Por: Marcos Silva Martínez Debemos reconocer la importancia del río y el progresivo agotamiento y contaminación de su caudal. Debemos ser conscientes de la necesidad de revertir su tendencia y recuperar el potencial hidráulico perdido. Hay quienes señalan la importancia del transporte fluvial, por la rebaja superior al 30%, respecto a otros medios. Limitado, por la escasa profundidad media, la deficiencia se suple, recuperando el caudal perdido.

Por: Marcos Silva Martínez – noviembre 2 de 2007

Debemos reconocer la importancia del río y el progresivo agotamiento y contaminación de su caudal. Debemos ser conscientes de la necesidad de revertir su tendencia y recuperar el potencial hidráulico perdido.

Hay quienes señalan la importancia del transporte fluvial, por la rebaja superior al 30%, respecto a otros medios. Limitado, por la escasa profundidad media, la deficiencia se suple, recuperando el caudal perdido.
La contaminación y carga sedimentaria, consecuencia del mal uso de los suelos de su cuenca, hace que se perciban cambios dramáticos en su largo curso. Las acciones del estado, para protegerlo y recuperarlo, brillan por su ausencia. La retórica verborriante, de burócratas ineptos y/o perversos, nunca ha producido resultados diferentes a servir a la, cada vez mas, desborda politiquería y corrupción, que amenazan el futuro de la Nación.
La ley 99/93, ordena a municipios y departamentos destinar mínimo el 1% de sus respectivos presupuestos totales anuales, para la protección del recurso hídrico, específicamente del que surte los acueductos. Todas las generadoras de energía eléctrica, deben aportar, el 6% de sus ventas totales, con el mismo propósito.
¿Gobernadores y Alcaldes del país y del Huila y la Central Hidroeléctrica de Betania y las demás, cumplen ese mandato legal?
Dudemos, hasta no comprobarlo.
Los gobernantes, recientemente elegidos, deberían apersonarse de la problemática del río y al hacer los ajustes del presupuesto del 2008, proyectar la apropiación correspondiente y promover y desarrollar proyectos de revegetalización de las sub-cuencas y microcuencas de los afluentes del río grande; bajo la certidumbre que con esas acciones, aseguran el abastecimiento de agua potable y la recuperación de caudales de los afluentes que nutren el río Magdalena en el mediano y largo plazo.
En el caso del Departamento del Huila, bajo el imperativo del ordenamiento legal y con costo de $3.000.000 por hectárea, podrían reforestar 3.000 hectáreas cada año. Pero se debe cambiar el sistema de contratación; los contratos deben tener duración mínimo de dos años, con siembra en los primeros 30 días y el contratista debe entregar, mínimo, 2.500 árboles por hectárea, a la terminación del contrato.
El Huila, en cabeza de su gobernador, debe diseñar y desarrollar el Plan Maestro de Ordenamiento, Recuperación y Protección de la Cuenca del Río Magdalena. Debe constituir, una obligación política y social, con el Huila, con la Nación y un aporte a la conservación ambiental global.

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