionario, planteando un modelo en el cual se requería tener un espíritu libre, sin complejos, y el carácter para formar una disciplina de superación que condujera a un aprendizaje diario. Todos estos factores serían el pilar en la formación de ese hombre nuevo, quien, con argumentos, impulsaría una revolución en la cual debían actuar todos los sectores de la sociedad.
Ernesto Guevara desaparece de Cuba y emprende una lucha en contra del imperialismo en Bolivia, donde se solidariza con los campesinos y mineros bolivianos contrarios al gobierno militar. Así lo expresó en la carta de despedida que le escribió a su comandante y amigo Fidel Castro: “otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos. Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor: aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo. Eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté. Esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura”. La lucha de este gran pensador finalizó el 8 de octubre de 1967, cuando fue capturado y fusilado por el ejército boliviano.
La imagen de Ernesto Guevara sigue viva y toma más fuerza gracias a las injusticias que aquejan a la humanidad en tiempos modernos y son los jóvenes los encargados de mantener su imagen latente, al ver en el Che la figura más representativa de un ideal revolucionario, que se opone a toda clase de abusos hasta el punto de sacrificar su vida por los demás, a favor del bien común.
Por tal razón, el 8 de octubre se conmemoró en el mundo entero el aniversario número 40 de su muerte y se llevó a cabo gran cantidad de actividades en las que se recordó la vida y pensamiento de un hombre que luchó incansablemente por el bienestar de las clases menos favorecidas y por sentar las bases de una revolución que conllevará a vivir en un mundo mejor.
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