Pedro Echeverría V. – mayo 13 de 2013
El viejito papa Benedicto XVI ya no daba para más ante los mil y un dilemas que tenía la obligación de resolver. Y no son asuntos de la religión sino problemas políticos internos que desprestigian a su iglesia, provocando que el catolicismo registre muchas deserciones. Escándalos de la pederastia, de las mafias y de los bancos son muy difíciles de superar.
Los curas actores de la pederastia que, en 2010, pusieron en entredicho a las iglesias de Irlanda, EE.UU., Alemania, Austria, Bélgica y México embarraron al Papa, que llegó a ser acusado de haber encubierto a los criminales durante su etapa al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El papa Ratzinger se vio obligado a cesar a varios obispos por esta causa, la misma por la que ordenó la limpieza de los Legionarios de Cristo, después de probar que su fundador, el cura mexicano Marcial Maciel, fallecido en 2008, abusó sexualmente de seminaristas y tuvo hijos con varias mujeres.
En el periodo del papado de Juan Pablo II, que va de 1978 a 2005, se registró la quiebra del famoso Banco Ambrosiano, cuyo principal accionista era el Vaticano a través del Instituto para las Obras de la Religión. Esto es inolvidable porque se generó un gran escándalo que sacudió muy fuerte a la Iglesia Católica, provocó gran enredo en páginas de periódicos e incluso en Italia, para mayor difusión, se hizo una película: “Los banqueros de Dios”, dirigida por Ferrara. Pero subió más de tono del escándalo cuando, en 1982, fue asesinado el director del banco, Roberto Calvi, dando origen a una gran historia que vio claramente conectadas mafia, finanzas, masonería y religión con operaciones financieras ilícitas que salpicaron a la Santa Sede. En este caso el Vaticano, para no hacer más grande la especulación en los medios de información, pagó 241 millones de dólares a los acreedores de la entidad.
La realidad es que no estaría mal la desaparición del Vaticano, que centraliza a todo el mundo de los católicos. El poder, que no sería poco, quedaría en los cardenales y obispos de cada país. Con la desaparición del Vaticano habría una gigantesca riqueza que permitiría crear millones de empleos y sacar de la miseria y el hambre a millones de seres humanos […] La centralización que durante casi un siglo se ha hecho desde Roma, ha impedido que las iglesias nacionales se identifiquen con los problemas concretos de cada país y los altos jerarcas de cada nación han carecido de libertad para actuar.
Ni el Vaticano en Roma, como tampoco las iglesias mexicanas o estadounidenses, puede vivir de la venta de espejitos, es decir, de recuerdos turísticos, libros, imágenes, sellos y entradas a museos. Para cubrir sus gigantescos gastos, el equipo de Roma cuenta con los ingresos de la Iglesia Católica en todo el mundo, que provienen de aportaciones económicas de los Estados con los que tiene acuerdos de financiación llamados concordatos, las donaciones de los católicos, a nivel personal o empresarial, y los grandes ingresos de las empresas de propiedad de la misma iglesia. Sin embargo, hoy las cosas han cambiado radicalmente, pues las riquezas del Vaticano son superiores a las de cualquier Estado.
Hay registros de enormes cantidades de euros que circulan a través del Vaticano. Se ha publicado que el monto de cifra embolsada por el vaticano es de cerca de mil millones de euros, una suma que no está en absoluto destinada a obras de caridad, como la publicidad clerical intenta hacer creer cada primavera. Se admiten las cifras oficiales de la Conferencia Episcopal Italiana (2007-2008), que señalan que, por término medio, sólo un 20% de los fondos son destinados a intervenciones caritativas. Las cifras que siguen, según se publica, son las que todos los años da el mismo Estado italiano al Vaticano, esto sin contar regiones, provincias y ayuntamientos. ¿De qué tamaño será la riqueza del Vaticano si tomamos en cuenta sus otras propiedades?
Se observa que, en ese país, la iglesia destina y tiene: 478 millones de euros para los sueldos de los profesores de religión, 258 millones de euros para financiar las escuelas católicas, 44 millones para las cinco universidades católicas, 25 millones para el suministro de los servicios hídricos a la ciudad del Vaticano, 20 millones para la universidad Campus Biomédico del Opus Dei, 19 millones para la contratación en plantilla de los profesores de religión, 18 millones para los bonos escolares de las escuelas católicas, 19 millones para el fondo de seguridad social de los empleados vaticanos y sus familiares, 9 millones para la reestructuración de edificios religiosos, 8 millones para los sueldos de los capellanes militares, 7 millones para el fondo de previsión del clero, 5 millones para el Hospital del Padre Pio en San Giovanni Rotondo, 2 millones y medio para la financiación de los oratorios, 2 millones para la construcción de edificios de culto, etc.
Se ha publicado desde hace muchas décadas acerca del gran valor de las maravillosas y numerosas obras de arte que posee el Vaticano. Se dice que ‘sus contadores se vuelven locos tratando de estudiar dónde invertir los intereses del capital de los bancos que maneja el Vaticano’. Además, se apunta que esa institución es dueña de la Fiat, la Pirelli y no se sabe de cuántas empresas más que tienen que ver con inversiones en las bolsas mundiales. Se publica, asimismo, que al mismo tiempo controlan muchas cosas, como canales de TV, radios, periódicos y demás. Esto, sin contar las donaciones que reciben y los aportes de todas las iglesias católicas del planeta. ¿Puede uno imaginarse la cantidad de problemas que puede resolver la Iglesia Católica si decide acabar con el centralismo del Vaticano y repartir las enormes riquezas que posee?
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