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"Free click" - Foto: Sami Ben Gharbia

Por: Jairinflas – abril 25 de 2011

Justo cuando muchos comenzábamos a entender que esto de la Internet sirve para más que ver porno, leer periódicos o buscar la forma correcta de deletrear una palabra, le da al ministro Lleras por promover una ley que recuerda el alboroto de los españoles con la Ley Sinde y los franceses con la Ley Hadopi.

Juzgando desde el modo en el que la aplicación de una ley de este tipo puede afectar el modo en el que me desenvuelvo en Internet, daré una primera mirada a este proyecto de ley que obedece, como era de esperarse, no a un interés real de los usuarios o a la protección de una comunidad sino a un requerimiento para la firma del TLC –acuerdo comercial que despierta aún más desazón que el tema que me ocupa ahora– y la ‘protección’ de grandes empresas que producen contenidos y dólares.

Ya sabemos que esta iniciativa no es nueva, pero tampoco es simplemente un eco de lo que ha sucedido en España y Francia, viene de antes y es mucho más grande de lo que deducimos a primera vista. Este tipo de ‘propuestas’ comenzaron a sonar fuertemente en 2007, cuando se comenzó a discutir el ACTA, un acuerdo comercial plurilateral que, se supone, busca proteger los derechos de autor basados en el copyright.

La cuestión en este asunto es que se supone que la ley pretende reducir el crimen de la piratería en la red y hasta ahí todo podría ir muy bien. Pero, ¿qué es lo que esta gente entiende por piratería y qué es lo que persiguen?

Según el borrador de la ley, compartir cualquier contenido con derechos de autor –un post, comentario, tweet, enlace, etc.– puede causar, en el mejor de los casos, que los proveedores del servicio de internet (ISP) bloqueen usuarios por sospecha de piratería, con lo que, además de que se abren nuevas posibilidades para la violación del derecho a la privacidad de los usuarios, podemos ir olvidándonos, a primera vista, de dinámicas tan básicas como compartir un video de Youtube o un artículo de revista, porque esta ley no criminalizaría solamente el lucrarse con este tipo de contenidos protegidos por copyright sino también compartirlos, darlos a conocer o debatirlos.

Realmente, se vuelve preocupante el futuro de esta red que un día nos abrió la puerta y parecía hacer posible el ideal de la cultura y el conocimiento abierto y para todos. Aunque de jurista tengo poco, leer el borrador de la ley me deja un mal presentimiento, muchos vacíos quedan flotando y fantasmas como la censura hacen ojos desde el papel. La neutralidad de la red parece perderse justo cuando comenzaba a ser útil, cuando los usuarios comenzábamos a agarrarle el gustico a compartir.

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