La vida en Cuba por sus mujeres - Foto: kaloian Santos Cabrera

La vida en Cuba por sus mujeres - Foto: kaloian Santos Cabrera

Nuria Barbosa León – marzo 29 de 2012

Una infancia infeliz, califica mi amigo, El Jabao, su vida en la Cuba capitalista. Relatos imborrables que repite. Quiere asegurar que  la memoria no se pierda con el paso de los años.

Su madre, abandonada por el marido, enfrentó sola una prole de siete hijos. Vivían en una habitación alquilada por unos pesos, en un edificio multifamiliar de la Habana, conocido como solar, donde se compartía el baño con los demás inquilinos y en los pasillos merodeaba el vago, la prostituta, la delincuencia, el tráfico de productos y de drogas, el desorden y la chusmería.

Los niños, sin asistir a la escuela, pasaban la mayor parte del tiempo, solos. Una de las hermanas mayores, con apenas doce años, cuidaba de ellos.

Todos aprendían rápido el trabajo, deambulaban entre los comercios cercanos buscando personas que pagaran unos centavos por cargar una jaba o enviar un mensaje a cualquier lugar. Eso proporcionaba una peseta con los que podía comprar algo para echar a la boca, aunque fuera un café con leche de 10 kilo.

La mamá, criada en una mansión de Miramar, escondía la sobra de la comida de sus señores en el fondo del cubo de desperdicios. Se le prohibió llevar algo para su casa, aunque fuera botado por los patrones.

La noche resultaba la bendición, los hijos se sentaban alrededor de la mesa hasta ver aparecer a la madre que era recibida con la pregunta “¿Qué trajiste?” Entonces repartía equitativamente en cada uno de los platos el poco de comida conseguida que siempre resultaba insuficiente. Como consuelo y ante el reclamo de los muchachos de algo más para el estómago, la madre aconsejaba:

-Tomen agua, con la comida se toma mucho agua.

*Periodista de Granma y Radio Habana Cuba

 

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