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Mayo 5 de 2008

Al igual que todos los años, miles de colombianos salieron a las calles en el Día Internacional de los Trabajadores, haciendo honor a la memoria de los trabajadores que, en la ciudad de Chicago en 1886, iniciaron las luchas que lograron que la jornada laboral fuera de 8 horas.

De esta manera, jóvenes, trabajadores, familias, agremiaciones sindicales, organizaciones políticas, estudiantes universitarios, educadores y otros sectores, marcharon con el objetivo de protestar contra las actuales condiciones laborales, los vínculos del actual gobierno con la mafia dedicada al narcotráfico y el paramilitarismo, y las políticas económicas que venden recursos naturales y apoyan afanes corporativos, tanto internacionales como locales. Además, la denuncia de los asesinatos de líderes sindicales y la estigmatización de la protesta marcaron la movilizaciones que se dieron en todo el país.

En el marco de la conmemoración se dio rienda suelta a la creatividad: música, teatro, comparsas y bailes fueron puestos en escena en las calles como medio de expresar el inconformismo, al tiempo que denunciaban la aguda crisis económica del país y la ilegitimidad ética y política del actual gobierno.

En Bogotá, la marcha llenó la carrera séptima y la Plaza de Bolívar con unas 150.000 personas, número que indica la fuerza de las organizaciones sociales y la reactivación de las organizaciones populares que reclaman mejores condiciones de vida y cambios políticos profundos en el país. De este modo, las arengas de los manifestantes en materia económica cuestionaron el crecimiento económico del que habla el gobierno, a través del DANE; pidieron aumentar el salario mínimo, ya que éste no es suficiente para que los trabajadores tengan una vida con condiciones mínimas de dignidad; exigieron, de igual manera, la revisión de las políticas en materia de contratación laboral; se opusieron a las políticas de gobierno que han facilitado procesos de privatización de empresas públicas y que favorecen la venta de recursos naturales; así como al cambio de la seguridad alimentaría por el TLC y por los cultivos de palma y otras materias primas para la producción de biocombustibles.

De igual manera, las consignas denunciaron la impunidad en los crímenes de Estado, la muerte de 24 sindicalistas en lo corrido del presente año, los asesinatos selectivos de activistas de derechos humanos y líderes sociales, así como la persecución y amenazas de las que son victimas las personas que trabajan en el esclarecimiento de asesinatos, masacres y de aquellos que investigan los vínculos del gobierno con grupos paramilitares y mafiosos.

A pesar de la energía y el compromiso de las personas que participaron en la marcha, la celebración del día del trabajo sufrió contratiempos que van más allá de los disturbios ocurridos luego del medio día: la liquidación del Seguro Social en Bogotá se anunció el mismo día; el miércoles 30 de abril se anunció la terminación de los contratos de trabajo de 500 trabajadores de la Compañía Colombiana Automotriz, número que se suma a los mil trabajadores liquidados que trabajaban en ensambladoras y a los dos mil que han salido de las empresas de auto partes; por otra parte, el pasado 23 de abril, el presidente de la USO fue víctima de un atentado contra su vida en el corregimiento de Yarima, jurisdicción del municipio de San Vicente del Chucurí (Santander), hecho en el que, según testimonios, agentes de la Policía Nacional se encontrarían involucrados.

Las diversas marchas que se realizaron en el país no sólo se concentraron en los problemas de los trabajadores sino en los problemas que afectan el país, mostrando, desde un acto conjunto, unidad y compromiso social. Sin embargo, el gobierno sólo anuncia que ofrece 20 millones de pesos para localizar a quienes protagonizaron los disturbios en Bogotá. No responde, entonces, a las denuncias que exigen respuestas a la inflación que, según el DANE, se ha incrementado un 4,16%; tampoco al incremento de las tarifas de servicios públicos que, en lo corrido del año, han subido un 7.21%; no ofrece alternativas al alza de alimentos de la canasta familiar, que en 2008 ha incrementado en un 2.5% la inflación, según las optimistas cifras del DANE. De igual manera, silencia que los asesinatos de sindicalistas se han triplicado este año respecto al anterior y que, en materia de derechos humanos, las cifras de muertes e impunidad van más allá de un saldo en rojo en estadísticas.

Sin embargo, los movimientos sociales y el empuje que demuestran en un momento adverso, evidencian el fortalecimiento del compromiso social que se necesita para cambiar realidades adversas. Muestra de ello son las movilizaciones que, con los jóvenes como protagonistas, han generado cambios importantes en Ecuador, Bolivia, Venezuela y otras latitudes del globo. La participación de estos grupos demuestra que los sectores populares, desde prácticas diferentes a las tradicionales, llevan a la población a preguntarse acerca de sus gobernantes y de las salidas que se ofrecen a crudos panoramas de explotación laboral y de saqueo de los recursos naturales.

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